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EL MURO  / OPINIÓN

Gamberrismo millonario 

3/09/2023 - 

Hay que ver lo tolerantes que como sociedad podemos llegar a ser. Y no es sólo por una simple cuestión ideológica sino de formación y educación. Pasa mayormente por el incumplimiento de normas y disciplinas municipales y hasta autonómicas, que ya es grave; y sobre todo de tolerancia a todos los niveles. Cuestiones a veces más políticas que sociales por si acaso se pierden por el camino votos o se entiende muy mal la modernidad y el progreso, o incluso lo que llamamos la “fiesta”, que hay para todos. 

Y es que el Ayuntamiento de Valencia, según acaba de anunciar, se va a gastar en los próximos años cerca de cuatro millones de euros en limpiar grafitis en monumentos. Si es que llega para algo, digo yo, porque hay tanto por limpiar que igual se quedan cortos. Hablan de monumentos. Hay que entender el término como aquellos elementos urbanos de propiedad pública y reconocimiento histórico y artístico. Miedo me da porque antes de empezar a limpiar seguro que las guerrillas urbanas lo van a dejar todo más perdido aún en cuanto vengan algunos de sus vacaciones pijas.

Me explico. Si nos vamos a gastar cuatro millones de euros en limpiar gamberradas urbanas en edificios públicos, que bien podrían destinarse a muchas otras necesidades sociales de las que andamos bien necesitados, quiere decir que si atendemos a toda la guarrería que llenan nuestras ciudades necesitaríamos de varios presupuestos municipales y autonómicos para dejar nuestras calles y edificios privados limpios de las gamberradas a las que nos tienen acostumbrados estos consentidos. Los mismos que confunden el denominado arte urbano con la gamberrada de turno y cada día asustan nuestra realidad social con ese beneplácito político que ha existido. 

Pero bueno, bien está que se lo tomen al fin en serio porque como nos descuidemos nuestra ciudad va a ser una de las más guarras y consentidas del país, seguidas de suciedad en alcorques y jardines públicos. Es lo que nos han dejado estos libertinos de la mal entendida modernidad y cara de supuestos progres que no se saben dónde están y que por un voto han sido capaces de animar a grafitear las propias fallas o incluso a repasar estéticamente claustros renacentistas con la risa añadida y la sentencia firme. Incluso a denominar el antiguo cauce del Turia como el “jardín del arte urbano”. Me río yo del arte y de lo urbano y de la absoluta ignorancia de alguno que ha venido alardeando o entendiendo que así se es moderno. Y no por limpieza y menos por jardinería o movilidad.

Miren si no. En 2022, por poner un ejemplo, Renfe destinó 25 millones de euros en limpiar de grafitis vagones y locomotoras. Imaginen todo lo que se podría hacer con ese dinero  y las miles de horas que se destinan a la higiene física y mental que bien podría estar destinada en pro de la sociedad, empezando por quienes han convertido nuestras ciudades en auténticos estercoleros, tanto en lo público como en lo privado. Sólo hay que salir por los barrios.

Sin ir más lejos, recuerdo que, por curiosidad, visite la Plaza de Brujas unos días antes de su apertura pública. Cuando volví ya estaba ocupada por el gamberrismo cutre y de una naturaleza estética que no tenía nada de arte y sí de atentado urbano y hasta penado. Esa es la consecuencia también, por ejemplo, de que fueran propios concejales del Ayuntamiento de Valencia, ya desaparecidos, quienes encargaran a supuestos artistas urbanos la decoración de su despacho. 

Lo peor es que es el propio Código Civil quien alerta de ese vandalismo por lo que si todo rodara dentro de la normalidad nos ahorraríamos esos cuatro millones para destinarlo a material escolar para familias necesitadas o en comedores sociales. Por poner dos ejemplos de progresía. Pero no, había que atender al arte urbano mal entendido que no choca con la realización de actuaciones en medianeras o murales con el beneplácito de vecinos y asociaciones y que pueden llegar a dar mucho juego visual. No está reñido.

Pero lo peor ya no es sólo el Código Civil sino que nosotros o nuestra autonomía tiene desde hace décadas leyes dedicadas a esas actuaciones que ahora, sólo en lo público, se nos van a llevar cuatro millones. La pregunta es saber para qué tenemos una Ley de Patrimonio si se incumple de forma rigurosa y nadie actúa contra el gamberrismo. Vamos, que nadie multa aunque se le pille con las manos en el spray repintando la persiana de un nuevo e ilusionante negocio que se acaba de repasar para que luzca como nuevo.

Si al IVAM le gusta que su museo de esculturas -jardín- sea un desastre ellos sabrán. Pero que eso les retrate. Sin embargo, tener que limpiar el patrimonio Histórico Artístico sin que los cargos públicos hayan hecho nada durante muchos años es lo que nos conduce ahora a una derrama. Y estamos como para derramas caprichosas de modernos a la caza de votos e intereses individuales, artísticos, familiares y hasta sensoriales. Hay para todos los gustos. Incluido ese Consell Valencià de Cultura (CVC) que lleva años siendo un auténtico lastre regado de dietas pero siempre está en silencio.

PD. Lo del Palau de la Música es de manual. Tanto amor carnal y pasajero tenía que acabar en auténtico desastre. En su día lo llamaron “gestión comprometida”. Hoy se denominan filtraciones y goteras. Es nuestra realidad.

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