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tras su rehabilitación

Hacienda hará visitables los mosaicos Nolla descubiertos en el Palau de Calatayud

2/04/2018 - 

VALÈNCIA. La Conselleria de Hacienda y Modelo Económico ha sacado a la luz en el Palau de Calatayud, que durante años albergó la sede de la Conselleria de Justicia y Administraciones Públicas, uno de los mayores conjuntos de pavimento Nolla de la Comunitat Valenciana. Estas piezas de mosaico cubren un total de 414 metros cuadrados del edificio ubicado en la calle Micalet, 5, que data de principios de siglo XX y que va a ser rehabilitado por la Generalitat.

Las piezas de mosaico Nolla, material muy apreciado por su riqueza cromática, originales formas y excepcional durabilidad, serán restauradas dentro de la política del Consell de protección y conservación del patrimonio cultural e histórico de todos los valencianos. Además, el proyecto es que el conjunto sea visitable al menos durante días determinados del año, para garantizar el disfrute público de los valencianos del rico patrimonio público, sin afectar al uso administrativo del inmueble.

Al acometer las obras de reforma del Palau de Calatayud para corregir sus graves deficiencias de conservación y de seguridad, salió a la luz todo este conjunto y finalmente la conselleria que dirige Vicent Soler ha decidido poner en valor y restaurar este patrimonio. Los suelos revestidos de pavimento Nolla estaban ocultos bajo una capa de gres y otra de suelo laminado, que se superpusieron a lo largo de los años. Una vez retirados estos dos recubrimientos, aparecieron las pequeñas piezas de mosaico que están repartidas entre el entresuelo (55 metros cuadrados), planta primera (198 metros cuadrados) y planta segunda (161 metros). Los mosaicos se encuentran en diferente estado de conservación, aunque la mayoría está cubierto del pegamento empleado para la instalación de los suelos, que se retirará para rescatar y pulir las piezas Nolla. 

Poyatos: “Hay que integrar el patrimonio”

El director general de Sector Público, Modelo Económico y Patrimonio, Juan Ángel Poyatos, ha señalado que “es fundamental preservar el legado histórico y tratar de integrarlo para beneficio de la sociedad. Desde el Consell estamos llevando a cabo una gestión integral del Patrimonio que combine la optimización del uso de los edificios con la protección de su valor arquitectónico y cultural”.

“La recuperación del Palacio de Calatayud permitirá disponer de un nuevo edificio para uso administrativo, situado en un enclave privilegiado, a sólo unos metros del Palau de la Generalitat y del Palau de Castellfort. El edificio se encontraba en un estado de grave deterioro, ya que el anterior Ejecutivo apenas realizó inversiones para mantenerlo, por lo que era necesario acometer una rehabilitación”, ha explicado Poyatos, quien ha subrayado el objetivo de que el rico patrimonio, no solo permanezca en el inmueble, sino que “incluso se pueda visitar mediante itinerarios adaptados y accesibles al público”.

Una cerámica de gran durabilidad

La cerámica Nolla es una de las primeras cerámicas de altas prestaciones que se produjo en España. Fue introducida a mediados del siglo XIX desde Inglaterra por Miguel Nolla, un empresario de Reus tatarabuelo de Rita Barberá.

Consiste en pequeñas teselas geométricas de gres de diferentes colores y tamaños, que se combinan para formar composiciones a modo de mosaico, por lo que es comúnmente conocida como “mosaico Nolla”.

Este pavimento se convirtió en sinónimo de lujo. Quien podía pavimentar su casa con algunos de los miles de dibujos posibles demostraba buen gusto y, sobre todo, una buena posición económica. Ahora, pasado el tiempo, casi cuarenta años después de cerrar la fábrica, los mosaicos de Nolla que quedan son objeto de auténtica veneración por su originalidad y gran belleza, así como por la calidad intrínseca del producto, que todavía hoy sorprende por su factura y gran dureza.

Un pequeño oratorio y molduras de pan de plata y oro

En el Palau de Catalayud también se han realizado catas en las molduras que decoran las estancias. Unos trabajos que han revelado que posiblemente el material original que las recubría en algunos casos era pan de plata y, en otros, pan de oro, si bien el paso del tiempo hace que prácticamente haya desaparecido. El objetivo es recuperar estas molduras para poder apreciar su aspecto y prestancia originales.

Las obras de restauración también han sacado a la luz la estructura de una posible pequeña capilla, con forma de oratorio recubierto de madera y seda, que había sido tapiada y que está ubicada en uno de los despachos principales -que mira a la calle Micalet y a la plaza de la Virgen- y que albergó en su día a la Conselleria de Administración Pública y, más recientemente, la de Transparencia.

El edificio conserva, en varias de sus estancias, las puertas y ventanas de madera originales, si bien cubiertas bajo gruesas capas de pintura, por lo que serán decapadas para devolverles su aspecto y color original.

Las ornamentaciones presentan ricos bajorrelieves y paneles de yeso con motivos de guirnaldas, flores y animales. Las salas nobles que dan a la calle Micalet y Santo Cáliz tienen mayor calidad, tanto estética como de materiales.

El Palacio de Calatayud cuenta con un total de 5 plantas, que ocupan una superficie de 2.742 metros cuadrados, por lo que la redacción del proyecto se prevé un trabajo laborioso, que tiene como finalidad aunar la recuperación de un edificio singular con su uso administrativo al servicio de los ciudadanos.

Una muestra de la pujante burguesía valenciana

El conjunto actual de Micalet, 5 es el resultado de la unión de tres antiguos edificios, entre los que destacan el llamado Horno de los Apóstoles y el Palacio de Calatayud, que da nombre a la construcción.

El Palacio constituye una importante obra de arquitectura representativa de la pujante burguesía valenciana de principios de siglo. El inmueble, diseñado en 1907 por Juan Luis Calvo Catarineu, refleja a la perfección el gusto por el estilo ecléctico de finales del siglo XIX, con una preferencia por plasmar elementos neobarrocos  y muestra de  la bonanza que vivía Valencia en esa época. 

La puerta principal del Palacio, en arco de medio punto, se corona con el escudo que evidencia el linaje del propietario, Vicente Calatayud-Fita y Rovira-Merita, caballero de la Orden de Calatrava y marqués de Cremades, casado con Pascuala Enríquez de Navarra y Mayans.

Las salas nobles se reparten sobre todo en planta primera y segunda con falsos techos decorados con molduras, que ocultan uno de los elementos que le otorgan una mayor singularidad al inmueble: La estructura metálica del edificio, realizada en su mayor parte de viguetas de hierro y revoltones. En aquel momento, constituía toda una novedad, ya que hasta entonces el material habitual era la madera, de forma que el uso de estructuras metálicas solo estaba al alcance de las familias más adineradas.

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