VALÈNCIA. Hablar de Bottom Up Inversiones es hacerlo de una de las históricas sicavs del panorama financiero, dado que fue registrada debidamente por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en julio de 1999. Detras de esta sociedad de inversión de capital variable está la familia valenciana Girona de la firma inmobiliaria Gesvalmina, fundada en marzo de aquel año por Juan Antonio Girona Noguera, histórico consejero del Banco de Valencia que falleció en febrero de 2018.
Bottom Up ha sufrido el segundo reembolso en menos de un año, tal y como lo ha constatado este diario de la base de datos pública del organismo supervisor. Así, el pasado 30 de noviembre acusó una disminución del 21,11% del capital en circulación. Un porcentaje ligeramente inferior al 24,34% sufrido el 20 de diciembre de 2019.
Domiciliada en Madrid, gestionada y depositada en Bankia, este vehículo financiero, que tiene en su consejo a los hermanos María Irene y Santiago Girona Miralles, cerró el tercer trimestre del año con un patrimonio de 3,464 millones de euros, lógicamente sin incluir el último reembolso.
Sin embargo, y gracias al buen tono de los mercados durante noviembre -el Ibex 35 marcó el mejor mes de toda la historia al ganar un 25%-, Bottom Up Inversiones alcanzaba los 3,118 millones el pasado 3 de diciembre en BME Growth, el antiguo Mercado Alternativo Bursátil (MAB) donde cotiza. Pese a todo todavía está muy lejos de los 8,306 millones que mantenía a buen recaudo al cierre de 2016, tal y como se refleja en la imagen adjunta.
A 30 de septiembre de 2020, esta sociedad de inversión contaba con 106 accionistas, pero solo uno tenía el control sobre el 99,94% de las acciones en circulación, según el último informe trimestral constatado por Valencia Plaza de la web de la CNMV.
A esa fecha, más de la mitad de las inversiones de la cartera correspondían a activos extranjeros. Todo ello en un porfolio diversificado en renta fija, renta variable y participaciones en instituciones de inversión colectiva (IICs). En el plano nacional, y al cierre del tercer trimestre del ejercicio en curso, se dejaban ver acciones de nueve cotizadas. Las mayores exposiciones correspondían a BBVA, Telefónica y ACS, por este orden. Además, también tenía presencia en deuda corporativa de la vasca Gestamp.
De puertas afuera aparecían en la cartera hasta una veintena de acciones donde destacaban -por su posición abierta a esa fecha- compañías como el gigante bancario suizo UBS, la petrolera francesa Totalfina y el banco helvético Credit Suisse. Asimismo, contaba con participaciones en IICs de reputadas gestoras como Nordea y Pictet, entre otras.