El simposio anual de economía de Jackson Hole ha visto a banqueros centrales, incluido el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reconocer que la situación económica global actual es la más favorable desde la pandemia. Si bien, hay cautela al declarar oficialmente la victoria sobre la inflación, ya que el miedo a un rebote en los precios todavía no se ha disipado.
La política monetaria global se encuentra en las primeras etapas de un ciclo de relajación, aunque no es completamente sincrónica entre las regiones. Los bancos centrales de América Latina fueron los primeros en aumentar los tipos de interés y han sido los primeros en reducirlos, mientras que los bancos centrales de las principales economías han ido un poco por detrás. Los responsables de Asia emergente han sido todavía más lentos. Sin embargo, la tendencia global a reducir los tipos ha estado firmemente establecida durante algún tiempo, y Powell confirmó que Estados Unidos se une a ella al afirmar que: "la dirección del viaje es clara."
Los comentarios de Powell en Jackson Hole sugieren un ciclo de relajación gradual, con la economía aun creciendo a un ritmo sólido y con un fuerte mercado laboral. Sin embargo, también indicó que "los riesgos a la baja en el mercado laboral han aumentado" y que la Reserva Federal "no busca ni recibiría como buena noticia ningún dato adicional de enfriamiento en el mercado laboral"; es decir, se podría producir una reducción de tipos más agresiva si se deterioran aún más los datos de empleo.
Durante las últimas semanas, otros participantes del comité de política monetaria de la Fed ya habían anticipado un cambio en la posición de entidad, sugiriendo un "ritmo gradual y metódico" de recortes para preservar un mercado laboral saludable; y las actas de la reunión del comité de julio, publicadas también la semana pasada, señalaban una disposición a recortar tipos por parte de varios miembros. Por lo tanto, el discurso de Powell no puede considerarse una sorpresa muy significativa: de hecho, el mercado mantiene prácticamente sin cambios las previsiones de bajadas de tipos hasta fin de año (esperaba 3,9 bajadas de 0,25 pb y ahora espera 4). Nuestro escenario base sigue siendo el de 2 bajadas (septiembre y diciembre) hasta final de año, pero la posibilidad de una bajada adicional en noviembre ha aumentado. Además, con la Fed preparada para reaccionar de manera más agresiva si los datos se deterioran, las 4 bajadas que espera el mercado nos parecen demasiadas, pero posibles.
Esta semana se publican los datos de ingresos y gastos personales de julio, que deberían confirmar que el consumidor estadounidense se mantiene sólido, con un crecimiento del gasto real del 0,2% respecto al mes anterior. En el mismo sentido, se espera que la segunda estimación del PIB del segundo trimestre se revise al alza a un 2,9% (trimestral anualizado) vs el 2,8% de la primera estimación. Finalmente, con respecto a la inflación, se estima que el deflactor subyacente del consumo personal suba un 0,17% en julio, lo suficientemente suave como para permitir un recorte de tipos en septiembre, pero sin ahuyentar por completo los miedos a un rebrote de la inflación. No obstante, será el informe de empleo de la semana que viene quien marcará definitivamente lo que vaya a hacer la Fed en su comité del día 18 de septiembre. Los datos de peticiones semanales nos hacen pensar en unos números estabilizándose con respecto a los de julio, pero con tanta revisión de datos, todo puede suceder.