Ganar tiempo. Pero también dinero. Esa parece ser la estrategia del Gobierno griego, que está dispuesto a asumir otro plan de ajuste a cambio de nuevos fondos del Mecanismo de Estabilidad
Objetivo: ganar tiempo. Esa parece ser la estrategia del Gobierno griego, que tras la carta enviada por el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, a los presidentes del Eurogrupo y del Mede (Mecanismo Europeo de Estabilidad), pretende ahora colocar la pelota en el tejado de los acreedores. Y es que Grecia -guste o no- continúa perteneciendo al euro, y según los Estatutos del Mede tiene derecho -como país miembro- a reclamar ayuda financiera. Se celebre o no se celebre el referéndum el próximo domingo.
Los Estatutos del Mede dejan claro que la ayuda financiera se activará únicamente cuando los presidentes del Eurogrupo y del Ecofin, y el director gerente del FMI “reciban una petición de un país de la zona del euro”. Y eso es lo que ha hecho Tsipras. Tras esta petición, la Comisión Europea, junto con el FMI y siempre en colaboración con el BCE, tiene la obligación de evaluar si existe un riesgo para la estabilidad financiera de la zona del euro y si el nivel de deuda pública es sostenible. Y eso es lo que pide Atenas, que la troika vuelva a evaluar a la economía griega.
Ganar tiempo, sin embargo, no le va a salir gratis al Gobierno de Syriza. Al contrario. Los flujos de liquidez se van cerrando. El presidente del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) -antecedente del Mede-, el alemánKlaus Regling, se puso ayer la venda antes que la herida y recordó (inclusoantes de que llegara la medianoche) que el último tramo del préstamo a Grecia, 1.800 millones de euros, ya no estará disponible, mientras que los 10.900 millones de la Facilidad (otro instrumento de financiación) será cancelados.
Estos fondos se destinan a cubrir el coste potencial de la recapitalización de los bancos o de resolución bancaria en Grecia. En una palabra, Europa comienza a cerrar el grifo a Grecia, como en parte ya hizo este fin de semana el BCE al mantener, y no aumentar, los préstamos de emergencia, lo que alimentó el‘corralito’. Grecia debe nada menos que 130.900 millones a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF por sus siglas en inglés), lo que convierte al país en el mayor deudor.