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exposición de damià jordà

Hacer patria desde el barrio

11/12/2020 - 

VALÈNCIA. Una amable, una trista, una petita patria. Así comienza Coral romput de Vicent Andrés Estellés, mítico verso que ha inspirado a muchos y muchas y que esconde una profunda reflexión sobre los espacios habitados. Entre dues clarors, de comerços antics/ de parelles lentíssimes, d'infants a la placeta / de nobles campanades i grans llits de canonge. Sobre el concepto de nación, patria e identidad habla Damià Jordà en su nuevo proyecto expositivo, cuyo título homenajea los versos de Estellés, Una petita patria. La galería de arte contemporáneo The Blink Project (Calle Carrasquer, 6) inaugura esta semana la exposición, un proyecto pensado para ser visto desde fuera de la sala y que busca romper con los símbolos clásicos para sustituirlos por otros más cercanos. “Juego con la idea del sentimiento nacionalista, quiero ironizar sobre ello sutilmente. Decía Federico Luppi en Martín (Hache) que la patria son los amigos, lo que te genera ese sentimiento de pertenencia. Hablamos mucho de símbolos, de banderas, cuando en realidad, humanamente, nos sentimos más ligados al parque de nuestro barrio. Ese ese el fondo”, explica Jordà en conversación con Culturplaza.

Y es esta “pequeña patria” la que Jordà construye en el cubo blanco de la galería, en la que el concepto de nación se aleja de los símbolos abstractos y de los discursos épicos para reducirse a lo más cercano. Un bar, un calle, un parque. El artista dirige la mirada a esa identidad construida desde los elementos cotidianos, aunque a veces sea vulgar o decadente. No se trata, precisamente, de crear elementos de identificación, sino de aquellos espacios habitados que nos identifican. Son esos los que crean la patria de Jordà. “Lo que estoy mostrando son esos espacios olvidados pero transitados, esos pequeños lugares que configuran la identidad emocional y cotidiana de la gente. Al cambiarlo de contexto, además, al llevarlo a una galería de arte, la sensación que nos producen son diferentes, nos lleva a una lectura más allá del día a día. Es un juego muy interesante”, relata el artista. 

Con un registro estético tan cercano al paisajismo romántico como al documental realista, el artista ofrece al espectador una mirada a veces furtiva hacia una realidad en la que pocas veces los seres humanos son protagonistas, pero en la que su huella está siempre presente. Los espacios de las clases populares, sus lugares de trabajo y de ocio, los rincones olvidados de las ciudades, asumen el protagonismo de esta pieza envolvente. Esta mirada no es nueva para el artista, sino que se enmarca en un universo que ha andado varias veces en los últimos años. De hecho, durante el confinamiento, presentó de la mano de la galería el ensayo fílmico Mitologia del treball, en el que reflexiona en voz alta sobre la estética del trabajo y sus formas de representación en el cine y la televisión. Ahora regresa a esos espacios que quiere, no solo mostrar, sino dignificar. 

“Mi obra, en los últimos años, tiende a colocar la mirada en el hecho cotidiano, se centra a nivel estético en aquellos lugares que transitan las clases trabajadoras, una idea que muchas veces se enfrenta a los estereotipos sobre lo qué es obrero”, explica Jordà. De esta forma, Una petita patria quiere mostrar esas identidades generadas desde lo concreto, del contacto, una identidad que tiene algo de físico y que parte de un trabajo de observación alargado en el tiempo. “Durante dos años he trabajado sobre esos lugares susceptibles de ser ‘Petita patria’. Aunque hago referencia a Estellés, realmente no fue el punto de partida. De hecho,  intento romper la lógica del proceso de producción fílmico, voy filmando, montando y escribiendo al mismo tiempo”.

Aunque la exposición se ha tenido que retrasar por la crisis sanitaria, lo cierto es que el contenido no se ha tenido que modificar. De hecho, la idea de que pudiera verse desde fuera de la galería vino antes del confinamiento, algo que está vinculado al cambio de sede de The Blink Project -antes Mister Pink- y al propio formato del proyecto del artista. Se trata de una instalación audiovisual, un sistema de múltiples pantallas que podrá verse desde fuera, una idea anterior a la crisis sanitaria pero que “en tiempos de covid ha cobrado más sentido”, debido a la limitación de aforo. Se ve desde fuera… y también se escucha. Y es que, para disfrutar de la obra completa, con su pista sonora íntegra, el espectador debe interactuar con la misma. Así, el público podrá escuchar la pieza sonora vinculada a la obra ‘acercándose’ al cristal de la galería, que contará con un pequeño altavoz (aunque también habrá un código QR para poder escucharlo en el teléfono móvil) por el que Damià Jordà recitará el Coral romput de Vicent Andrés Estellés. 

Una amable, una trista, una petita patria.

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