Hasta ahora no había tratado en Noticias de Oriente a uno de los países asiáticos más relevantes: la India. Y creo que es el momento oportuno de hacerlo a raíz de la contundente victoria electoral del Narendra Modi
Lo que suceda en la India importa. Y mucho. Sus tasas de crecimiento en los últimos años son asombrosas situándose en torno al 7% (habiendo estado durante más de diez años, entre 2001 y 2011 en el 8%). Pronósticos realistas apuntan a que, que de mantener ese ritmo, es muy probable que pase de ser la sexta economía del mundo en la actualidad a la tercera economía del mundo en 2030. A esto contribuirá un aumento de su población que le permitirá alcanzar los 1.300 millones de ciudadanos que a su vez repercutirá en un incremento de la demanda de productos y servicios con el consiguiente impacto positivo en el PIB. En este sentido conviene destacar el florecimiento de una clase media dinámica, moderna y activa.
El auge de la India se encuadra en la tendencia inevitable del progresivo desplazamiento del motor de la economía global hacia Asia. En efecto, como ya he afirmado en numerosas ocasiones en esta columna (de hecho es una de sus razones de ser), estamos entrando en una nueva era de predominio del mundo asiático. Ya la administración del Presidente Barak Obama fue consciente de ello procediendo a prestar una mayor atención a los asuntos de Oriente. Y la presidencia de Donald Trump, con sus peculiaridades, está siguiendo las mismas pautas. Pero, además, la India, es la mayor democracia del mundo. Esta condición la convierte en contrapeso regional necesario frente a las aspiraciones hegemónicas de China. No obstante, la vía de la India tiene sus peculiaridades. Se trata de un sistema basado en la diversidad (de religiones, castas, diferencias lingüísticas, desencuentros territoriales) donde se dan niveles de desigualdad impensables en nuestra democracias liberales. Se trata, en palabras del politólogo Francis Fukuyama, “de una sociedad fuerte con un Estado débil”. Y sin embargo, a través de esta aparente flaqueza ha conseguido su consolidación interna democrática y un aumento notable de su influencia internacional.
Volviendo al resultado de las elecciones recientes de la India. El 23 de mayo de 2019 tras un prolongado y complejo proceso electoral, la Comisión Electoral de la India anunció sus resultados para la Cámara baja del Parlamento Indio. El partido Bharatiya Janata (el BJP) liderado por el carismático y en ocasiones controvertido Primer Ministro Narendra Modi consiguió una mayoría holgada de 303 diputados de 543. De esta forma el mantenimiento en el poder del Primer Ministro estaba asegurado. La segunda fuerza política, el Partido del Congreso, que fue durante años la dominante, se quedó muy por detrás del BJP con solo 51.
Estas elecciones han resultado sin duda cruciales ya que la India va a tener que enfrentarse a una situación económica y social complicada que pasa por colosales inversiones en infraestructuras que aseguren su desarrollo y que continúe por la senda del crecimiento. Una sólida mayoría parlamentaria debería permitir superar los tremendos retos que tiene la India.
¿Cuáles son esos retos? Son de naturaleza estructural y se va a requerir de un enorme talento político para poder superarlos con éxito. Encontramos pistas sobre los mismos en las solventes publicaciones del Foro Económico Mundial. En primer lugar, existe la necesidad de integración socioeconómica de la India rural. En efecto en 2030, el 40% de la población de la India vivirá en las ciudades. También habrá más de 5.000 núcleos urbanos (entre 50.000 y 100.000 personas cada uno) y más de 50.000 localidades rurales con una media de entre 5.000 y 10.000 habitante todos ellos con perfiles de renta similares con la aspiración de converger hacia la India urbana. Sin embargo el acceso a dicha situación urbana se enfrenta a tres obstáculos que tienen un efecto negativo. Por un lado hay problemas de conectividad física (por infraestructuras, esencialmente carreteras, insuficientes; todo el que ha tenido la fortuna de viajar por la India sabe a qué me refiero); por otro, también se da una deficiente conectividad digital (el acceso a internet); finalmente, la inclusión financiera es decepcionante (en cuanto a falta de suficientes bancos comerciales con presencia efectiva). Por lo tanto, a pesar de que las rentas estén aumentando en la India rural, está circunstancia favorable parece que no se va a traducir en mejorar la brecha de las desigualdades ni en una mayor integración e inclusión así como en potenciar la productividad. En este sentido dado que la población de la India va seguir siendo un 60% rural, esta necesidad de cohesión e integración será un imperativo para cualquier gobierno así como una exigencia por parte de los empresarios que buscan oportunidades de negocios y mercados. Para hacer frente a esta situación, las inversiones en infraestructuras resultan determinantes y tendrán que ser no solo infraestructuras físicas sino también y sobre todo digitales. De esta forma, la población rural podrá conectarse con la población urbana eficazmente. Cabe destacar un programa especialmente ambicioso que ya ha puesto en marcha el Gobierno de Modi durante su primer mandato, el programa de India Digital. Tiene por objeto una acción transformadora del país a través de lograr una sociedad digitalmente capaz y cuyo fundamento es la economía del conocimiento. En lo concreto esta política se traduce en potenciar el acceso a la banda ancha, el acceso universal a la conectividad mediante móviles y la incidencia en la desmaterialización de las relaciones económicas que se podrán conseguir sin presencia física, sin papeles y sin dinero en efectivo (faceless, paperless, cashless). Esto tiene un efecto multiplicador de la actividad considerable. Una tenaz y perseverante despliegue de estas políticas redundará en el crecimiento integrado y lo más convergente posible de la India rural y urbana.
El segundo gran reto, que comparte con otros grandes países como China, es alcanzar un nivel aceptable en el ámbito de la salud y el medio ambiente. En efecto una población castigada por la polución y por un insuficiente sistema sanitario puede verse menos beneficiada por las ventajas derivadas del crecimiento demográfico al estar afectada muy negativamente la calidad de vida de sus ciudadanos. El gobierno debe poner en marcha medidas para permitir el acceso a los servicios sanitarios básicos. Hay mucho por hacer en este punto. Por otro lado, los índices de polución en algunas zonas de India son alarmantes. Recuerdo una visita que realice a Nueva Delhi en noviembre de 2017 en la que contaminación había superado los índices de Pekín (donde residía en aquella época) en sus malos tiempos. Era tal la intensidad de la contaminación que no se podía ver el edificio que tenía enfrente del hotel. La magnitud de este desastre medioambiental se evidencia en un dato muy inquietante: 9 de las 10 ciudades que padecen una mayor contaminación de su aire son indias. Solo se conseguirá erradicar esta situación si los agentes sociales (gobierno, sociedad civil, mundo empresarial) trabajan de forma coordinada y unida. A nivel estatal serán necesarias medidas de armonización en relación con la construcción de viviendas, carreteras, servicios de transporte. Y además éstas deberán inclinarse a ser lo más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente posible. Por otro lado, un eficaz control de la calidad del aire, de las aguas y la disminución y tratamiento de los residuos van a ser claves para garantizar el bienestar de los ciudadanos haciendo que tenga sentido el crecimiento económico del que ha gozado la India.
Finalmente, last but not least, es prioritario un reciclaje masivo de la fuerza laboral en la India. Es cierto que esta necesidad la India también la comparte con numerosos países pero dadas sus dimensiones y circunstancias específicas, su situación es más dramática. Como dato revelador, según el Foro Económico Mundial, en el año 2022 la mitad de la población activa de la India deberá reciclarse para hacer frente a nuevos retos económicos. Esto requerirá unos 100 días de formación de media por persona. El sistema en la actualidad adolece de determinadas carencias que es necesario subsanar: la educación en la India (como en España) está más centrada en conseguir conocimientos conceptuales que en habilidades concretas que garanticen la empleabilidad; se dan disparidades regionales notables en el ámbito de las diferentes oportunidades de empleo; por otro lado, la India es uno de los países que menos participación femenina tiene en su fuerza laboral (cercana únicamente al 25%); y todavía existen más trabajos en la economía sumergida que en la economía oficial (80% frente a 2o%). Para hacer encarar este reto, nuevamente, la colaboración público privada es esencial. En este sentido, ya existe un ministerio específico el llamado Ministry of Skill Development and Entrepreneurship (algo así como el Ministerio de Desarrollo de Capacidades y de Emprendimiento) que ha puesto en marcha unas políticas específicas para reducir la relevante brecha de trabajos en la India.
La clara de victoria de Narendra Modi le va a permitir tener la fuerza política necesaria para enfrentarse a estos retos. Para que el resultado sea exitoso es imprescindible una unidad nacional clara y que el trato a las diferentes comunidades sea escrupulosamente igualitario. El comienzo de este segundo mandato es un buena oportunidad para ello y que el potente y carismático liderazgo de Presidente Modi contribuya al bienestar de todos los ciudadanos por igual.