Vista la evolución de los hechos, ¿cómo terminará esto del Valencia CF y el valencianismo? No tiene buena pinta
Decía el periodista Ryszard Kapuscinsky que la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible. El cronista polaco dejó escritos centenares de magníficos reportajes y vivencias. Pero si puede que exista uno que es casi imposible de creer como real, pero es tan cierto que pasó a la historia de lo inverosímil, ese es sin duda el titulado “La guerra del fútbol”, un enfrentamiento bélico al que llegaron Honduras y El Salvador por un simple partido de fútbol de clasificación para el mundial de México 70.
En esa crónica memorable, Kapuscinsky narra cómo un partido de fútbol sirvió como detonante por sus aficiones. “El fútbol ayudó a enardecer aún más los ánimos de chovinismo e histeria pseudopatriótica tan necesarios para desencadenar la guerra y fortalecer así el poder”, explicó el reportero.
El fútbol fue y ha sido el narcótico social de la política para muchos regímenes latinos, aunque hoy sea simplemente un negocio que se balancea sobre emociones personales mientras juega con ellas.
Esta semana lo hemos visto en las calles de Valencia. Un millar de personas, según las crónicas, se lanzaba a la calle para cuestionar o criticar la gestión que el empresario de Singapur, Peter Lim y su cuerpo directivo está haciendo y ha hecho del Valencia CF. Creo que esa manifestación para alguien que está atento a la realidad, ama el fútbol pero no vive de su fanatismo, es el punto de inflexión del inicio de un final que puede ser muy doloroso para club, afición y sociedad y que, probablemente, abrirá definitivamente la mente a muchas personas sobre lo que creemos o deseamos creer frente a lo que es y su realidad.
Contaba en una entrevista hace años el entonces entrenador Manuel Pellegrini que el motivo del éxito del Villarreal durante su etapa era que los directivos gestionaban el club, pero dejaban a los técnicos la organización de su parcela profesional. Y también, que un entrenador es alguien que no debe irse de copas con sus jugadores porque perdería el respeto. El chileno añadía aquel día que un entrenador es alguien que ha de lidiar con el ego de 23 jugadores para ponerlos al servicio del club, que él podía planificar un partido a la perfección pero eran los jugadores los que debían llevarlo a la, práctica y ahí él ya no podía hacer nada si ellos no reaccionaban.
Tengo la sensación de que muchos de esos males se han dado en el Valencia CF en los últimos años, pero también que se ha considerado al club como un simple y puro negocio en el que la venta de jugadores o su compraventa ha sido y es un simple movimiento económico que va más allá del interés por un club que ha hecho ciudad y lleva su nombre por el mundo.
A miles de kilómetros de distancia todo es lo de menos, salvo el negocio y los resultados económicos. Por eso entiendo a Lim y sus satélites, aunque no les defienda ya que cargándose un club se arruina una ciudad porque es su principal embajador. Pero ya lo reconoció la hija del amo cuando dijo aquello de que el club era de ellos y podían hacer lo que les diera la gana. No le faltaba razón. Lo están demostrando. Para eso les buscaron por muchas trolas que en su momento nos contaran. Están en ello por lo que deja y no por lo que nos deja. Estamos frente al cierre de un ciclo. Lo importante sería analizar cómo se ha llegado hasta aquí. Así entenderíamos el por qué de esta situación.
Todo lo estropeó la política cuando a través de bancos y decisiones de altos vuelos y poder siniestro puso sus manos en la entidad. Y será la política quien desatasque esta situación presionando, por ejemplo, a la propiedad para que concluya el nuevo Mestalla o cierre el chiringuito vendiendo, que es un objetivo.
Aquí se ha venido a hacer negocio. Lógico, Como en el resto de clubes de todo el mundo que han pasado a manos de fondos de inversión o magnates de las finanzas de todos los continentes y sin relación sentimental alguna con la ciudad y su club. Sólo que se ha hecho con mucho descaro, malas formas, autoritarismo y poca sutileza. Desde todos los frentes, ojo. Porque existen muchos culpables: sociales y políticos.
No creo que las posibles victorias del equipo o los fichajes sean definitivos en esta brecha o herida que se ha abierto entre comunicadores, aficionados, valencianistas históricos y jugadores puestos en el escaparate a precio de saldo o liquidación, como si sólo se tratara de hacer caja rápida para fichas a más alto precio y repartir por el camino a los intermediarios de siempre. Esto tiene mala pinta. Y lo peor, sin emoción y pasión, no hay fútbol. Sólo política. Aunque ya se sabe, las batallas se ganan de una única manera. En este caso también será política.