tras estrenarse en la rambleta

Hongaresa de Teatre lleva su 'último Tarzán' a Espacio Inestable

14/12/2021 - 

VALÈNCIA. En 1914, Edgar Rice Burroughs publicaba la primera de una serie de novelas cuyo protagonista adquirió el estatus de icono cultural, Tarzán de los monos. La Companyia Hongaresa de Teatre retoma al personaje de sagas literarias y cinematográficas en una producción que se sirve del mito para ahondar en aspectos que preocupan a sus creadores, como la relación con la naturaleza, la explotación del continente africano y la desigualdad económica. La propuesta, que lleva por título El último Tarzán, está programada del 17 al 19 de diciembre en Espacio Inestable, fruto de las residencias artísticas de Graners de Creació 2021.
 
La disparatada comedia ha sido escrita por Paco Zarzoso a partir de una idea original del actor y escenógrafo Enric Juezas, que protagoniza el montaje junto a Lola López, Lara Salvador, Wanda Bellanza, Marcos Sproston y Severo Obiang.
 
Zarzoso no leyó los libros del escritor estadounidense de género fantástico, pero sí vio las películas protagonizadas por Johnny Weissmüller, “tanto en los cines de barrio como en aquellas copias sobadísimas que pasaban en televisión”. Al repasar aquellos filmes en blanco y negro, ha vuelto a reparar en los detalles que le maravillaron de crío, como el cementerio de elefantes, las arenas movedizas y la caída al vacío de los porteadores, pero también en los mensajes racistas, colonialistas y machistas de aquella África inventada y misteriosa. “Esa mezcla de mi fascinación infantil y mi mirada critica adulta es el caldo de cultivo para esta obra”, expone el dramaturgo.

Un Tarzán castizo

Su protagonista es un hombre al que, de tanto releer las novelas sobre el bebé criado en la selva, las lianas han acabado por invadirle el cerebro, enmarañándole el entendimiento. “Es alguien que como el Caballero de la Triste Figura con las novelas de caballería, enloquece al ver las películas de Tarzán”, compara Zarzoso, revelando que Don Quijote de la Mancha le ha acompañado en todo el viaje de creación.
 
Este Tarzán castizo, de machete en riñonera, acaba embarcándose en un buque maderero rumbo a Guinea Ecuatorial con la idea de abandonar para siempre la civilización, pero un suceso inesperado, lo obliga a retornar a España acompañado de su familia, junto a los que crea un pequeño oasis africano donde oferta actividades de turismo rural.
 
“Como personificación del buen salvaje contemporáneo, nuestro Tarzán tiene varias caras, amables y terribles. Es un personaje tragicómico que está en esa fértil frontera entra la cordura y la locura”, describe el dramaturgo.

Gritos que son música

A lo largo de la obra, el famoso grito de Tarzán suena varias veces en aullidos de anhelo, odio, amor y desesperación, así como en variantes estilizadas que ha creado el compositor de la banda sonora, Jesús Salvador ‘Chapi’, acompañado del grupo senegalés Luna de África, con canciones en directo de Lara Salvador.
 
El último Tarzán aborda así mismo asuntos de calado social, político y filosófico, como la distancia cada vez más grande, y no solamente física, entre el tercer y el primer mundo y el mito del buen salvaje en nuestra época.
 
“Cuando el virus empezó a extenderse y la vacuna era una necesidad global, teníamos la sensación de que habría un reparto equitativo de la vacuna, pero una vez más, las fronteras entre ricos y pobres marcan las acciones políticas globales. En la pieza, de alguna manera, se habla de este reparto tan injusto de la riqueza, con el foco puesto en Guinea ecuatorial, un país con la renta per cápita más alta de África, pero donde sus habitantes viven con dos dólares al día”, lamenta Zarzoso, quien como estrategia para denunciar se sirve del teatro a modo de “territorio poético donde mostrar los vértigos y las tensiones”.