Como en todo buen restaurante de tradición nipona, se ha de empezar por la técnica. Mientras Kibo ofrece un corte perfecto del salmón, el diccionario anuncia que este lugar es mucho más que un restaurante. En japonés, Kibo significa esperanza (きぼう – kibou) y armonía (⻑和 – chogüa), conceptos que dan forma a una filosofía de vida única basada en la búsqueda de la felicidad en todos los aspectos del día a día. Una filosofía que va de la mano de la paz y la calma, que envuelven tanto a las personas como a los objetos. Y la cual Yayi y Álvaro han empleado desde sus inicios a la hora de dirigirse al comensal y contarle su historia.
Ikigai
Ikigai o, lo que es lo mismo, la razón de ser. Los orígenes del restaurante se remontan a finales de 2020, en plena pandemia, cuando Yayi y Álvaro, una pareja joven y apasionada de la gastronomía, apostaron sus ahorros en un negocio propio: Kibo. Si te asomas a su ventanal -en la calle Antonio Suárez, 15- observarás a Álvaro en la sala, con un carácter atento y, un poco más allá, a Yayi, cuya verdadera pasión reside entre fogones. Ambos supieron confiar y resistir al tiempo, convirtiendo a Kibo en todo un canto a la esperanza.
Pero son muchas más sus cualidades, y es que este es un espacio gastronómico honesto, donde los comensales se relajan, se divierten y se sienten como en casa. Todo ello mientras prueban recetas caseras elaboradas con producto de calidad. Porque entre dos tradiciones culinarias aparentemente opuestas -la japonesa y la mediterránea- también puede surgir la luz. “Queremos trabajar el pescado respetando la tradición japonesa y adaptar esos platos a los gustos mediterráneos”, expresa Yayi. Aquí no hay nada que esconder. De hecho, la cocina permanece a la vista desde la sala y se muestra, al mismo tiempo, en la calle. Dando forma a una experiencia única y para cualquier día de la semana, en la que el verdadero objetivo es lograr que todos los paladares disfruten de su cocina, ya sea con cubiertos o palillos.