VALENCIA. Es imposible desligar a la música de la influencia que el cine ha ejercido en la humanidad desde el pasado siglo. Sin embargo, su presencia sigue figurando como uno de los artes menores que trasladan historias hasta los espectadores en una de las fórmulas más efectivas, la del séptimo arte. De ninguna otra forma se entiende que el American Film Institute (AFI), la entidad creada por el Gobierno estadounidense para la preservación y puesta en valor del principal caballo de Troya de su cultura, no haya estimado oportuno reconocer con su popular premio anual a toda una trayectoria a compositores como Ennio Morricone, Jerry Goldsmith, James Horner o Hans Zimmer. Tal negacionismo se romperá el próximo mes de junio cuando, al fin, John Williams sea el primero de estos grandes músicos en recibir el principal reconocimiento del cine americano.
Las seis décadas de trabajo de este hijo, sobrino y hermano de percusionistas de jazz encuentran este reconocimiento apenas a unas semanas del estreno de La guerra de las galaxias. Episodio VII: El despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015), saga para la que Williams vuelve a firmar una obra completa y que para la AFI es la mejor banda sonora original de todos los tiempos. Las canciones precisamente que se derivaron de esta legendaria estirpe de películas ideadas por George Lucas (que recibió el mismo reconocimiento de la AFI hace ahora 10 años) se encuentran entre las decenas de composiciones que le han servido para obtener hasta 49 nominaciones a los premios Oscar, una estadística únicamente superada por Walt Disney. No obstante, tan solo en cinco ocasiones ha logrado la preciada estatuilla, con las bandas sonoras originales de El violinista en el tejado (1971), Tiburón (Steven Spielberg, 1975), Star Wars (George Lucas, 1977), E.T., el extraterrestre (Steve Spielberg, 1982) y La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993).
Esta corta lista revele a las claras como la mano de Spielberg frente a la Academia de Cine de Hollywood ha servido para que Williams encontrara un reconocimiento que, por otro lado, ha tenido entre el público a través de decenas de películas memorables. Este pianista nacido en Nueva York, criado en Los Angeles, recibe ahora el reconocimiento de la AFI tras haber “escrito la banda sonora de nuestras vidas”, en palabras de Sir Howard Stringer, Presidente de la Junta de Síndicos de la asociación. “Nota a nota, a través de los acordes y de la orquesta, su genialidad para unir las películas con la música han elevado el arte a niveles sinfónicos y ha inspirado a generaciones enteras APRA ser enriquecidas por la magia de las películas”, añadía el portavoz de la AFI. Spilberg, por su parte, siempre ha reconocido que su cine es hijo de la música de Williams y ha atribuido el miedo que el tiburón ejerce sobre el espectador en la pantalla o la magia y la emoción de la bicicleta de E.T. y Elliot elevándose hacia el cielo a las composiciones de su principal socio en escena.
A sus 83 años, Williams posee innumerables reconocimientos a su trabajo como los tres Globos de Oro, los cinco British Academy Film Awards o sus 22 premios Grammy. Son solo números en torno a su descomunal trabajo para la saga Indiana Jones, Harry Potter o Superman (Richard Donner, 1978). Película, por cierto, que estaba previsto hiciera Jerry Goldsmith y que tiene cierta similitud en su base melódica junto a la apertura de La guerra de las galaxias. Exista, todo sea dicho, una manera central de entender tanto las composiciones de cine y música, a las que ciertamente influyeron grandes éxitos de taquilla a lo largo de los 70 a su cargo vinculados a las catástrofres como La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972) El coloso en llamas (John Guillermin, Irwin Allen, 1974), Terremoto (Mark Robson, 1974).
Ese tono que es épico a la vez que lírico, abigarrado en apariencia por su fuerza pero homogenizador en el conjunto que compone junto a las imágenes, entronca también con su encasillamiento estilístico. Williams es reconocido, como músico, por un estilo neoromántico, al que muchos han asegurado que ha sido capaz de trasladar a compositores como Richard Wagner o Richard Strauss a través de los tiempos para resurgir con nuevas fórmulas en la cinematografía. No obstante, es el poso de cuna del jazz y el que él mismo se labró a través de los clubes de Nueva York durante los años 50, mientras estudiaba piano, mejoraba sus conocimientos en composición y armonía de la mano de Mario Castelnuovo-Tedesco (mentor también de Jerry Goldsmith) y de Rosina Lhévine.
Williams, en activo, el hombre capaz de hacer que Spielberg cambiara el montaje de toda una película para adaptarse a su obra (lo hizo en E.T. El extraterrestre), infundió su obsesión por lograr ambientes sonoros de magia (Encuentros en la tercera fase o Jurassic Park) hasta culminar esta idea con la saga Harry Potter. Director de orquesta, compositor de cámara, creador de las canciones para los Juegos Olímpicos (Los Angeles 1984, Seúl 1988, Atlanta 1996 y Salt Lake City 1998), en Estados Unidos también es reconocido como creador de algunas de las sintonías televisivas más emblemáticas, entre las que quizá destaca la de la influyente serie Pérdidos en el espacio(CBS 20th Centrury Fox TV, 1965). Aunque su firma está presente en casi 300 bandas sonoras, estas son posiblemente las 10 composiciones más memorables hasta la fecha del maestro: