VALÈNCIA. Son la tercera y cuarta ciudad por censo de habitantes de la provincia de Valencia. El Partido Popular gobierna en las dos primeras, València y Torrent, con María José Catalá y Amparo Folgado, respectivamente, como alcaldesas. No obstante, en la capital de la Safor y en la urbe de las cuevas se ha quedado en una oposición que quiere revertir.
En Paterna las diferencias entre el equipo de concejales que lidera Sara Palma y la ejecutiva local que preside María Villajos se han agrandado. Si la confección de la candidatura, con la máxima dirigente municipal del PP fuera de ella y con la inclusión de personas con escasa vinculación a la agrupación, supuso un cisma, los seis meses transcurridos desde los comicios lejos de aliviarlo lo han enquistado.
Desde la agrupación local acusan al equipo de Palma, y en especial a la candidata y a su persona de confianza, el concejal y secretario general local Paco Sabater, de no reunirse con las bases ni suministrarles información. Por su parte, desde el grupo municipal, que centra la transmisión de sus iniciativas en la difusión de vídeos de Sara Palma en redes sociales, tienen claro que van a seguir recorriendo su propio camino, sin tutelas del partido local.
Esta circunstancia de división se produce frente a un antagonista político de la magnitud del socialista Juan Antonio Sagredo, que amplió su mayoría absoluta en los pasados comicios y que, dada su consolidación a escala local, se ha permitido -con el más que plácet de su secretario general provincial, Carlos Fernández Bielsa- dar el salto también al Senado.
Esa situación se observa con preocupación desde la dirección provincial del Partido Popular, que teme que la brecha interna merme las ya remotas posibilidades de su formación de ganar o gobernar en 2027. Para evitarlo están dispuestos a adoptar medidas en los próximos meses.
Pese a que, como indican, Sara Palma es una candidata “singular” (hija de un conocido empresario y ajena a la militancia política y la vida pública hasta hace un año, entre otras cuestiones), confían en sus posibilidades a medio plazo y valoran su labor, que de momento no está despuntando más allá de sus anuncios en redes sociales.
La inquietud de la cúpula del PP consiste en dar con la fórmula de cómo reforzar a su candidata desde la agrupación local sin que la fisura se agrande más. Su apuesta por Palma supondría, en la práctica, la defenestración de María Villajos, quien, al contrario que la mayoría de presidentes locales del Partido Popular, nunca ha querido ser candidata. De hecho, fue ella quien, con esa postura, propició en cierto modo el fichaje de la empresaria del sector educativo.
¿Una gestora? En otros municipios con enfrentamientos internos esa ha sido la solución de emergencia escogida por el PP, a pesar de huir de este tipo de medidas. Sueca ha sido un ejemplo. En la capital de la Ribera Baixa la elección de Carolina Torres este mismo año como candidata generó una división interna que acabó con su designación como presidenta de una gestora.
Otra opción consiste en esperar al proceso electoral interno de 2025. En cualquier caso, el malestar con la trayectoria del grupo de concejales no constituye un sentimiento exclusivo de Villajos, persona de la que también se valora su lealtad al partido, sino compartida por numerosos militantes de base, que echan en falta más información desde el grupo municipal.
En Gandia, por su parte, la situación resulta diferente, no obstante, coincide en que el PP sabe que tiene que mejorar. Existe una curiosa tricefalia. Por una parte se halla el presidente local, Víctor Soler, también diputado autonómico y secretario en la Mesa de Les Corts.
Aunque parecía el candidato natural a la alcaldía, dio un paso a un lado sin rechistar cuando la dirección regional designó al ex delegado del Gobierno y ex conseller de Hacienda Juan Carlos Moragues como cartel electoral. Ese acatamiento y apoyo posterior recibió el agradecimiento de la dirección regional en forma de un lugar destacado en la candidatura autonómica.
Soler centra sus esfuerzos en su labor en Les Corts, mientras que el cabeza de lista gandiense, que perdió las elecciones pese a aumentar su candidatura un concejal respecto a 2019, desarrolla su labor profesional en Valencia y tampoco puede dedicarse de lleno a la oposición municipal.
Esa tarea la ha delegado en el grupo de concejales, y en particular en el portavoz, Guillermo Barber; y en el portavoz adjunto, David Ronda. En esta coyuntura se produjo la marcha del número tres de la candidatura, el médico Ximo Mas –fichaje de Moragues proveniente de la denominada sociedad civil- para volver a su carrera profesional.
Su abandono ha supuesto la entrada de la batalladora Carmen Vidal para fortalecer una oposición que trata de abrir una brecha en la gestión de José Manuel Prieto, el principal gran alcalde del PSPV en la provincia y uno de los adalides, aupado en su atalaya municipal, de la oposición de su formación al Consell.
Desde la dirección del PP observan con preocupación esta situación, aunque con matices diferentes a los de Paterna. Si en la localidad de l´Horta Nord tienen clara su apuesta por la candidata en detrimento de la presidenta, en la capital de la Safor su intranquilidad viene producida por el hecho de que esa división de funciones derive en una tibieza en el liderazgo y la oposición que asiente al actual edil socialista. En la práctica temen que en 2027 les resulte ya imposible ganar a Prieto.
No obstante, igualmente ven con nitidez que a corto plazo no habrá intervención supramunicipal y que serán los actores locales quienes deben de solventar su situación.
De cualquier modo, saben que de Gandia y Paterna resultan tan importantes las alcaldías como los votos que reportan para la consecución de los diputados provinciales de sus respectivos partidos judiciales y en la pugna por la Generalitat.
Como también son conscientes de la relevancia de otros municipios como Aldaia, con sus más de 30.000 habitantes y donde el candidato debutante por el PP, Jesús Molins, se estrelló y apenas logró cuatro sobre 21 concejales en los comicios de mayo.
En su campaña apostó por distanciarse de la única alcaldesa que ha tenido su partido en Aldaia, la abogada Carmen Jávega, que, paradójicamente, fue una de sus principales valedoras iniciales. Esta táctica, que se comprobó ineficaz en los comicios, no pasó inadvertida para la dirección provincial que preside Vicent Mompó, abierta a mirar un relevo.