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Hasta un 48% de la población podría sufrir dificultad para iniciar o mantener el sueño

18/03/2016 - 

MADRID, (EP). La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha dado la voz de alarma: los adultos españoles no duermen bien. Sus estimaciones apuntan a que entre el 20 y el 48 por ciento sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño y, de ellos, un 10 por ciento - aunque la cifra puede ser mayor- sufre algún trastorno de sueño crónico y grave.

Las cifras no están claras ya que existe un gran infradiagnóstico. Aunque muchos trastornos del sueño son tratables o prevenibles, menos de un tercio de los pacientes buscan ayuda profesional. Los trastornos del sueño más comunes son el insomnio, la hipersommolencia, las parasomnias (sonambulismo, terror nocturno, alimentación nocturna), el síndrome de piernas inquietas, trastornos del sueño REM, narcolepsia, privación del sueño y la apnea (el trastorno de sueño respiratorio más común).

Este viernes, 18 de marzo, es el Día Mundial del Sueño, una fecha que este año está dedicada a inculcar sobre la importancia de tener una buena calidad de sueño. Pero, ¿qué es tener una buena calidad de sueño?

"Hay tres aspectos básicos para determinar si una persona tiene una buena calidad de sueño: la duración, la continuidad y la profundidad. Es decir, si el tiempo dedicado a dormir no es suficiente para sentirnos descansados al día siguiente, si hay interrupciones en nuestros ciclos de sueño, o nuestro sueño no es lo suficientemente profundo para considerarlo restaurador, es que no tenemos una buena calidad de sueño y, por lo tanto es el momento de visitar a un profesional", explica el doctor Hernando Pérez Díaz, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología.

"El sueño es un proceso fisiológico de vital importancia para la salud integral de los seres humanos, para la supervivencia del individuo y para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Si no conseguimos dormir bien se reduce la calidad de vida, aumenta el riesgo de hipertensión y, por tanto, de sufrir un accidente cerebrovascular, y se pueden agravar otras enfermedades que parezcamos", añade.

"Es determinante para la calidad de vida", confirma el neurofisiólogo, psicólogo clínico y responsable de la Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca, el doctor Rafa Téllez, quien destaca que las alteraciones en el descanso ya no distinguen edad, siendo, de hecho, los jóvenes los más afectados

Cuando éste es deficitario o de mala calidad, pueden presentarse múltiples y diversos síntomas: fatiga diurna, alteraciones del humor tales como irritabilidad, disforia, tensión, indefensión o incluso estado de ánimo deprimido. Además, los afectados pueden referir quejas somáticas gastrointestinales, respiratorias, cefaleas, mialgias o dolores no específicos.

Además, la falta de sueño provoca baja la concentración y la capacidad de atención, el tiempo de reacción aumenta, se pueden producir fallos de memoria, cambios bruscos de humor y alteraciones en el proceso de toma de decisiones, problemas de aprendizaje, etc.

Desde la SEN recuerdan que condiciones ambientales que rodean a la hora de dormir -temperatura de la estancia, el ruido o la luz - tienen un papel significativo a la hora de tener una buena calidad de sueño; incluso las luces del alumbrado nocturno de las calles, y especialmente el de las grandes ciudades, pueden interferir en nuestro sueño y provocar que nuestro descanso no sea suficientemente reparador. Además, existen otros condicionantes como la comodidad de la cama, la ingesta de ciertos alimentos o bebidas o el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarnos.

Para un sueño de calidad, el doctor Rafa Téllez recomienda "levantarse todos los días a la misma hora, incluido el fin de semana; así como, evitar: siestas largas, quedarse en la cama más tiempo del necesario, sustancias estimulantes, cenas copiosas, uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse, etc".

Respecto a la duración del sueño, apunta que "su duración es variable en cada individuo. Lo importante es que cada uno, intente ajustarse a sus necesidades". Indica también que "a lo largo de la noche el sueño va atravesando por varios ciclos y niveles de profundidad" y que es normal despertarse varias veces a lo largo de la noche. "La calidad del sueño no depende tanto de dormir de un tirón, como de volver a conciliar el sueño", añade.

Cuando se trata de un trastornos, hay que tener en cuenta que cada uno tiene su tratamiento específico pero, en líneas generales y tal y como apunta Tellez, "es en la consulta de las Unidades Asistenciales de Sueño (UAS) donde se orienta a cada paciente hacia qué especialista debe acudir, indicándole pautas basadas en tratamientos farmacológicos y/o técnicas psicológicas enmarcadas en la psicoterapia cognitivo-conductual (psico-educación, control de estímulos, higiene del sueño, restricción del sueño, etc.)".

El médico señala que los medicamentos más utilizados para tratar estos trastornos "suelen ser eficaces y altamente seguros bajo un adecuado control médico, siendo ese control todavía más importante en el caso de las BZD (Benzodiacepinas), sustancias con efecto hipnótico y ansiolítico, debido a la posibilidad de habituación, dependencia y adicción que presentan si se toman de forma continuada durante largos periodos de tiempo".

De ahí que el doctor recomiende evitar la automedicación. "Su utilización está muy extendida, estimándose que hasta el 28 por ciento de la población ha utilizado estos medicamentos alguna vez y que hasta el 12 por ciento de la población general los utiliza de forma habitual para conciliar el sueño. De hecho, en los años 80-90 llegaron a alcanzarse cifras todavía más elevadas, por lo que las autoridades sanitarias regularon en 1993 el control de la prescripción y dispensación de estos fármacos", afirma.

Más allá de los factores que pueden interferir en la calidad de sueño, existe un alto porcentaje de la población que padece algún tipo de trastorno del sueño. Dentro de ellos, el insomnio es el más frecuente, ya que entre el 25 y el 35 por ciento de la población adulta padece insomnio transitorio y entre un 10 y un 15 por ciento sufre de insomnio crónico.

Tras el insomnio, los trastornos del sueño más comunes son el síndrome de apneas-hipopneas del sueño y el síndrome de las piernas inquietas. Se estima que el 90 por ciento de los pacientes con apnea del sueño o con síndrome de las piernas inquietas no están diagnosticados.

El síndrome de las piernas inquietas afecta aproximadamente a un 5% de la población, siendo las personas mayores de 50 años las más propensas a sufrirlo; mientras que el síndrome de la apnea del sueño afecta a entre un 2 y un 4 por ciento de la población, principalmente a varones adultos con sobrepeso y a mujeres que han pasado la menopausia.

Por otro lado, al menos unas 25.000 personas padecen en España narcolepsia, un trastorno que este viernes celebra su Día Europeo. Caracterizado porque su síntoma más incapacitante es la somnolencia excesiva diurna, la SEN estima que entre el 60% y el 80% de los pacientes con narcolepsia están sin diagnosticar y que incluso, en algunos casos, no se detecta hasta los 10 años de haber comenzado a tener los primeros síntomas, por lo que su incidencia podría ser mayor.

 "Avanzar en la identificación temprana de narcolepsia, pero en general de cualquier trastorno del sueño es indispensable para una mejor gestión y seguimiento de estos pacientes, así como para mejorar su calidad de vida. Esta necesidad se hace aún más importante en los niños pequeños, en adolescentes y en personas que comienzan a integrase laboralmente, por las consecuencias que estas  enfermedades tienen en ellos", destaca Hernando Pérez.

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