VALÈNCIA. “La artesanía es tiempo, son manos y es cultura”, con esta filosofía nace y se construye Hèroine, un proyecto que surge en 2016 a través de la unión de dos valencianos: un artesano joyero, Rubén López y una diseñadora creativa, Aurora Llavero. Ella, apasionada de la música y la arquitectura; él, apasionado del mar y de la naturaleza. El match profesional y emocional genera una colaboración entre ambos crea Hèroine, que para Aurora supone “un modelo de trabajo lógico y muy contemporáneo, generando un tándem entre artesanía y diseño”. Haciendo referencia al método que se aplicaba en la primera mitad del siglo XX, cuando los diseñadores trabajaban estrechamente con los artesanos con motivo de generar proyectos cargados “de maestría manual pero a su vez con nuevas miradas y retos”. Mientras Aurora se encarga del proceso creativo Rubén pone el foco en el desarrollo a través de la media-alta joyería, aprovechando sus conocimientos de orfebrería, siendo de los pocos especializados en València. Sus joyas han llegado a lucirse hasta en alfombras rojas, como en la última gala de los Goya donde Sarai Rodríguez pudo recoger un cabezón con una pareja de pendientes de la firma.
Fuera de alfombras rojas, el estudio se sitúa en el Carmen, puro corazón de València. Antes de tener sede física, cuando la firma aún era un proyecto en la imaginación, la idea era la de crear colecciones propias que convivieran en el universo de otras firmas de joyería. De esta manera se planteaban ir renovando un catálogo de forma temporal (como lo hacen casi todas las marcas). Pero la artesanía arrasó con esa idea: “Vimos que la experiencia de Rubén no podía competir con la joyería producida en masa, acceder a ese modelo suponía abandonar la belleza de la artesanía y el diseño”, explica Aurora,“es algo que no queremos hacer. Si algo he aprendido con mi experiencia como diseñadora, es que los objetos han de significar, en mayor o menor medida, y plantear la adquisición de estos desde el afecto y la funcionalidad”. La funcionalidad en la joyería tiene que ver ancestralmente con la identidad, el lenguaje y legado a través del ornamento. Esta voluntad de distinción trasciende las épocas, y llega hasta la actualidad, en la que Hèroine responde a través de las joyas personalizadas hasta el último detalle y la última piedra.
El proyecto se sustenta constantemente del “todo”, que lo conforman diversos factores: la conversación con el cliente y el trato, la ideación del que será, la conexión, la metodología del diseño… e infinidad de conceptos que no cabrían en una sola pieza periodística. Las conexiones son las que llevan la creatividad del dúo a límites insospechados, respondiendo a las intenciones de cada usuario: “El proceso se torna muy emocional, intentamos captar a la persona y transformar sus deseos en una pieza de joyería, al final lo que hacemos es imprimir eso en una joya de valor único y generar una experiencia con significado”, explica Rubén. Generalmente la pieza clave para este tipo de procesos es el anillo, tal vez por su valor de icono o por su capacidad visual o representativa. Esta pieza, al igual que todas las de la firma, combina infinidad de modalidades en razón de estilo: “En las piezas aplicamos técnicas de modo instintivo, Cada pieza pide una manera de trabajarla” comenta Rubén, que se enfrenta también a la siguiente pregunta: ¿Y sobre las tecnologías?, “la joyería dio el salto hace algo más de una década hacia lo tecnológico. El modelado y la impresión digital quizá sea lo más contemporáneo”, responde Aurora, “el caso es que para nosotros esto es una herramienta más, con la que sin conocimiento y experiencia del oficio no alcanzas la excelencia”.
La creación de las piezas únicas se refiere directamente a representar por completo a la persona a la que va dirigida. La realización de estos encargos bien siguen los procesos que pueden darse en la alta costura o la arquitectura, tal y como lo ve Rubén: “Nos preocupamos por conocer a nuestros clientes y establecer las conexiones adecuadas para llegar a propuestas de diseño con las que se sienten identificados. Es un proceso complejo pero brutal a nivel creativo, nos permite explorar nuevas técnicas artesanales y territorios”. Las emociones, que tienen un papel clave en todo el proceso, se relacionan también con el nombre de la firma, que nace “después de una botella de vino, un brainstorming mal ejecutado y la música de la Velvet Underground en bucle”, Hèroine sintetizaba muchas cosas en una sola palabra… dejarse llevar, explorar, libertad, fuerza y debilidad, creatividad, miedo y atrevimiento, sensualidad, dolor y reparación, ambigüedad, sin género, natural y sintética…”, comenta Aurora.
Rubén es uno de los pocos orfebres jóvenes, actualizados y con experiencia que quedan en València. Según él, la labor del orfebre requiere de un tiempo que muy pocos están dispuestos a dedicar: “Si a ello sumamos que no hay una visualización o promoción del trabajo artesano en joyería como la hay en otras artesanías regionales como la cerámica, añadimos barreras al usuario para descubrir y reconocer lo hecho de un modo auténtico, con calidad y con ese saber hacer añadido”. “La profesión artesana si no genera genera economía provoca, en nuestro caso, que se extinga la figura del orfebre y con él su ecosistema, que incluye a los oficios complementarios, como engastadores, fundición, gemólogas, lapidarios…”, explica Rubén sobre el futuro de la joyería en Valencia.
“La realidad en València y en España, es que el orfebre y el tendero no están alineados. Un buen trabajo de orfebrería se esfuma a cambio de unos márgenes de venta más suculentos. Es la realidad de la joyería convencional, aunque como en todo hay excepciones, pocas, pero las hay”, explican desde la firma. Cuando se pierde el rastro de lo hecho bajo el modelo artesanal, y las importaciones de productos manufacturados lo invade todo, es importante estar presente en ciertos organismos que cuidan la profesión artesana, como Artesanía de la Comunitat Valenciana, organismo al que pertenece Rubén como artesano: “Se valora la artesanía cuando se descubre lo que hay detrás de ella. La joyería al tratarse de un ornamento, algo no necesario para el día a día, adquiere un matiz de valor muy simbólico”.
También cabe tener en cuenta que València tiene una profunda tradición orfebre, pero el concepto de joyería clásica no funciona para todos: “La joyería debe dar un salto hacia otros modelos de comercialización y acceso para llegar a las personas”, explica Rubén. Por suerte hay mucha gente joven que da valor al producto artesano y con identidad, son quienes permitirán “que la artesanía tenga un presente y un futuro”, pero siempre y cuando se sienten escuchados por los artesanos: “Los artesanos también han de saber mirar a su alrededor y entender los estilos de vida de hoy y las estéticas contemporáneas. De ahí que diseño y artesanía sean profesiones aliadas para dotar de contemporaneidad la artesanía”, explica Aurora.
-¿Con qué conceptos creéis que se asocia la artesanía?
-“Siempre hay un cierto matiz de “viejo o antiguo" cuando se piensa en la estética del producto artesano, y eso es algo que hay que transformar. La artesanía hace referencia a un proceso de realización y no a una estética. Pongo como ejemplo rápido a la alta costura, que sigue procesos artesanales y su capacidad de transformación estética es infinita. O nuestra cerámica y los estudios que en los últimos años han aportado una mirada nueva a este oficio, Cuit por ejemplo”.
-¿Qué le diríais a aquellas personas que se quieren dedicar a este oficio?
-“Que se formen, que miren atrás para conocer el origen. Que la artesanía es tiempo, son manos y cultura. Que no tengan miedo a preguntar a los artesanos que tienen el camino hecho. Que no desistan, y que abran su mirada a nuevos territorios. Que la colaboración es valiosa. Que se atrevan, que en el atrevimiento está la equivocación y está el aprendizaje. Y que mantengan la curiosidad y las ganas de estar en el presente, tratar de entenderlo o no, e interpretarlo para los demás”.
-Y por último… ¿qué valor le dais a la firma valenciana?
-“Mucho, con ello se contribuye a la sostenibilidad de la región. Crear desde lo local permite que toda la cadena de valor a nuestro alrededor se nutra y genere economía. Ayuda a comunicar y poner en valor la cultura autóctona. Evoluciona positivamente la sociedad. Y garantiza un futuro creado desde aquí, desde nuestra capacidad”.