VALÈNCIA. Entre todas las noticias lamentables cargadas de odio y rencor que leemos cada día, lógicamente, ha pasado desapercibida una noticia de verdad. Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han identificado unas proteínas que predicen la evolución del cáncer de mama triple negativo, el tumor más agresivo y más difícil de tratar.
Hagamos de esta noticia, la más importante de esta semana y seguro que de un periodo mucho más amplio de tiempo, el motivo para recomendar un cómic en esta columna. Una novela gráfica que solo puede ser Historia de mis tetas, de Jennifer Hayden. Aparecida en 2015 en Estados Unidos, en 2016 en España con la editorial Reservoir Books, el cómic contaba la vida completa de la autora desde que nació hasta que acabó esta obra.
Las tetas tenían una gran importancia en todo lo que le sucede. Anhela de niña que le salgan, cree que cuando las tenga su vida será completa y muestra cierta alienación cuando duda de si es atractiva o no, de si es deseable, solo por el tamaño de sus pechos. Una alienación que todos tenemos, con nuestros complejos, por mucho que se teorice que el físico no importa.
Fueron 347 páginas, la experiencia de una lectura del tirón era como la de ver una película de cuatro horas de las antiguas. Un gran melodrama familiar, emocionante, didáctico y lacrimógeno. En la primera parte, la autora reflexionó más sobre la relación de sus padres que sobre ella misma. Su matrimonio llevaba años hundido, pero la madre mantenía la ficción "por inercia". En ese lance, su madre padece cáncer de mama y una mastectomía.
En una segunda parte, se desarrollaba su vida, su relación con su pareja se estabilizó y, en el ecuador de su existencia, tomaba la decisión arquetípica: tener hijos. Sin embargo, en la tercera parte, todo esto quedaba sometido al dolor por un cáncer que padecía su suegra y al de ella misma, pues también, como a su madre, le diagnosticaron cáncer de mama.
En estas 350 páginas se recogen todas sus reflexiones. Viene a ser un compendio filosófico popular que, en el peor de los casos, ayuda a vivir, que no es poco pedirle a un libro. Un relato en el que la autora no hace más que compartir su sufrimiento y sus inseguridades y a veces basta con eso, con que alguien comparta los suyos, para ayudar a sobrellevar los nuestros.
A quien esto escribe el personaje que más le marcó de este libro fue la suegra de la protagonista. Alguien siempre dispuesto a alegrarle la vida a los demás hasta el último momento, cuando murió en la cama sin grandes dramas, con entereza y dignidad. La autora, tal y como contó en una entrevista en el diario Diagonal, lloró la primera vez que dibujó su cara para este cómic.
Historia de mis tetas recuerda mucho a Fun Home, de Alison Bechdel. Ambas sondearon las zonas más sensibles, incluso opacas, de una familia. Si bien Bechdel relataba la dura experiencia de descubrir paulatinamente que su padre era homosexual y su madre, sin embargo, seguía casada con él y conviviendo bajo el mismo techo, en el trabajo de Hayden también hay reiterados análisis sobre las relaciones de larga duración de los padres de los protagonistas. Zonas oscuras, tabúes y momentos íntimos.
Hayden tuvo suerte de sobrevivir al cáncer, pero en la obra hay seres queridos que mueren por esa enfermedad. En ese punto, más que transmitir la experiencia de enfrentarse al cáncer, lo que tenemos es un relato universal sobre la enfermedad. Algo que suele tener la costumbre de llegar sin avisar y nos convierte en pacientes. Un estado en el que uno tiende a reflexionar sobre su vida, sobre su futuro y sobre qué merece la pena y qué no. Una situación especial y única, dura, pero cargada de significado. A la hora de reflejar esas situaciones, la sinceridad de sus textos y la claridad de su dibujo llegan a ser realmente especiales.
En cuanto al género cómic dentro del cómic, resulta curioso, en tanto en cuanto esto es biográfico, que en un momento de su vida Hayden lea en la prensa un término que le llama la atención: "novela gráfica". A ella, como ilustradora de libros infantiles, se le despertó la curiosidad y empezó a leer el sota, caballo y rey del boom del formato hace unos años.
En sus páginas se la veía leyendo Persépolis, por ejemplo, pero también a la gran Julie Doucet, que siendo una persona aparentemente muy distinta, tiene muchos puntos en común con lo relatado en Historia de mis tetas. Por ejemplo, en la relaciones de pareja. Hayden también tiene que aguantar en una fase que su novio esté celoso y enfadado porque gana menos dinero que ella. En eso también indagó Doucet. Y luego hay un recurso, un diálogo con el lector explicando los dibujos, algo que también utilizaba mucho Peter Bagge, y que en Doucet se aplicaba con maestría.
Pero sin duda la frase más relevante en este aspecto la pronuncia la autora en el momento de expresar su opinión sobre ese mundo que descubre de los cómics densos y extensos que ahora llaman "novelas gráficas", es cuando se sorprende porque en el noble arte de la viñeta, como ella dice, "todo es posible". Ese es el gran valor de la secuencia de rectángulos que de toda la vida de dios en España se ha llamado "tebeo", que permite todo. Hasta albergar una vida completa, con sus anhelos, esperanzas, y dolor.