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tributo a carmen alborch en la universitat de valència

Homenaje a "una de las nuestras"

21/02/2019 - 

VALÈNCIA. Fue su profesora. Lo recordó este miércoles la actual secretaria general de la Universitat de València, María Elena Olmos. Entonces Carmen Alborch era la única mujer de aquel claustro envejecido de los estertores del franquismo. Una flor en un campo árido y yermo. A su lado asentía el profesor Jesús Olavarría, amigo también de Alborch. “Nos impresionó mucho”, prosiguió Olmos. Luz en medio del gris. Le pidieron que les acompañara al viaje de fin de carrera a Roma. Lo hizo. 

Han pasado cuarenta años y aún se emociona al recordarlo. Le sucedió este martes. En el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, que es la antigua Facultad de Derecho de la Universitat de València. Allí, delante de centenares de personas, autoridades, políticos, intelectuales, Olmos, siempre serena, poco dada a la efusividad, se estremeció al rememorar a Carmen Alborch. Y su emoción recorrió la platea.

La Universitat de València rindió homenaje este martes a la memoria de la escritora, política e intelectual valenciana. Fue el primero de una serie de actos que se sucederán en las próximas semanas y que tienen en común su nombre. El PSPV de València, el Movimiento Feminista en la Facultad de Filología el 26 de febrero, en Madrid en el Teatro Real, la cadena À punt que emitirá un programa el 8 de marzo… La huella de la geganta, el legado de una persona que marcó indeleblemente la sociedad valenciana y española de los ochenta y lo noventa, sigue vigente y se pone en valor a cada día que pasa, conforme se percibe las dimensiones del vacío que ha dejado su marcha.

La elección del escenario no fue casual. En ese edificio Alborch dio docencia y fue decana de la Facultad, la primera de su historia. Allí fue donde Olmos la conoció. Con el tiempo, Olmos se incorporó también al claustro. Cuando dio a luz, “se presentó en la clínica con un ramo de flores”, recordó. Olmos también sería decana de Derecho. Y ahora es secretaria general, la mano derecha de la rectora, Mavi Mestre, gran impulsora de este homenaje quien le aseguraba al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, mientras entraban en la facultad: “Va a ser un homenaje muy bonito, con la gente a la que ella quería, como quería”. Un tributo en el que, quizás, las tres palabras que más se repitieron fueron igualdad, feminismo y alegría.

Foto: EVA MÁÑEZ

“Siempre nuestra”

“Siempre nuestra”, dijo Olmos. Nuestra. Una idea que en cierto modo revivió la medalla de la Universitat de València, la historiadora Isabel Morant. Fue ella quien llamó la atención sobre el hecho de la diversidad de personas que componían la platea. Militares, escritores, artistas, profesores, periodistas, políticas como la secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella, o la teniente de alcalde de València Sandra Gómez; directores de museos como el del MuVIM Rafa Company; presidentas de fundaciones como Susana Lloret; premios Planeta como Fernando Delgado o Nadal como Carmen Amoraga; representantes políticos de la oposición como Isabel Bonig o Fernando Giner; periodistas como la directora general de À Punt Empar Marco; ex rectores como Esteban Morcillo o Pedro Ruiz; catedráticas como Adela Cortina; amigos como Francis Montesinos, José Vicente Plaza, José García Poveda… “Si hoy estamos aquí personas de diferentes ámbitos sociales es porque sabemos que ella es uno de los nuestros”.

Mujer, feminista, rebelde, intelectual, comprometida, generosa, divertida, socialista, humanista, libre, cualquiera de los adjetivos que se empleó para definirla invocaba a los allí presentes. Morant reivindicó el feminismo que representaba Alborch, que aportó, dijo, “un plus a nuestra sociedad” para hacerla más justa e igualitaria.

Un feminismo que contaba sus batallas por las pancartas que guardaba en los almacenes, pancartas que el devenir de los tiempos puede obligar a poner de nuevo en la calle. Ya se lo advirtió ella. “Que no las tengamos que volver a sacar”. “Hemos perdido a una de las nuestras”, dijo Morant; “feminista, intelectual, socialista, mujer… Ganamos la esperanza de vivir más libres y en paz”. Y reivindicó un lema de su amiga: “Hay que se un poco utópicas; es fundamental soñar”.

Foto: EVA MÁÑEZ

Las lágrimas de Guirao

La exministra Rosa Conde reivindicó su dimensión intelectual y citó sus dos grande amores: València y la Universitat. “Aquí empezó y aquí acabó”, dijo, recordando que, durante sus últimos años, tras abandonar la política, Alborch regresó como profesora honoraria. Un breve fragmento de un próximo programa de À Punt permitió contemplar a José Guirao relatarle a Fani Grande, emocionado, con lágrimas en los ojos, como reían, cuanto echaba de menos “su sentido del humor”. “Hemos desbarrado muchísimo”, confiesa en la entrevista. Y cuenta anécdotas sobre su “agenda loquísima”, llena de actos, que le obligaba en ocasiones a cambiarse de ropa en el coche oficial porque la etiqueta para cada acto era diferente.

Fue su hermano, el periodista Rafa Alborch, quien anunció que la familia había donado la biblioteca de su hermana a la Universitat de València. Tras, como hacía su hermana, iniciar su participación dando las gracias, habló de ella como “una mujer muy especial” que “todavía está muy presente”. “Vivir sin Carmen” es como estar “huérfanos”. “Señora de la casa”, para evocarla, acudió a sus propias palabras, al final de su emotivo discurso cuando recibió la medalla de la Universitat, palabras en las que se atesora buena parte de su forma de ser: “Tengo presente a Virginia Woolf cuando afirma que la belleza del mundo tiene dos filos, unos nos harán reír, otros llorar. Ambos nos parten el corazón. Pero, como dijo María Cambrils, ante las adversidades que constriñen nuestra acción serena, razonable y legítima no debemos desmayar jamás. Moltes gràcies. Que tinguem sort”.

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