Su sede de la calle Pascual y Genís, levantada en 1883, es una delicia arquitectónica. Además de haber restaurado la fachada original, en el interior acoge tesoros como la biblioteca de incunables, el Salón de actos de la Reina o la galería donde duermen las figuras conocidas como los bultos de Sant Vicent Ferrer
VALÈNCIA.- El Colegio Notarial de Valencia, que en realidad ofrece cobertura a toda la Comunitat Valenciana, hace gala de la enjundia que le confiere ser uno de los más antiguos de España. Y sin embargo, Francisco Cantos, decano de la institución desde noviembre del año pasado, insiste en el potencial de la profesión para ser útil a la sociedad en los tiempos modernos.
— ¿Qué retos se plantea para los cuatro años de mandato que tiene por delante?
— Mandato me parece excesivo —bromea—. En cualquier caso, yo provengo de la junta anterior, que funcionaba razonablemente bien, pero hay que seguir actualizándose al ritmo de la sociedad. Hace quince años sólo atendíamos a los profesionales, mientras que ahora también damos servicios administrativos y de asesoría al ciudadano. El objetivo es que la sociedad nos entienda cada vez mejor y le seamos cada vez más útiles.
— ¿Cree que la figura del notario no está suficientemente valorada ahora?
— La concentración urbana ha hecho desaparecer el conocimiento del derecho que tenía la gente. En las poblaciones más pequeñas, se acude al notario hasta para las dudas más esotéricas. En las ciudades, uno va un día en su vida a comprarse un piso, y si es que lo compra, porque la cultura jurídica del derecho privado la tenemos desatendida. Es una pena que la gente desconozca lo útiles que somos, y lo económicos, dicho sea de paso.
— Pues tienen fama de cobrar mucho.
— ¡Para nada, eso es una confusión! Cuando una persona hace la escritura de un piso de 100.000 euros, los impuestos se llevan 10.000 y los notarios se quedan con 400, pero la sensación es de estar gastando mucho. Además de que todos cobramos lo mismo, es un arancel marcado por el Gobierno. Hace diez años igual se ganaba mucho trabajando de notario, pero hoy en día está muy complicado lo de mantener las oficinas.
— ¿En qué ámbitos de la vida cotidiana podrían participar más activamente?
— Todo depende de la permeabilidad de la sociedad. Hay una serie de instrumentos recientes de gran utilidad, pero que han tardado siete u ocho años en arrancar, como el poder preventivo para cuando alguien pierde sus capacidades, las voluntades anticipadas para la donación de órganos o la ley de jurisdicción voluntaria, que pronto será un boom.
— ¿Y qué hay de la polémica por su intervención en las juntas vecinales?
— Los notarios no pueden levantar acta en las juntas, la ley no lo permite. En Cataluña tienen un régimen especial donde sí está reconocido que vayamos a las juntas contra la oposición de algún vecino. En la Comunitat no sucede lo mismo, no hay competencias. Tienen que estar de acuerdo todos los propietarios para que podamos asistir.
— ¿Son los divorcios, especialmente en la Comunitat, el auténtico filón?
— Lamento llevar la contraria, pero no. Es verdad que las bodas están más paralizadas, a la espera de la ley de registro civil, por la que se generarán expedientes en la notaría. Pero los divorcios, que ahora suelen ser de mutuo acuerdo y sin hijos menores, se solucionan en cinco minutos y por 150 euros. Es lo que se gastan en peladillas en muchas bodas.
— ¿Qué opina sobre la reclamación del derecho civil valenciano?
— El caso es que ahora no tenemos competencias. Y hay temas mucho más urgentes que pelear en ámbitos como la sanidad o la educación. Si cuando se hizo la Constitución se hubiese pedido, lo tendríamos, o si algún jurista valenciano hubiese ido al Congreso de Zaragoza. Pero es que no ha habido ningún interés. El derecho civil por territorios no es necesario, a la gente le hace la vida más complicada, porque hoy en día no hay ninguna diferencia entre los regímenes que pueda tener un noruego y un valenciano.
— Se han visto en numerosas encrucijadas durante la crisis del mercado inmobiliario. ¿No deberían haber alertado a los compradores sobre las cláusulas suelo?
«Casi todos los jueces tienen hipotecas, ¿no vieron lo que pasaba? No fue tan claro, no todas las cláusulas suelo son nulas»
— En esta película no hay ni buenos ni malos. Es evidente que hay una parte más fuerte y otra más débil, por lo que el papel del notario debe ser nivelador. Pero casi todos los jueces de España tienen préstamos hipotecarios, ¿es que no vieron ellos lo que pasaba? Con esto quiero decir que no fue tan claro, no todas las cláusulas suelo son nulas, pese a que ahora se estén castigando con efecto ejemplarizante. Otra cosa distinta es que se produjera oscuridad material, pero en algunos casos se explicó muy bien al comprador.
— Que el Gobierno valenciano elimine la bonificación en el impuesto de sucesiones y donaciones, ¿tendrá una incidencia negativa en las cuentas?
— En el caso de las sucesiones, se trata de un negocio jurídico necesario, por tanto se harán las mismas. Pero si yo quiero darle a mi hijo 20.000 euros y me dicen que tengo que pagar 15.000, pues entonces sí que me lo pienso. Seguramente, este año observaremos una caída en estas operaciones, se harán menos. Y eso es malo, porque las donaciones a los hijos tienen un efecto dinamizador de la economía: ayudan a montar un negocio, a comprar un piso, un coche...
— Presumen de ser uno de los colectivos mejor preparados para las nuevas tecnologías.
— Hace quince años que empezamos a predicar en el desierto y hoy en día somos punteros en firma electrónica y las comunicaciones telemáticas. Nuestro mayor fallo es que, al otro lado de la línea no hay nadie. La Administración de Justicia tiene esa carencia.
— ¿Qué le va a pedir a los miembros del Consell cuando se reúnan?
— Los notarios somos más de colaborar que de exigir. Nos quejamos poco, sí que tenemos una petición: medios adecuados para servir mejor a la sociedad. Queremos intervenir en la fase precontractual. ¿A usted de qué le sirven mis consejos si viene solo el día de la firma y llega con todo pactado? También pulir cositas. Tener acceso telemático al registro de fundaciones, de cooperativas, de voluntad anticipada... Son medidas de nuestro tiempo que evitan incomodidades al ciudadano y nos ahorran dinero a todos.
— ¿Son sus objetivos a alcanzar antes de abandonar el cargo?
— (Sonríe) ¡Es que soy un hombre poco ambicioso!
*Este artículo se publicó originalmente en el número 28 de Plaza