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ENTREVISTA A FERNANDO TRUEBA

"Hay una vuelta de lo inquisitorial en todo el mundo, no sólo en España”

Hablamos con Fernando Trueba tras la polémica del boicot en redes a su nueva película, La reina de España

4/12/2016 - 

VALENCIA. Dos versos de Antonio Machado se le vienen a la cabeza estos días convulsos a Fernando Trueba. Uno advierte: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. El otro escupe: “Mala gente que camina y va apestando la tierra”. 

Con motivo del estreno este pasado 25 de noviembre de la nueva comedia del oscarizado director español, La reina de España, arrancó en Twitter un boicot bajo el hashtag #boicottrueba. Este plato de venganza se sirve bien frío. En septiembre de 2015, al recoger el Premio Nacional de Cinematografía en San Sebastián, el realizador madrileño pronunció un discurso jocoso en el que bromeaba: "Siempre he pensado que en caso de guerra, yo iría siempre con el enemigo. Qué pena que España ganara la Guerra de Independencia. Me hubiera gustado que ganara Francia. Nunca me he sentido español, ni cinco minutos”.

En la cultura del reduccionismo que define este corto siglo, sus palabras fueron descontextualizadas y achicadas en un tuit que incendió las redes sociales. Lejos de apagarse, sus rescoldos han sido avivados con el cansino reproche a las subvenciones al cine español. De un bando, el torero Francisco Rivera tachando a Trueba de hipócrita; del otro, el presentador de Salvados, Jordi Évole, tildando de “fachas” a los promotores de la campaña en redes sociales. Y de fondo, una película, que precisamente retrata la eterna fractura de nuestro país en dos. 

- Repetiste curso por hacer un chiste en clase de Latín. Seguramente aquella profesora te diría ahora: “Fernando, ¿es que no aprendes?”
- Sí, pero es un poco tarde para aprender. Debía haberlo hecho en un festival internacional al que acudí hace unos años porque estaba programada una película de mi hermano. Un día pasé cerca de la prensa y me llamó una periodista. Yo objeté, porque no presentaba ningún trabajo allí, pero me contestó que quería preguntarme porque siempre doy buenos titulares. Ahí debía haber aprendido que no hay que darlos. Pero no dar titulares es callarte, no hacer chistes, tener una prudencia exagerada, quizás vivir con miedo. ¿Por qué he de cambiar si vivimos en una democracia, en un país libre? Hay una vuelta de lo inquisitorial en todo el mundo, no sólo en España. Es una tendencia global muy siniestra que aparte del daño que me haga a mí ahora, puede llevarnos a la mierda.

Foto: GYORGY STALTER

- De hecho, Penélope Cruz ha estado muy comedida durante la promoción de la película. 
- Siempre lo es. Yo la entiendo, pobrecilla. Le da miedo porque también le han pasado algunas cosas. En vez de ir hacia adelante, hemos ido para atrás.

- El personaje de Rosa María Sardá afirma en un momento de la película: “En esta España todo el mundo es culpable hasta que se demuestra lo contrario”. ¿Consideras extrapolable esta frase a la actualidad?
- Son frases que le pones a personajes de esa época, pero lo terrible es que pueden ser pronunciadas también hoy. Me ha tocado a mí, pero es un pretexto para atacar el cine español, que es una de las industrias que más hace por este país a nivel internacional. Y es la misma gente que lleva una campaña sucia contra el cine español desde hace años, hablando de las subvenciones. Me parece un empeño muy antiespañol.

- ¿Dónde crees que deberían dirigir sus dardos?
- A los corruptos, pero en su lugar, los votan. Creo sinceramente, y me jode mucho creerlo porque soy de naturaleza optimista, que el mundo va de cabeza a una catástrofe como las grandes que ha conocido el siglo XX. Ser apocalíptico y catastrofista no me gusta nada, porque soy de naturaleza alegre y bromista, pero todo lo que uno ve, apunta en esa dirección. No hay ninguna prueba en contra.

- ¿Hay chiste que pueda paliar tu pesimismo?
- Lo que hace falta es que haya gente que cambie esa tendencia. La sociedad tiene que hablar y actuar moralmente, sancionar a los políticos que sean mentirosos o que no cumplan sus promesas, y apoyar a los menos malos si es que no hay ninguno bueno. Hemos de reorientar esta situación y tomar las riendas de nuestro día a día, no dejar que derive hacia algo que puede acabar en tragedia. 

Foto: GUILLERMO RODRÍGUEZ

- Tus próximos proyectos son un thriller romántico y una película de animación sobre el pianista brasileño Tenório Cerqueira Júnior, desaparecido en Argentina. ¿Ya no hay espacio para el humor?
- No, de hecho no quiero que pase tanto tiempo sin hacer comedia, sea con los personajes de La niña de tus ojos y La reina de España o con otros. 

- ¿Confirmas entonces la trilogía?
- Nunca hago planes a largo plazo. De momento aquí se acaba, pero mientras rodábamos, nos preguntábamos: “¿Y la tercera, qué va a ser?”. Al final, con tanta broma, empecé a imaginarme cómo podía ser y en qué época. 

- ¿Con qué has fantaseado?
- He pensado en ambientarla en 1968. Es una época en la que los italianos rodaban aquí muchos spaghetti western.

-¿Cómo ha sido reencontrarte con la troupe de La niña de tus ojos sin Rafael Azcona ni tu hermano David a tu vera?
- Yo me siento huérfano de Azcona. No al escribir, sino siempre. Es una persona a la que me gustaría poder llamar, quedar con él. Al escribir, lo he tenido muy presente. En cuanto a David, estoy resignado. Tiene sus guiones, sus películas como director, sus columnas de periodista, ni se me pasa por la cabeza proponerle escribir juntos. Pero siempre se lee mis cosas y me da consejos. Yo también me leo las suyas. 

- ¿Compartes esa dinámica con tu hijo Jonás?
- Sí, de hecho, ya con 13 años me cogía los guiones. Yo intentaba disuadirle porque eran primeras versiones que iba a reescribir varias veces, pero él quería leerlas todas para ver qué iba cambiando. Ahora lleva un proceso muy suyo. Se ha inventado su propia manera de escribir, de rodar, producir y hasta de distribuir sus películas.

- Ha matado al padre.
- Eso tendría que decirlo Freud. Si tienes un antecedente en la familia, la necesidad de afirmarte la tienes fijo, pero de alguna manera, David ha sido para Jonás una referencia de que podías encarar la profesión con tu propia personalidad, tu público y tu estilo.

Foto: GUILLERMO RODRÍGUEZ

- ¿Las cenas de Navidad en casa de los Trueba darían para una comedia?
- Quizás cuando estaba mi padre, que era un personaje muy gracioso, pero entre mis siete hermanos hay profesores, uno que hace cine científico, otro que se dedicaba al baloncesto y hace años que tiene una librería... Hay de todo y se habla de todo. Cuando estamos David, Jonás y yo, nos centramos más en el cine y en la literatura. Son momentos que disfruto mucho.

- ¿Qué tipo de espectador de cine era tu padre?
- Le gustaba el cine policíaco, del Oeste, la comedia. Trabajaba tanto para sacarnos adelante que para justificarse las pocas veces que iba al cine, tenía que ser algo muy grande: Ben Hur (William Wyler,1959), Los 10 mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956), las películas de Cinerama… La gran familia (Fernando Palacios, Rafael J. Salvia, 1962) la vi con mi madre, porque era una película pequeña sobre una familia, y eso ya lo tenía él en casa.

- ¿Cuánto de ese cine compartido con tu padre se ha colado en la película?
- Si hay algo del niño que iba al cine en La reina de España es el giro al final hacia la película de aventuras, ese vitalismo de El séptimo de caballería (Joseph H. Lewis, 1956).

- ¿Cómo evitaste caer en la caricatura al darle el papel de Franco a Carlos Areces?
- Lo hablamos y estuvimos de acuerdo en que, dentro de que se trata de una comedia, el personaje fuera de verdad. No quisimos caer en la imitación televisiva, a este Franco había que ponerle carne.

- Más allá de la autenticidad que transmite el reencuentro real del equipo de esta película y de que hayas colado en un cameo a la periodista de RNE Conchita Casanovas, ¿hasta qué punto se confunden realidad y ficción en la trama?
- Juego con espejos, pero tampoco abuso. Hay tres o cuatro detalles biográficos del personaje de Macarena, que es una gran estrella de Hollywood, como Penélope. Del mismo modo que a Resines le pongo a recitarle a Sardá El caballero de Olmedo, porque ella la estaba haciendo en teatro en la época en que yo escribía. Juego para darle más complicidad a los actores con el personaje.

Foto: GYORGY STALTER
- Incorporar a Willy Toledo en el reparto en el rol de un guardia civil no se presta a mucha complicidad.
- Eso es una buena broma. Y qué bien lo hace para el poco tiempo que sale y el poco texto. En mi vida había escrito más guardias civiles y parejas de policías.... He intentando evitar el maniqueísmo y plasmarlos como yo los recuerdo.

- ¿Nunca corriste delante de los grises?
- Mi padre fue policía por un tiempo, gris precisamente, pero era la persona que más rápido he visto escribir a máquina en mi vida, escribía a una velocidad que no le veías las manos, como Michel Camilo al piano, así que hacía trabajo de oficina. Recuerdo a sus compañeros como unos personajes berlanguianos, entrañables y humanos. No les recuerdo como la policía que luego vi en la universidad, que venía y daba palos. Oíd conversaciones de pequeño en las que confesaban que lo que más miedo les daba era que les tocara ir a un sitio donde tuvieran que pegar. Rezaban para que no ocurriera. Hay que tenerlo en cuenta. Eran policías rasos, gente que se había buscado la vida en ese oficio como podían haber sido carpinteros.

- Hablando de oficios, he leído que empezaste a disfrutar en los rodajes a tu sexta película. A estas alturas, ¿estás tan relajado que te duermes como tu trasunto de John Ford en la película?
- Es que era mucha responsabilidad, siempre estaba acojonadito. La relajación total no es deseable, pero he llegado a saber dominar la tensión y que no me impida disfrutar. 

Trueba comparte con CulturPlaza algunas de las viñetas que han compuesto el storyboard de La Reina de España (usa la flechas laterales para verlo):

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