Todo comenzó entrando en la cocina con la báscula para medir los alimentos como quien busca la proporcionalidad de los cuerpos. Y ya no salió
En tan poco espacio de vida una concatenación de experiencias que saltan por Gambrinus, Vertical, Nerua, Poblet, Noor… Con 23 años. Repitamos: 23 años. Esa concatenación de fogones ha articulado a un cocinero equipado de los suficientes recursos para alcanzar, tan pronto, el fin último: tener una autonomía creativa.
La emancipación supone asumir el riesgo de tener una voz propia. Arrimarse tanto a la realidad. Y en esas anda Espí tras regresar de esa madeja con la que se envolvió alrededor de toda España hasta seguir el hilo donde todo comenzó. La llamada desde las alturas del Veles e Vents, oteando la València marina, lo devolvió hasta La Sucursal, al aviso de Javier Andrés.
Su planteamiento refleja la extensión infinita del mar como intérprete de los sabores. Una libertad creativa que ordena su bagaje previo y que camina hacia un estilo nítido. Como nos contaba hace unas semanas, fue desencriptando el sentido de los platos cuando supo que no se traba solo de “cocinar, sino de crear”. Y así supo de qué iba la vida.
Como le dijo Paco Morales al salir de Noor, era el momento de que escribiera su historia. Espí acaba de comenzar.