VALENCIA. Del fracaso se aprende, algo inevitable cuando se empieza a emprender. Esta es la lección que intenta enseñar la FuckUp Night Valencia, que ya cumple su novena edición en Las Naves. “Yo de pequeño quise ser superhéroe”, apuntaba Xandru Cancelas, responsable de la empresa Smart Data Protection, la primera empresa de seguridad especializada en entornos web para pymes. “Nunca me imaginé que podía vivir una época en la que los superhéroes sí que existen y podíamos cambiar el mundo”.
Tras varios años desarrollanado su carrera de Ingeniero de Seguridad Informática, dirigió su carrera hacia el marketing y la gestión empresarial, dando el paso en 2012 en crear su primera empresa, XandruSoft. “Estaba trabajando en una de las mayores empresas de informática en Europa, pero empezó a llamarme el marketing”, explicaba. “Intenté desarrollar una aplicación para la protecció de datos pero no funcionó”.
Entonces un compañero de clase le dijo que quería emprender una aventura con él y al poco de empezar les llamaron desde varias ciudades para acelerar su proyecto. “Todo era genial y nos dijeron que en cuatro meses podríamos conseguirlo, pero al final no todo es tan bonito”. A las circunstancias se unieron que su compañero era temporal, tenía sus labores y estaba de forma intermitente, además de estar en una ciudad que le tenía atrapado.
“Una cosa que no nos dicen es que el equipo no es importante en número sino en calidad”, asegura. Y es que no tuvieron en cuenta la formación y la experencia para conformar su equipo. “En las primeras etapas es mejor tener a una persona con experiencia que diez a los que formar”. “Llegamos a estar diez personas y entrar en un bucle infinito”.
“Me di cuenta de que en mi entorno había una pasarela fashion de superhéroes”, aseguraba. “Gente que estaba en todos los eventos y escuchando siempre a los mismos”. “Estaba en una moda, en una moda que conmigo no casa demasiado”. Pero para ser superhéroes hay que entrenar mucho. Por eso, decidió empezar a desemprender, parándose y analizando lo que conoció. “Ahora estoy más animado que nunca, pensando que sí que hay gente excelente que pudo cambiar el mundo”.
“Cuando era pequeña mi profesora de infantil decía que yo iba a conseguir lo que quisiera”, apuntaba Sandra Merchan, de Alternativa GC. “Un gran fracaso siempre va acompañado de una gran éxito, pero todavía no me ha llegado”. Su empresa de mediación llegó a Valencia en un mercado sin tocar. Un empresa en la que vendían un producto ideal, que iba a ser perfecto, pero no real. “Hay algo más letal que un gran fracaso, los microfracasos”.
Para Sandra, el primer fracaso fue empezar el primer año vendiendo cero. El segundo de los errores lo catalogó como el de “emprendedora madurita”. “Es más duro, porque igual que se va ganando en madurez se va ganando en fracaso”. Y es que no quería reconocer los “no” y sí los pocos “sí”. “Entonces es cuando hay que diferenciar lo urgente de lo importante y perdí un poco el foco, dejé de escuchar a mi entorno”.
El tercero de sus microfracasos es el tener que quitarse la etiqueta de emprendedora. “Medimos mucho donde producimos, donde vendemos, pero medimos poco donde nos reconocen y nos valoran y esta ciudad no es Silicon Valley”, aseguraba Sandra. “En nuestro sector a mis compañeras las reconocen como mediadoras y a mí como emprendedora. Ellas se han expuesto menos y yo no consigo desprenderme de la etiqueta.”.
“Creo que mi tercer casi fracaso es enfocar cuál es realmente mi sector. Ya no es el mundo del emprendimiento sino de la mediación empresarial. Creo que hay que saber diferenciar”, explicaba “Eso sí, no renuncieis a vuestro proyecto personal. Cualquier proyecto profesional que os haga renunciar a algo personal no valdrá la pena”. “Una crisis en vuestro proyecto puede ser una gran revelación”.
“Yo soy zootequinista y esto no existe en España porque es algo que hacen los agrónomos”, explicaba la brasileña Camila Oliveira, fundadora de RuralDev y parte del equipo de coSfera, quien vino a España a hacer un master en Valencia y ya lleva aquí cinco años. “Me enganché con un doctorado y un business plan”. “Busqué a un compañero y me planifiqué algo parecido a una tesis de master. Tenía una idea y un business plan, con millones de cosas y cargos que hacía yo”.
A final su compañero acabo marchándose y ahí empezó el drama. “Durante un año mi equipo se ha hecho y deshecho cuatro meses”. “Mi primer compañero que era un amigo de infancia me ha plantado”. “Para recuperarme tardé cuatro meses y conseguí la habilidad de hacer y deshacer equipos”, aseguraba.
Aprendió que un equipo no es para siempre por lo que recomienda no invitar a equipos y familiares “porque vas a fastidiar una relación con un compañero cercano”. También aprendió que sin dinero no se hace nada. “Sin dinero va a costar mal y lo vas a pasar mal y con dinero se aporta estabiidad al equipo”.
Quique Selma, marketing and sales specialist, apostó por contar una historia de una empresa ajena. “Yo soy de ventas de toda la vida. Me gusta que se vendan cosas reales y venía a contar un proyecto en el que estuve hace muchos años”, apuntaba. “Me ficharon. Yo estaba en otra empresa en el que hacía software como servicio y no llegué ni al año. Dos días antes de incorporarme pensé que era una secta. Era una plataforma que no utilizaba nadie, era farragosa, y era para comprar y vender”. “Los clientes son aquellos que lo usan mucho o que lo usan mucho y pagan”.
“Cambié una parte del modelo de negocio de la empresa, pero sabía desde el primer día que no iba a funcionar, pero te pagan y sigues”. Entonces se dio cuenta de que el error era no haber tomado decisiones desde el principio. “Llegó a multiplicar la facturación por siete pero no se cubrían gastos”. “Aprendí que hay que mirar muy bien las soluciones, testear mucho con clientes y preguntarles”. “A veces estás en la vorágine del equipo y no hay que hacer una piña tan fuerte que no te deje ver lo que hay que hacer fuera”.
