VALÈNCIA.- Calconut no es una empresa convencional. No solo por sus innovadoras instalaciones de la localidad alicantina de Mutxamel, donde todo está pensado para promover la creatividad y el bienestar de sus empleados manteniendo a raya sus niveles de cortisol, la hormona del estrés. También por detalles como que los operarios de planta reciban en tiempo real reportes de su productividad o que sean ellos quienes propongan a los ingenieros mejoras en los procesos productivos. Por no mencionar lo inusual que es pasar en solo cuatro años de facturar 8 millones de euros a superar los 126 o triplicar la plantilla en apenas un año.
Pero su evolución para pasar de ser un mero trader (intermediario) en el mercado mundial de los frutos secos a convertirse en una empresa alimentaria que incorpora decenas de referencias cada año y que provee a gigantes de la distribución como Nestlé, Unilever o Alcampo no es fruto del azar. Tras incorporarse a la empresa en 2012, Héctor Serrano, ingeniero técnico de Obras Públicas y MBA y actual director general de la firma, decidió dar un paso adelante y adquirir el 50% de sus acciones a Juan Luis Peregrín, CEO y miembro de la tercera generación de la familia fundadora. Para sacar a la empresa del letargo en el que se encontraba porque «no generaba valor» y convertirla en «la empresa del futuro», Serrano ha aplicado una visión altamente tecnológica a la empresa.
Las cifras, de momento, le dan la razón. Comenzó la década pasada facturando diez millones y prevé empezar esta superando los 170, de ahí que el económico Financial Times la incluyera entre las cien empresas europeas con mayor crecimiento en ingresos entre 2012 y 2015. En 2022 confía en llegar a los 200 millones. Para ello, además de haber inaugurado recientemente en Perú su primera tienda física experiencial, negocia nuevos acuerdos con grandes cadenas de distribución y su departamento de innovación trabaja en el desarrollo de un producto auténticamente revolucionario en línea con las tendencias alimentarias actuales. En palabras de Serrano, buscan el producto «que haga click». Como reza uno de los lemas que adornan las paredes de su sede: «Sky is the limit».