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LA MANO INVISIBLE / OPINIÓN

Infojobs proteccionista

**El artículo ha de leerse con la Marsellesa sonando a todo trapo de fondo (y esta recomendación es aplicable a todo lo que se haga en la vida)**

27/08/2023 - 

Que la aplicación Derecho de la Competencia esté razonablemente politizada (que todo tiene una medida, no me refiero al retorcimiento por encima de lo que haría reconocible al mismo y lo convertiría en mero instrumento para alcanzar otros objetivos), en contra de lo que pueda parecer, no es, per se, patológico. Tiene muchas ventajas si se hace desde la transparencia y desde una Administración u organismo independiente que es políticamente responsable, rindiendo cuentas ante los Parlamentos. Hasta ahí, todo correcto, tampoco hace falta entrar en los pormenores y darle muchas más vueltas aquí.

Los problemas, sin embargo, proliferan cuando hay picos de tensión y fuertes fricciones políticas y asoman la patita los conflictos de interés. Y hemos tenido un caso que ha sonado muchísimo recientemente (vamos a ver, no, no ha sido la canción del verano. Pero ha traspasado las fronteras de la gente que se dedica al tema, que hay que contextualizar lo que digo y relativizar siempre mi entusiasmo).

Estoy hablando del nombramiento del puesto de economista jefe en la DG Comp (Chief competition economist), realizado por la comisaria de Competencia, que, por cierto, sigue vacante aunque ocupado provisionalmente (así que, tú, economista de buena reputación, y que habla un impecable francés, pon tu móvil a cargar y a todo volumen porque en cualquier momento te llega la llamadita a filas) después de haberse anunciado la renuncia de la afortunada que ha tenido que hacer una retirada por todo lo alto como consecuencia de la pedazo de campaña de acoso armada por los franceses. Se trata de ocupar un puesto, por poneros en antecedentes, que decide o sesga y prepara la decisión sobre concentraciones y ayudas públicas, como políticas muy sensibles en la Unión Europea y, en septiembre ya, sobre la designación de los guardianes de mercados digitales, entre otros casos de alto voltaje.

Sede de la Comisión Europea. Foto: EP/ARCHIVO

Hubo un maravilloso festival tentativa de nombrar a una economista, norteamericana, especialista en una rama de estudio económica (Industrial Organization) y que había tenido múltiples trabajos de asesoría, tanto en la Administración como en el sector privado en USA. El tema prometía controversia. Principalmente, aunque no sólo, nuestros vecinos franceses, que tienen un conflicto soterrado con la Comisión por motivos que luego brotarán, (movilizando a pesos pesados como Macron y todo, eh, que esto no se quedó en la tecnocracia anodina habitual), se quejaron amargamente por… ser americana y qué vergüenza es ésa, que cómo no iba a haber un buen candidato europeo y todo el mundo pensando que poco a poco el brazo se les iba levantando en un ángulo de 40 grados sobre la horizontal, entonando el Maréchal, nous voilà. Pues igual, no, señores. O no tanto.

Había potencialmente varios motivos problemáticos en su nombramiento: la nacionalidad, que es el que ha traído cola y que da un poquito de vergüencita según se mire; que haya trabajado para empresas de considerable envergadura; y su corriente económica.

Respecto de la primera, la verdad es que los lamentos de los colegas franceses tienen sentido en parte, por una cuestión de reciprocidad. Veréis, es que para trabajar para la DoJ y en la FTC hace falta tener la nacionalidad barras y estrellas. Pero ¿es eso relevante en realidad fuera del principio de reciprocidad? Pues depende, claro. Si es una cuestión de In Europe, Europeans first, me da hasta un poquito de pudor mentarlo. Porque el Derecho de la competencia no son secretos de Estado, evidentemente, no es inteligencia. Pero que no sea inteligencia no quiere decir que sea irrelevante. No sé si lo notáis bajo vuestros pies ingenuos, pero hay un cierto movimiento económico-político recrudeciéndose actualmente con fallas que surgen aquí y allí más o menos armadas y belicosas. Así que es posible que estemos en una nueva guerra fría, no contra el comunismo, por supuesto. Pero… ¿y si fuera contra los americanos? Pues podría verse como un conflicto de intereses en este caso. Imagina, los americanos nos envían una agente del mal y la subversión, que represente sus intereses económicos. Y esto está caricaturizado, claro, pero no es algo que tenga que ser totalmente delirante porque os recuerdo que las empresas digitales, pero también otros gigantes más tradicionales de operativa trasnacional son norteamericanos y podríamos, al contratarla, estar apostando por una aplicación clemente del Derecho de la competencia en Europa a su favor.

Es probable que los franceses quieran sencillamente a alguien europeo porque ellos son muy sensibles a las cuestiones de política industrial. Hace ya algunos años me volví un poco intensa con varias (dos, para ser más concreto) concentraciones para cuya ejecución se había solicitado autorización. Eran empresas francesas y alemanas. Y hubo mucho revuelo porque pasaron a formar parte del selecto y restringidísimo grupo de concentraciones denegadas por la Comisión. Los franceses y los alemanes, pero los franceses, sobre todo, se pusieron frenéticos con el tema, subrayando en fosforito los beneficios que podría traer el encumbramiento y sostén de campeones europeos (cuando dicen eso, se refieren a los franco-alemanes, por si se os había escapado). La Comisión Europea, con Vestager a la cabeza, hizo caso omiso del gobierno francés de entonces, que es el actual. Y ahora… pues recogiendo tempestades.

Margrethe Vestager. Foto: R. RUBIO/EP

Pero igual el problema no es sólo el chovinismo y la guerra fría contra los americanos, los rusos o los chinos. Hay que recordar que la excandidata ha trabajado como consultora para determinadas empresas de talla XXL (tanto para las norteamericanas como Apple y Amazon, pasando por Microsoft, pero también para grandes farmacéuticas como Sanofi (francesa) y Pfizer (alemana)). Estaríamos ante un más tradicional caso de temor de puerta giratoria, no de amiguismo por nacionalidad. El dinero mueve mucho más que compartir cuna y origen, creo yo. Esto, sin embargo, se tendría que probar, yo no sé qué sentido tiene descalificar a priori y automáticamente a cualquiera que haya trabajador para el sector privado en estas esferas. También es verdad que trabajó bajo el auspicio de la Administración Obama para la autoridad de competencia norteamericana, periodo caracterizado por una aplicación tímida del Derecho de la competencia, que puede considerarse como una de las variables que permitió o, al menos, no impidió, un crecimiento desaforado de determinadas empresas. Lo que conecta con mi último argumento: el tipo de aplicación que se hace. ¿Puede haber sido parte del problema su posicionamiento económico aquí? Puede. ¿Hay legitimidad para que los franceses lo discutan? Pues, a ver, se puede discutir, claro. Pero si tú tienes una comisaria con esa querencia, lo normal es discutir el nombramiento de ésta, no del chief economist, digo yo.

En cualquier caso, la vacante sigue sin cubrir, os recuerdo. Se está discutiendo este verano el nombramiento de otro economista en su lugar, un austríaco americano (ha adquirido la nacionalidad norteamericana recientemente, para trabajar en la FTC, y conservado la austríaca por si acaso sonaba la flauta (fewwww, ¡por los pelos!). Y tiene unos antecedentes políticos halagüeños (o no, dependiendo de si hablas francés). Por una parte, se encuentra a cubierto de cualquier sospecha de conflicto de interés porque no ha trabajado para las grandes corporaciones. Además, como hemos apuntado, su doble nacionalidad iba dirigida a permitir su nombramiento como economista jefe en la FTC, indicando un alineamiento con la actual Directora Khan, con una aproximación bastante más cuerpo a cuerpo en la batalla contra grandes empresas. Adicionalmente, en sus artículos doctrinales ha señalado los problemas de las adquisiciones de startups y del common ownership, a la vez que, y aquí es donde los franceses se han disparado al pie, se ha manifestado en contra de la utilización del Derecho de la competencia para cuestiones al margen de la eficiencia (el medio ambiente, pero también la consecución de una determinada política industrial de campeones nacionales). No obstante, ha reconocido, muy humildemente, que su predecesora no nata habría sido una mejor opción y que, como ha confesado él mismo, la tiene como modelo.

On verra!

Ah, quería comentaros una última cosa. Seguimos teniendo una monarquía como jefatura de Estado. WTF?

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