En su relación con los clientes, le gustan las cosas bien hechas, sin prisas. Esa es una de las claves del éxito de este financiero que se contagió en casa del ‘veneno’ del parqué y no ha sabido (ni querido) curarse
VALÈNCIA.-Juan Espinós Roca (València, 1979) contaba con catorce años y ya prestaba mucha atención en las reuniones familiares a un tío suyo que «contaba sus pericias inversoras». El gusanillo por la bolsa comenzaba a picarle —con el beneplácito de sus padres— aunque como reconoce este licenciado en Economía, con el EFA bajo el brazo, fue en la Facultad de Economía de València donde decidió orientar su vida profesional a los mercados financieros. Y buena culpa de ello la tuvo el histórico Club de Inversión Mobiliaria de València (Cimav), uno de los más activos en toda España en los noventa y del que salieron muchos financieros valencianos.
«Me aportó mucha formación teórico-práctica a través de cursos, seminarios, conferencias y libros especializados que había en la biblioteca del club que no eran fáciles de encontrar en una biblioteca tradicional. Fue un club donde nos juntamos un grupo muy activo de jóvenes, interesados en una temática muy concreta y que tenía por aquel entonces pocas asignaturas relacionadas con el mundo bursátil», recuerda este apasionado del deporte, la playa, el cine y la lectura.
Espinós, que empezó su carrera profesional en el año 2002, recuerda: «Durante los años que estuve en el Cimav conseguimos inaugurar el primer parqué bursátil de la facultad, un lugar con diversos programas especializados de análisis y conexión en tiempo real; todo un logro para la época». Y no le falta razón porque eran tiempos donde no existía internet. Sin embargo, la aparición de la ‘red de redes’ ha tenido mucho que ver en que los clubes de bolsa hayan caído en el olvido porque «entonces si querías un curso, ponencia o conferencia te apuntabas para asistir presencialmente, mientras que ahora lo puedes hacer desde tu móvil sin moverte del sillón de casa».
¿Y cómo habría que reactivar los clubes de bolsa que tanto hicieron en la formación de aquellos jóvenes universitarios? «Habría que ampliar el campo de acción de este tipo de organizaciones no solo a nivel bursátil, sino a todos los campos de la inversión y financiación que se va a encontrar una persona a lo largo de su vida. Además de darles difusión en centros de enseñanza como herramienta para promover la educación financiera. Hay que recuperarlos por el buen trabajo que hicieron».
Este financiero valenciano aterrizó en Renta 4 (hoy en día Renta 4 Banco) en el verano de 2003 y el flechazo fue total, como también el ascenso en la casa hasta llegar a ser responsable de la Zona Levante, que incluye València, Castellón y Baleares. «Tras mi marcha de la Kutxa surgió la oportunidad y ambas partes nos entendimos a la perfección desde el primer minuto». Pero, ¿qué vio en Renta 4? «Una entidad que había sabido desarrollarse a lo largo de los años con un alto componente tecnológico y humano que, aunque parezcan ideas distintas van muy de la mano, transformándose en un banco especializado en gestión patrimonial con una clara vocación y orientación al cliente y no al producto. Me identifico con los valores de la casa y no contemplo irme de aquí».
Este mes de julio Renta 4 cumple tres décadas en la city valenciana. «Hemos vivido momentos de agitación que hemos sabido afrontar porque tenemos la experiencia de saber adaptarnos a entornos cambiantes, como ya hemos demostrado». Y buena ‘culpa’de ello la tiene su fundador, Juan Carlos Ureta, un bróker reconvertido a banquero y «un directivo brillante que sabe comunicar de manera sencilla el complejo mundo de los mercados financieros. Un presidente que vive y se vincula en primera persona con toda la red de oficinas de Renta 4 Banco ayudando de manera muy activa al desarrollo de negocio. Es un ejemplo de perseverancia, sensatez y prudencia», alaba el responsable regional de la entidad.
Espinós señala que lo más reconfortante de su profesión es «ver cómo crece la vinculación de los clientes con la entidad y con las personas que trabajan en ella, al encontrarnos totalmente alineados con sus expectativas financieras y de gestión patrimonial»; como también cree que el inversor valenciano, aunque lentamente, «va tomando conciencia de empezar a tener cierto nivel de cultura financiera, ya que mucho antiguo ahorrador se está convirtiendo en inversor y en este proceso de cambio es indispensable adquirir esa formación».
Para terminar, y para todos aquellos jóvenes universitarios interesados en labrarse un futuro en este competitivo sector, recomienda: «Les tiene que gustar este mundo y deben especializarse en una materia concreta para desarrollar su actividad porque el mundo camina hacia la especialización, que es lo que aporta valor añadido a los clientes; ya no vale aquello de ‘aprendiz de todo, maestro de nada’».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 57 de la revista Plaza