VALÈNCIA. Fue a finales de 2020 cuando la Conselleria de Cultura publicó una convocatoria múltiple con una misión: buscar directores. Se dibujaba así una nueva etapa para los festivales Cinema Jove, Dansa València y Sagunt a Escena, aunque no solo. También La Granja estaba incluida en el paquete, un espacio con una historia más que compleja que ahora quiere renacer. Una vez finalizado el proceso, el espacio dedicado a la danza y las artes vivas del Institut Valencià de Cultura (IVC) recibía a Guillermo Arazo como nuevo director, que aterriza en una sede cuyas salas reflejan las heridas de los años de indefinición y con más de un reto por afrontar.
Un buen puñado de bailarines ocupa la sala principal en nuestra visita al centro, ubicado en Burjassot. La actividad, confiesa Arazo, no ha parado desde que llegó. A pesar de todo. Tiene dos años por delante para levantar un proyecto que, aunque con presupuesto y personal limitado, tiene mucha ambición. Entre los objetivos, llegar a Castelló y Alicante, reforzar las tareas de mediación y afianzar la relación con festivales de dentro y fuera de la Comunitat. También acercar la danza a los colectivos menos favorecidos, un proyecto en el que ya está trabajando el nuevo equipo. Sobre el presente y futuro de La Granja, hablamos con Guillermo Arazo.
-Actualmente La Granja acoge el archivo del IVC, algo que limita sensiblemente el espacio útil, ¿qué pasará con él?
-La idea es que se traslade durante este verano a una nueva nave, con lo que se despejará la zona. Esto tiene mucho que ver con esa idea de revitalizar y dinamizar este espacio que estaba en desuso, para que el sector trabaje aquí y, también, para la ciudadanía. En estos momentos estamos trabajando para que el sector sienta La Granja como un espacio propio. En su origen fue sede del Ballet de la Generalitat, después depósito del IVC y ahora es cuando hemos empezado a revitalizarlo.
-Es evidente, cuando uno pasea por el edificio, esos años de desuso.
-Aprovecharemos estos primeros meses para pintar, arreglar todo lo que hay pendiente para, de cara a octubre, despejar las salas y trabajar desde aquí con las distintas asociaciones. Lo fundamental era empezar, dar al sector la posibilidad de trabajar en el espacio. Desde que se ha vuelto a abrir está en uso constantemente y seguimos recibiendo peticiones. No ha parado.
"vamos a abrir una oficina para creadores, para enseñarles cómo mover su proyecto o qué ayudas pueden solicitar"
-¿Por dónde pasa tu proyecto?
-Una de las patas fundamentales del proyecto son las residencias, los laboratorios de creación, para los que se hizo una convocatoria pública a través de la que se seleccionaron dos proyectos, de Lara Misó y Sandra Gómez. La idea es que La Granja sea un centro de investigación y de práctica. Por otro lado tenemos el apartado de creación, las salas de ensayo que ofrecemos al sector, a lo que se suma una línea más formativa, con propuestas vinculadas tanto al aspecto creativo como técnico. De hecho, vamos a abrir una oficina para creadores, una suerte de consultoría técnica, para enseñarles cómo mover su proyecto, qué ayudas pueden solicitar… También abriremos la oficina centrada en la internacionalización de las propuestas. Esta es la línea de acompañamiento que queremos emprender. A todo aquel que necesite un acompañamiento técnico se lo vamos a ofrecer.
-Precisamente hablas en tu proyecto de la importancia de entender un contexto empresarial que ha pasado de la compañía al creador, un sector más atomizado.
-El problema que hay aquí es que se produce mucho pero luego no tiene recorrido. Entonces, ¿qué ocurre? Al final lo que se necesita es saber dónde mover este tipo de propuestas, a qué puertas llamar, qué ayudas solicitar, qué residencias pedir, para que las propuestas que se hagan tengan más recorrido del que tienen ahora. No se pueden morir [los proyectos] después de tres bolos. Debemos trabajar en esto y por eso es importante crear la oficina de acompañamiento. Poner una idea en marcha no solo se refiere al apartado creativo, que nadie lo pone en duda, sino también el apartado empresarial.
Lo que hay que hacer es músculo. Tanto en la investigación como en los cursos formativos y talleres que vamos a emprender, además de esta oficina de acompañamiento. Lo que tenemos que hacer es cuidar a un sector que ha estado bastante puteado y hacerlo junto con las asociaciones profesionales de danza. Estamos trabajando también para establecer lazos de unión con distintos centros, queremos que nos conozcan y que programen las propuestas que nos llegan. En el ámbito de la Comunitat Valenciana y, también, a nivel nacional e internacional. Queremos establecer una red de trabajo, que La Granja sea un nodo más, que podamos empujar proyectos y que otros puedan venir aquí.
-En estas últimas semanas hemos visto como se ha potenciado la comunicación del centro, ¿cuales son los retos como marca?
-Nos interesa que este espacio dé cabida a una nueva generación de bailarinas y creadoras muy potente que hasta ahora no tenían acceso. De hecho, con las primeras actividades hemos ido marcando esa idea. Queremos que desde aquí se irradie ese cambio generacional.
-En estos primeros meses, de hecho, han pasado por aquí proyectos como el de Candela Capitán y Joan Morey, que vincula danza y redes como Tik Tok . También en tu proyecto se da especial importancia a la mirada desde el feminismo y lo queer.
-Estamos trabajando con gestoras y creadoras que están proponiendo una serie de ciclos vinculados a estas cuestiones que queremos visibilizar desde La Granja. Sobre todo se trata de evidenciar, como te decía, ese cambio generacional tan brutal.
-¿Estamos hablando de La Granja como un espacio de danza joven?
-Es un espacio de danza que admite todos los lenguajes. Entre ellos uno que estaba un poco abandonado, el urban dance, que vamos a incorporar como parte de nuestra programación con una serie de talleres a lo largo del año. También trabajaremos el acercamiento del contemporáneo a la danza española o al clásico, queremos ver de qué manera podemos acercar sectores tan separados por metodología, crear conversaciones.
-Se espera que las asociaciones tengan un espacio importante (de hecho, también físico) en La Granja.
-Efectivamente. La idea es trabajar en escucha continua con ellos, con APDCV [Associació de Professionals de la Dansa de la Comunitat Valenciana], AVED [Asociación Valenciana de Empresas de Danza] y Comitè Escèniques. Trabajaremos desde aquí para aquí. La idea es que puedan tener un espacio aquí, una suerte de coworking, y que participen de la cogobernanza de La Granja, con propuestas de programación, por ejemplo, algo que ya está sucediendo de forma informal.
-¿Por qué es importante que asuman ese rol, no tan habitual en otros espacios?
-Ellas son las que mejor conocen las necesidades del sector. Aquí no estamos hablando de un teatro que tenga una programación fija, es mucho más flexible, lo que nos permite ir cambiando las líneas de trabajo dependiendo de las necesidades del sector.
-De manera natural se da la relación con Dansa València, que también estrena dirección. En una entrevista con María José Mora hablaba de La Granja como “cómplice”.
-Totalmente. La idea es formar parte de la programación expandida del festival. Estoy trabajando con María José Mora para, bajo la marca Dansa València, llevar a cabo actividades a lo largo del año en La Granja. Su idea es que el festival tenga unos satélites a lo largo del año, que se impulsarán desde aquí.
-En este tiempo se han tejido relaciones fructíferas con distintos festivales, como 10 Sentidos. ¿Por dónde pasa esta relación en esta nueva etapa?
-Es fundamental que La Granja esté presente en un festival dedicado a las artes vivas. Queremos establecer más lazos con 10 Sentidos. También con Circuito Bucles, que traerán aquí algunas de sus actividades, incluyendo a la compañía que ha surgido del festival, Naranja Escénica, que ha trabajado desde aquí muchas semanas. Queremos que el sector se apropie de la marca La Granja. Y no solo aquí. De hecho, los próximos laboratorios que vamos a sacar, para lo que se hará una convocatoria en diciembre, uno será para Alicante y otro para Castelló. Trabajaremos con el Escorxador de Elche y con el Teatro Principal de Castellón para desarrollar estos proyectos. La Granja no es tanto el edificio sino una marca que llevará la danza a otros espacios.
"LA GRANJA NO ES TANTO EL EDIFICIO SINO UNA MARCA QUE LLEVARÁ LA DANZA A OTROS ESPACIOS"
-¿Tiene La Granja el presupuesto que necesita para llevar a cabo su proyecto?
-Esperemos que tenga más. Este año tenemos 90.000 euros. La idea es que se amplíe para el año que viene.
-¿Cuál sería el presupuesto ideal para desarrollar el proyecto como toca?
-Si se doblase estaría muy bien [ríe] Cuando esté el edificio en condiciones sí me gustaría, además, incluir un poco de exhibición. Por un lado, aquí, y por otro, llevar propuestas de artes vivas a espacios no convencionales de la ciudad. Estamos, de hecho, en conversaciones con el IVAM para que colabore en este proyecto. La idea es seguir en esta línea, tanto aquí como en Alicante y Castellón. Se trata de acercarse a otro tipos de propuestas escénicas, desde otro sitio, complementando con esta línea de investigación el trabajo de otros espacios escénicos del IVC.
-¿Y tiene el personal para ello?
-La Granja, como parte del IVC, sufre la misma carencia de personal. Quizá más acentuada por ser un espacio nuevo. Hemos pedido una reunión urgente para tratar esta cuestión.
-Es imposible no hablar de la coordinación del espacio de este año sin tener en cuenta el contexto que vivimos, desde una crisis sanitaria que ha afectado especialmente a las artes escénicas, al conflicto entre el sector y el IVC, ¿cómo afecta al futuro inmediato del centro?
-Es un momento de aprovechar y establecer esa base de escucha continua, ver cuáles son sus necesidades y nosotros modificar nuestra línea de trabajo de su mano. Es necesario un cambio de paradigma. Una apuesta más fuerte por la diversidad de propuestas escénicas y una escucha activa al sector. Por eso para nosotros es importante el trabajo con las asociaciones, que son las que mejores conocen su realidad.