VALÈNCIA. Pedidos paralizados y proyectos que han quedado en el aire. Estos son algunos de los daños colaterales de la guerra en Ucrania en el sector vitivinícola valenciano. El conflicto está dejando una profunda crisis humanitaria, pero también una economía mundial con una inflación desbocada, que irá a más ante un precio del petróleo, en máximos en los últimos ocho años. Es la otra cara de la invasión rusa. En este contexto, existe mucha incertidumbre entre las bodegas de la Comunitat Valenciana para quienes Rusia es un mercado importante, que temen que no se pueda volver a recuperar.
Según informes del ICEX, las empresas valencianas exportaron en 2021 un total de 10,1 millones de euros a Rusia entre vinos y otras bebidas alcohólicas, mientras que las ventas a Ucrania se situaron en los 1,7 millones de euros, un 14% más que el año anterior. Y es que, según explican desde el sector, ambos destinos son mercados estratégicos para las bodegas valencianas, algunas de ellas con proyectos de expansión en curso.
Este es el caso de la Bodega Valsangiacomo, que lleva 25 años vendiendo sus vinos en supermercados y establecimientos de hostelería en Rusia, con grandes planes de crecimiento en el país para aumentar su presencia en otras cadenas de distribución. Sin embargo, en estos momentos esa estrategia ha quedado paralizada. En Ucrania, en cambio, no tenían negocio.
"Ahora mismo no se está vendiendo nada. Nosotros exportábamos entre Rusia y Bielorrusia un millón de botellas anuales y ahora mismo está todo parado y no sabemos qué va a pasar", explica Carlos Valsangiacomo, director general de la compañía. Por suerte, explica que no tenían en estos momentos ningún pedido en camino al país, pero sí se han quedado con un cargamento pendiente de envío. No obstante, su mayor inquietud es no saber qué va pasar con un mercado que era muy importante para la firma.
Aunque reconoce que en estas dos décadas de relaciones comerciales con el país que dirige Vladimir Putin sus exportaciones se habían ido reduciendo paulatinamente por las restricciones de las autoridades locales, lamenta perder el esfuerzo comercial y de recursos económicos de muchos años. "Hemos llegado a vender en la región 3 millones de botellas de vino embotellado, a granel y zumo de uva estos años, pero los cambios legislativos nos han llevado a reducir nuestro negocio en Rusia. Pero, aún así, ha habido mucho esfuerzo e inversión en ese mercado y de la noche a la mañana eso se ha parado", indica.
De hecho, en estos momentos Valsangiacomo tiene dos camiones con 50.000 botellas con destino Rusia que no han podido enviar. Ni lo harán porque el mercado está cerrado. La bodega estudia, por tanto, reetiquetar el vino para recolocarlo en otro mercado. Es ahora su única solución para dar salida al producto. Pero no solo para este pedido, sino también con visión a futuro porque las previsiones de recuperar estas exportaciones no son nada halagüeñas.
"Nos tememos que al final se acaben imponiendo aranceles para entrar productos al país. Esto derivará en una guerra económica que conllevará que cualquier producto de la Unión Europea sea gravado con nuevas cargas y trabas a la exportación, lo que puede acabar por hacer que desaparezca el mercado ruso para el vino español", advierte. "Hay mucha preocupación y es una pena todo el trabajo que se ha hecho por parte de las empresas valencianas", insiste.
Las primeras consecuencias ya las ha sufrido la cooperativa valenciana Anecoop, con negocio de vino en el país, que ha visto cómo retornaba un gran pedido de vino que había enviado a Rusia. "El día anterior a que estallara la guerra salieron del Puerto de València once contenedores con 189.640 botellas de vino con etiqueta rusa y las autorizaciones gubernamentales necesarias, pero nos lo han devuelto", explicaba hace unos días a este diario Joan Mir, director general de la cooperativa.
Además, Aneccop tiene otros 15 contenedores navegando camino a Rusia, aunque desconocen qué pasará con el cargamento. Lo que sí tienen claro desde la cooperativa valenciana es que habrá pérdidas para las bodegas, todavía difíciles de estimar, aunque aseguran que diversificarán hacia otras zonas para intentar compensar y minimizar el impacto.
Y esa es la estrategia que va a seguir también Valsangiacomo. "Estamos estudiando otros mercados en Europa, Latinoamérica y Asia, donde tenemos ya ventas. Al final todas las empresas buscamos minimizar riesgos. Por suerte, esta situación nos ha pillado en un momento en el que empezaban a entrar los pedidos para el verano", señala. No obstante, sí les ha afectado en su proyecto de expansión de ventas en otras cadenas de alimentación rusas en las que iban a empezar a comercializar botellas. "Eso está ahora parado. Ni siquiera nuestros clientes rusos saben qué va a ocurrir", lamenta.
El desconcierto y la preocupación también se cierne sobre la Bodega Vicente Gandia. La valenciana tenía presencia en ambos países y contiene el aliento ante la incertidumbre que el conflicto armado ha provocado. "Rusia y Ucrania son mercados significativos y ahora está todo parado y no podemos enviar mercancía", indica Carlos García, director de marketing de la firma. Eso sí, en estos momentos no tenían ningún cargamento previsto, aunque su previsión era empezar la producción para mandar a ambos destinos. Por tanto, no tienen stock que desviar a otras zonas.
Su mayor temor es no poder recuperar estas plazas en un futuro. En el corto plazo son conscientes de que las relaciones comerciales estarán congeladas mientras dure la guerra, por lo que ahora miran a otras regiones para absorber el negocio perdido. "Estamos presentes en más de 100 países, por lo que estamos buscando fortalecernos en otros mercados dado que tenemos el negocio muy diversificado. Nos tendremos que reinventar igual que hemos hecho en otras crisis", explica García. Por tanto, considera que aunque es una situación complicada, no cree que que vaya a condicionar su negocio de forma drástica.
Tampoco van a tener problemas con los pagos que tenían pendientes de ventas anteriores. "Los pedidos anteriores están todos asegurados. Trabajamos con aseguradoras que nos cubren, aunque es cierto que lo que pase a partir de ahora no contará con esa cobertura", señala García. Del mismo modo, desde Valsangiacomo señalan que las empresas les han asegurado que van a poder hacer frente a las facturas que aún no habían vencido.
En cualquier caso, las bodegas valencianas miran con mucha incertidumbre el futuro de dos mercados estratégicos y en los que se juegan un arduo trabajo de muchos años, que podría perderse ante la inestabilidad actual por la invasión rusa.