Estos días de confinamiento me viene continuamente a la mente una frase, que es, por cierto, el título de un gran libro de Rafa Latorre, “habrá que jurar que todo esto ha pasado: el autosacrificio catalán”.
Para ser exactos, lo que me viene a la cabeza es la primera parte del título, porque hay momentos a lo largo del día en los que crees ser consciente de la importancia y del alcance de lo que estamos viviendo. Es todo de tal magnitud, que creo que, cuando acabe -que acabará-, alguien nos tendrá que pellizcar y jurarnos que “todo esto” ha pasado.
Todo esto. Porque afecta a todo, nos afecta a todos y nos afecta en todo.
Desgraciadamente está pasando, no es una pesadilla, aunque lo parezca. Y desgraciadamente, cuando volvamos a salir a la calle, a abrazar a nuestros amigos y familiares, a acudir a nuestros trabajos, a abrir las persianas de nuestros negocios y nuestros hijos vuelvan a los centros escolares, habrá algo que nos recordará, sin necesidad de tener que pellizcarnos ni jurar nada, que esto ha pasado: los efectos causados por el Covid-19 en la economía se van a encargar de recordárnoslo.
Van a ser tantos, tan variados y tan extensos a nivel mundial que se ya se están haciendo miles de análisis, predicciones, informes, propuestas y artículos al respecto. Imposible hacer un único diagnóstico y dar con una solución infalible.
En estos momentos de incertidumbre vivimos al día. Pendientes continuamente del parte diario de afectados, de las ruedas de prensa, esperando recibir noticias que permitan apreciar esa grieta, que siempre la hay, por la que empiece a entrar la luz. Esperamos noticias esperanzadoras que anuncien cifras más optimistas acerca de lo que es, sin duda, lo más importante: el sufrimiento de enfermos y familiares, los fallecidos y la situación límite en la que trabaja el sector sanitario.
Pero también vivimos pendientes de noticias sobre propuestas y promesas de ayudas a la economía por parte de las diferentes Administraciones. Desde las que vienen de Europa hasta las que pueda anunciar el más pequeño municipio.
En lo que respecta a la Comunidad Valenciana, vivimos pendientes de en qué medida va a ser afectada nuestra economía y qué se puede hacer para que los efectos del Covid-19 sobre la misma no sean tan devastadores como predicen a diario titulares, estudios e informes. Existe una fundada preocupación por el efecto sobre la producción, la destrucción de empleo y también por la situación, ya de por sí delicada en muchas ocasiones, de autónomos y pequeñas empresas.
Nuestra economía depende en gran proporción de un sector que va a ser el gran castigado, el turismo: hostelería, restauración, ocio… El 15% de los empleos de la Comunidad ya están vinculados a este sector. Se prevé que se perderán unos 9.600 millones de euros por el cierre turístico de las fronteras. Incluso la campaña de verano está en el aire. Un futuro incierto.
Por otro lado, el sector productivo de la Comunidad Valenciana se caracteriza por estar constituido fundamentalmente por pequeñas y medianas empresas de las que dependen la mayoría de puestos de trabajo, además de que este menor tamaño influye negativamente en su productividad.
Ambos factores, la dependencia del turismo y el tamaño empresarial, hacen sospechar que los nocivos efectos en la economía puedan ser especialmente dañinos en nuestra comunidad.
Las ayudas anunciadas por el Gobierno van en el buen camino, aunque seguimos esperando que se concreten y poder leer la letra pequeña para conocer su verdadero alcance y efectividad. Además, nos preocupa especialmente el colectivo de autónomos, desprotegido y olvidado en tantas ocasiones. También en esta ocasión corren el riesgo de volver a quedar al margen. El Gobierno debería escuchar sus necesidades y facilitarles, ya no solo su recuperación cuando esto pase, sino lo imprescindible para no tener que bajar la persiana definitivamente.
En Ciudadanos queremos ser útiles a los autónomos y empresarios de esta comunidad y nos hemos puesto a su disposición para escucharles con la intención de trasladar al Gobierno del Botànic sus inquietudes, sus peticiones y sus necesidades. No queremos que ni uno solo quede desprotegido durante esta crisis y tenga que cerrar su negocio o despedir a sus empleados.
También hemos propuesto otro tipo de iniciativas destinadas a apoyar al sector primario que nos parecen imprescindibles, más aún en estos momentos en que agricultores y ganaderos están dándolo todo día tras día. Pedimos para ellos más protección, ayudas directas y no pagar cuotas de autónomos, entre otras medidas sanitarias, informativas, procedimentales y económicas dirigidas a la protección del sector.
Otras de nuestras muchas aportaciones van encaminadas a fomentar el teletrabajo, aplazar impuestos, incrementar la información y la coordinación entre administraciones etc., todas con el objetivo de facilitar el día a día a los ciudadanos y ayudarles a sobrellevar estos tiempos difíciles.
Esta crisis tiene que suponer un paréntesis, una pausa, un inciso. Hay que conseguir, en cuanto sea posible, que todo vuelva a la situación en la que nos encontrábamos cuando se decretó la alarma.
Después, ya habrá tiempo de pensar en nuevas medidas para incentivar la demanda y el consumo, de seguir proponiendo iniciativas para que la industria crezca, para consolidar un modelo productivo de éxito, para atraer inversión, para generar más empleo de calidad. Para que la Comunidad Valenciana crezca en todos los aspectos y rentabilice su gran potencial. Pero ahora los poderes públicos deben hacer un esfuerzo por contener la destrucción de empleo y por “congelar” la situación. Que nadie se vea abocado al cierre por falta de liquidez. Y los comerciantes y pequeños empresarios que tanto hacen por este país y por esta comunidad son un colectivo muy vulnerable. Protejámosles.
