VALÈNCIA.- El veterinario que imaginamos se mueve entre perros y gatos, pero los hay también entre cerdos y vacas. Su labor va más allá de curar y prevenir enfermedades; pasa por el control alimentario y se relaciona con el bienestar animal, incluso el de los ratones de laboratorio. Están llamados a desempeñar un papel fundamental en la nueva normativa dels bous al carrer, y les queda mucho por pelear en el ámbito de la salud pública. Todos estos asuntos preocupan a Inmaculada Ibor, presidenta del Ilustre Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV) y del Consejo autonómico, además de directora de oficina en la Conselleria de Agricultura. Ha habido que esperar veinte mandatos para que una mujer represente al colectivo, que ha pasado del 27% de colegiadas al 68% en apenas una década.
—¿Cómo interpretamos este fenómeno?
—El Colegio estuvo casi 60 años sin ninguna mujer; la primera colegiada llegó en 1958, y en Inglaterra no hubo veterinarias hasta 1910. Los orígenes de la profesión fueron masculinos, porque estaba más vinculada al ámbito rural y el animal de carga.
—La figura del veterinario se sigue asociando con la persona que atiende a perros y gatos.
—Los animales de compañía son la punta del iceberg, pero desde siempre hemos atendido a los animales de granja. Además de curar y prevenir, supervisamos su bienestar y la adecuación de las instalaciones. Otro cometido es la seguridad alimentaria, que hizo tan popular la frase «de la granja a la mesa» a raíz de la crisis de las vacas locas. Hay veterinarios en la Conselleria de Agricultura, garantizando la alimentación de los animales que comemos; en Medio Ambiente, previniendo plagas; y en Sanidad, controlando los mataderos, las empresas agroalimentarias, los puntos de venta, restaurantes y hasta los comedores escolares.
—Insisten en que es necesaria una bajada del IVA en su actividad, que es del 21%. ¿Hacienda no les hace caso?
—Es un tema que vino aparejado a la crisis de 2012, cuando muchos servicios pasaron del 8% al 21%. Pero al contrario que en Cultura, que también debe tener un IVA reducido, a nosotros no nos lo han bajado. Somos la única profesión sanitaria con ese gravamen, y no se puede considerar que cuidar de la salud de la mascota sea un bien de lujo. Fundamentalmente porque también estás protegiendo a las personas que viven con ella y previniendo epidemias. Implantamos normativas municipales para fomentar la esterilización y la identificación, en contra del abandono y del sacrificio, pero nos dedicamos a gravar estos servicios; ¡pues vaya!
—Tampoco pueden vender medicamentos.
—La ley es muy contradictoria. Aunque la normativa europea lo permite, en España está prohibido que determinadas profesiones sanitarias con potestad para prescribir medicamentos los vendan. Sin embargo, en una gasolinera o un supermercado se pueden dispensar algunos medicamentos sin prescripción. No tiene sentido. En la Comunitat hubo un intento de que los veterinarios tuvieran licencia de venta, pero precisamente nos encontramos con el problema del IVA, porque aunque el medicamento tiene un 10%, tendríamos que aplicarle un 21%.
—¿Hay problemas por la disponibilidad de medicamentos veterinarios en las farmacias?
—Existe un protocolo de medicamentos que el veterinario tiene permitido prescribir. Si recetamos un antibiótico, no puede ser para humano, sino específico para animales. Y claro, es mucho más caro y difícil de encontrar. Nos vamos a reunir con el Colegio de Farmacéuticos para entender esa falta de disponibilidad, porque ellos a su vez nos dicen que tienen problemas en el suministro.
—¿Deberían endurecerse las penas por maltrato animal?
—Creo que sí. Ya son delitos penales, pero quizá se deberían perseguir más. Un avance ha sido la modificación de la ley para que los animales no se consideren objetos, sino seres vivos, en temas como los divorcios. En general hay mayor sensibilidad animalista en la sociedad. Y existe un anteproyecto de ley de Bienestar Animal y de Mantenimiento de las Mascotas en la Comunitat.
—La inclusión del veterinario en la nueva ley de los bous al carrer ha generado gran polémica.
—Llevamos muchos años detrás de ese tema. En la Comunitat se celebran más de la mitad de festejos taurinos de España y, sin embargo, somos la única autonomía que no incorpora la figura del veterinario en estos espectáculos. No se entiende que no haya medios para cuidar de las condiciones del animal. Hubo bastante consenso en este sentido y llegamos a mantener reuniones con peñistas y ganaderos. Pero cuando salió la Ley de Acompañamientos que modificó el reglamento e introdujo a los médicos, ellos dijeron que no podían dar servicio y todo quedó paralizado. No sabemos cuándo se publicará la nueva normativa —estaba previsto en enero— pero parece que no hay mucho interés.
El problema es que hay muchas facultades, demasiadas plazas y una salida excesiva de profesionales al mercado, que además quieren dedicarse a la clínica de pequeños animales
—¿No es contradictorio que un veterinario esté presente en un festejo taurino?
—Dentro del colectivo hay gente antitaurina y gente taurina; de hecho teníamos un premio de toros que se retiró. Pero si nos tenemos que poner, mejor que se cumplan unas condiciones mínimas. Hay animales que se mueren por el calor, por las condiciones del corral, y eso se puede evitar.
—Son responsables de controlar alertas alimentarias, ¿se cumplen las condiciones mínimas?
—Habrá que preguntárselo a la Conselleria de Sanidad. Hace poco el Ayuntamiento de Torrent fue a increpar a la Conselleria porque consideraba que los veterinarios se estaban poniendo demasiado duros, así que... La normativa es la misma en toda Europa, pero si sales de viaje por otros países, verás que en España estamos muy por encima de la media en control alimentario.
—¿A usted le pareció capcioso el programa de Salvados en torno a la industria cárnica?
—Sí, estaba muy dirigido. No se le puede preguntar a un señor si va a Alimentación de una granja, te va a responder que sí, y no dejarle explicar que hay animales aislados por una serie de motivos. Como en todo, habrá casos puntuales, pero no es una situación generalizada en España.
—¿Qué piensan hacer por visibilizar las otras facetas de la profesión?
—Impartir charlas, organizar formaciones, hacer campañas de promoción y firmar convenios con entidades, como con Fedacova o Bioparc. También insistimos a las universidades para que orienten a los alumnos hacia otras vertientes profesionales. El problema es que hay muchas facultades, demasiadas plazas y una salida excesiva de profesionales al mercado, que además quieren dedicarse a la clínica de pequeños animales, y es un sector totalmente saturado.
— ¿Hay que limitar el número de facultades de Veterinaria?
—Sí, y de plazas. En España hay más que en cualquier otro país y en la Comunitat no hay facultad pública; en su lugar hay dos privadas. Si todos los alumnos tuvieran salida, sería ideal, pero la realidad es que hay precariedad laboral y sueldos bajos. No tenemos un convenio colectivo todavía, llevamos muchos años detrás de él, y de momento solo existe en Alicante.
—Dígame las tres prioridades de su mandato.
—La Ley del Medicamento, el IVA y mejorar la situación laboral del colectivo. En España el veterinario tiene cierto prestigio, pero en Inglaterra o Francia está mejor remunerado. Hay que darle más visibilidad a esta profesión.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 44 de la revista Plaza