MADRID (EP). Las mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP) tienen altos niveles de andrógenos en la sangre, que se considera que puede afectar al desarrollo fetal durante el embarazo. Un equipo internacional de investigadores dirigido por el Instituto Karolinska en Suecia ha identificado ahora un mecanismo hormonal que podría explicar por qué las mujeres con SOP corren más riesgo de desarrollar síntomas de mala salud mental, como ansiedad y depresión, en la edad adulta.
El SOP afecta a más de una de cada diez mujeres en edad fértil y se caracteriza por pequeños folículos en uno o ambos ovarios, altos niveles de testosterona en la sangre y períodos irregulares. Las mujeres con SOP también presentan problemas de obesidad y resistencia a la insulina, lo que las pone en mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, además de que son más propensas a tener problemas de salud mental.
"Más del 60 por ciento de estas mujeres son diagnosticadas con al menos un síntoma psiquiátrico, como ansiedad, depresión o un trastorno de la alimentación, y el suicidio es mucho más común entre las mujeres con SOP que entre las controles sanas", dice la investigadora principal, Elisabet Stener-Victorin, del Departamento de Fisiología y Farmacología en el Instituto Karolinska.
También se sabe que las hijas de mujeres con SOP tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad, mientras que los hijos tienden a presentar problemas con la obesidad y la resistencia a la insulina. Se ha asumido que una de las causas es la mayor exposición en el útero a las hormonas masculinas (andrógenos) a través de la sangre de la madre, pero el mecanismo biológico no está claro.
En este estudio presentado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores han examinado lo que ocurre cuando las ratas embarazadas y sus fetos están expuestos a dosis excesivas de testosterona similares al estado de las mujeres embarazadas con síndrome de ovario poliquístico. Analizaron el impacto en la placenta y en el crecimiento fetal y monitorearon la descendencia –de ambos sexos– hasta la edad adulta, momento en el que se puso a prueba su comportamiento.
Sus resultados muestran que tanto la descendencia masculina como la femenina expuestas a la testosterona en una etapa fetal tardía muestran un mayor grado de ansiedad que los comportamiento adultos de individuos nacidos en circunstancias normales. Otros experimentos permitieron a los autores establecer que la testosterona ejerce el mayor efecto en la amígdala, una región del cerebro que juega un papel en la regulación emocional y el comportamiento relacionado con emociones tanto positivas como negativas.
El equipo encontró evidencia de trastornos en la actividad del gen que regula el receptor de andrógenos en la amígdala de la descendencia y descubrió cambios en los receptores para un tipo de estrógeno y en los genes que regulan la serotonina y GABA, sustancias de señalización en el cerebro conocidas por su participación en la regulación del comportamiento ansioso.
"Pero cuando los receptores androgénicos y estrogénicos fueron bloqueados por dos medicamentos diferentes, los animales resultaron protegidos contra el desarrollo de un comportamiento similar a la ansiedad en al edad adulta", dice Stener-Victorin. "Nuestros resultados indican un mecanismo biológico hasta ahora desconocido que puede ayudar a entender por qué las hijas y los hijos de las mujeres con SOP desarrollan ansiedad en la edad adulta", concluye.