VALÈNCIA. Grace Jones es ese tipo de mujer que da miedo a algunos hombres. A los que son como Pablo Motos o Santiago Abascal, por ejemplo. Su poder no procede únicamente de un físico que parece sobrenatural -la mirada felina, la radiante piel negra-, también está intrínsecamente ligado a su personalidad. Grace Jones, nacida Grace Mendoza en Spanish Town, en Jamaica hace 71 años, es fruto de la alianza entre un instinto feroz y un intelecto indomable. Su trabajo como modelo fue lo que la dio a conocer, pero su mayor éxito fue moldearse a sí misma como una obra de arte. Dicho proceso dio comienzo hace cuarenta años, cuando el 9 de mayo de 1980 apareció Warm Leatherette. Aunque fue su cuarto álbum, fue con él que hizo su primera contribución sonora y visual con vistas a alterar el curso de la música pop. Presentó su nueva encarnación creativamente instigada por su entonces pareja, el fotógrafo y diseñador Jean-Paul Goude. Su mirada le sacó filo a sus dones: una expresión desafiante, un corte de pelo propio de un marine, las hombreras del modelo de Issey Miyake agudizando su androginia. Grace Jones se hizo esta fotografía embarazada de su hijo Paulo.
La foto de dicha portada existía antes de que el disco se registrara. El empresario Chris Blackwell y el productor Alex Sadkin la recibieron con una sugerencia: Haced un disco que suene como esta foto. Grace Jones venía de la música discotequera, estilo en el que las intérpretes aportaban voz y carisma, pero donde el mérito creativo iba siempre asociado a los productores. En 1979 la disco music había llegado a su cúspide comercial y creativa. A pesar de que siempre fue una corriente musical mucho más inclusiva y arriesgada de lo que los aficionados al rock estaban dispuestos a reconocer, Jones se sentía como en un callejón sin salida. Deseaba evolucionar y para conseguirlo se puso en manos de Blackwell, propietario del sello Island Records, que habían difundido los sonidos jamaicanos por el mundo a través de Bob Marley. Blackwell acaba de construir un estudio de grabación en Bahamas. Quería darle una identidad creando un equipo de músicos de sesión que imprimiera un espíritu propio a los artistas que grabaran allí, algo parecido a lo que habían hecho equipos como la Wrecking Crew, la Chic Organisation o el sello Stax. Blackwell, confió al tándem rítmico formado por Sly Dunbar y Robbie Shakespeare la cadencia de esa apuesta. A continuación le propuso a Jones que potenciara sus raíces jamaicanas, que fusionara esa tradición con corrientes musicales como la electrónica o el funk. Los setenta estaban pidiendo a gritos un adiós. Grace Jones fue una de las figuras femeninas que ayudó a definir lo que sería el tramo más rico y creativo de los ochenta.
Grace Jones se había dado a conocer siendo material maleable para fotógrafos y modistos -Miyake, Helmut Newton- y productores -Tom Moulton-, pero todo lo que hacía tenía su personalidad. Hace unos años se quejaba de que todas las estrellas femeninas de la actualidad -Gaga, Perry, Cyrus, incluso Madonna- tienen algo de ella pero ninguna ha moldeado su propio estilo, cosa que sí que hizo Jones. Durante sus primeros años de modelo para agencias como Ford y Wihelmina, vivió en París, revolucionando las noches de la ciudad en compañía de sus compañeras de piso y agencia, Jessica Lange y Jerry Hall. Después, el salto a Nueva York para mutar en en sofisticada cantante, famosa por su lectura discotequera de La vie en rose, y reinar en el Studio 54. Cultivó hasta tal punto su imagen de devoradora de hombres que un hombre intentó esposarse a su tobillo durante una actuación. El aspecto feroz y amenazante impregnó también su nueva manera de interpretar. Fue ella la que le propuso a Blackwell cantar como si recitara, expresando todo o nada, canalizando su pasión como si la voz fuese un instrumento más. La artista tenía tan claro su potencial que declararía: “Sólo yo canto así y sólo yo puedo hace un disco de Grace Jones”. Warm Leatherette marcó uno de los giros artísticos más inteligentes y celebrados de la música popular.
El álbum contaba con varias composiciones provenientes del rock, firmadas por Tom Petty, Chrissie Hynde o Bryan Ferry -incluso se grabó un tema de Joy Division para una cara B-, que el equipo transformó a su antojo. Sion embargo, el tema titular era un single independiente de música electrónica aparecido en 1978 y firmado por The Normal, que convertía en canción la fantasía erótica y mecánica de Crash de J.G. Ballard. A Jones le gustó esa analogía, el sexo visto como un accidente de automóvil, ya la hizo suya. Fue la primera canción grabada en las sesiones de Compass Point y marcó el camino a seguir para la sofisticada mutación que sería el álbum. En manos de Jones, Private Life se convirtió en la pieza caribeña que Chrissie Hynde fantaseaba que fuera, y le proporcionó a su intérprete el primer single de éxito en Inglaterra, mercado que a partir de entonces celebró sus canciones. Su presentación en la televisión inglesa dejó muy claro quién era Grace Jones. El tono condescendiente del presentador Russell Harty acabó hartando a la estrella, que le golpeó en plena entrevista cuando empezó a prestarle más atención a otro invitado.
En la actuación que cierra ese mismo programa -un playback de Love Is The Drug con voz en directo- la artista se desprende de su cazadora de piel y deja al descubierto una coraza de plástico, uno de los elementos que enfatizarían su imagen de obra de arte viviente. Warm Leatherette supuso el primer fruto de la llamada trilogía de Compass Point, que culminó un año más tarde con Nightclubbing y terminó en 1982 con Living My Life-, la cual se desarrolló paralelamente a la simbiosis artística que se estableció con su pareja. Goudé la convirtió en motivo preferente de su fotografía. El reto era mutuo, ella se dejaba hacer como modelo y el fotógrafo aceptaba el reto de convertir en arte la osadía que irradiaban su cuerpo y su mente. Grace Jones se convirtió en mujer cubista, en un maniquí al servicio del constructivismo, en un diseño viviente de Sonia Delaunay, en una celebración de la Bauhaus. Y también, tal y como la presentaba el espectáculo que dirigió Goude, en un show de un único hombre. Andrógina, desafiante, exótica, ávida de riesgo, la Grace Jones que más dio a la música pop, a la fotografía y a la imagen en general, nació también con Warm Leatherette y su hipnótica portada.