VALÈNCIA (EFE/Clara Gámez). La Escuela de Ingeniería Industrial y Aeroespacial de Toledo (EIIA) está dirigida, por primera vez en su historia, por una mujer, María Aranzazu Gómez, de Valencia, que se estrena en el cargo con el propósito de implantar un máster para fomentar que los investigadores se queden en Castilla-La Mancha.
Un total de doce hombres han pasado por los mandos de la entidad educativa desde su fundación, en el año 1983, un puesto que Gómez asume con "mucha responsabilidad, ilusión y buenas perspectivas" tras imponerse en las elecciones que la institución celebra cada cuatro años.
Esta ingeniera industrial reconoce en declaraciones a Efe que no se ha sentido discriminada a lo largo de su trayectoria profesional, a pesar de dedicarse a un sector que, en su mayoría, copan los hombres: "Es algo que se supone que siempre ha sido cosa de hombres y, sin embargo, yo no he tenido ningún problema”, comenta.
La nueva directora de la entidad educativa, que llegó a Ciudad Real para hacer su tesis en el área de máquinas y motores térmicos, ve una mejoría en la paridad respecto a hace diez o quince años, tanto en el incremento del número de alumnas como de profesoras, aunque aún hay mucho camino que recorrer.
“Cada vez en la Escuela hay mas chicas que deciden meterse en ingeniería eléctrica, en industrial o aeroespacial”, celebra Gómez, que defiende que todo el mundo, independientemente de si es hombre o mujer, debe tener la opción de estudiar “lo que quiera”.
En su opinión, el hecho de que estas carreras tradicionalmente se asocien más al género masculino que al femenino se debe a la “desinformación” que los estudiantes recibían desde muy temprana edad: “Parece que hay carreras de mujeres y carreras de hombres, pero todo el mundo tiene las capacidades para estudiar lo que quiera”, destaca.
Gómez, que nunca se ha arrepentido de estudiar ingeniería, su vocación desde pequeña “destripando los juguetes para ver cómo funcionaban por dentro”, subraya que la ingeniería es una profesión “emocionante” que “llena” y que, además, tiene muchas perspectivas de futuro en la región.
Por ello, se ha propuesto poner en marcha durante su mandato un máster en la EIIA, dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha, puesto que a día de hoy solo imparte tres grados, que son ingeniería eléctrica, ingeniería industrial e ingeniería aeroespacial.
Los alumnos interesados en hacer una tesis doctoral requieren del título de máster, por lo que muchos de ellos se ven obligados a marcharse a otras instituciones educativas fuera de la comunidad, como a la Universidad Carlos III o a la Universidad Politécnica, ubicadas ambas en Madrid, donde sí se imparten.
“Eso no me gustaría que siguiese así -admite Gómez- Si tú has visto algo en ellos, lo más seguro es que los profesores que imparten el máster en Madrid vean lo mismo y, al final, los van a captar. Eso hace que sea poco probable que vayan a volver aquí”.
Esta doctora afirma que la profesión tiene muchas salidas profesionales en la región, que cuenta, por ejemplo, con la presencia de Airbus en Illescas (Toledo), una empresa que “mueve un tejido industrial importante que se puede explotar” a través de otras compañías como Aernnova o Jupasa.
También ha indicado que hay otras multinacionales presentes en Seseña o en Esquivias, que se han trasladado de la capital a Castilla-La Mancha, donde han montado factorías en el norte de Toledo y que demandan mano de obra.
Gómez, que ejerció como coordinadora de prácticas en empresas, ha sido testigo de cómo una gran cantidad de chavales que han sido becados en empresas asentadas en la comunidad han acabado trabajando en la misma como ingenieros: “Es un orgullo que tenemos que seguir fomentando”.
“Es una oportunidad importantísima”, asevera que, como investigadora, se dedica al estudio de prestaciones, emisiones con distintos combustibles de motores de combustión interna-alternativas, principalmente de automoción.
Como hace cuatro años se implantó el grado de ingeniería aeroespacial, han ido derivando la investigación también hacia motores de aviación, no solo motores diésel o gasolina, utilizados en los aeroplanos o ultraligeros, sino también turbinas de aviación
“Vemos cómo se comportan estos motores con distintos combustibles, sobre todo de origen renovables para intentar desmarcarnos y dejar de utilizar esos combustibles fósiles”, explica.
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