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En la industria militar la innovación tiene que ir un paso por delante 

Innovación militar al servicio de la empresa y viceversa

12/10/2020 - 

VALÈNCIA. Seguridad y defensa siempre han ido de la mano de la tecnología. Las Fuerzas Armadas suelen ser, además de los primeros demandantes de los grandes ingenios, generadores de innovación propia, en muchas ocasiones adaptada después al mercado civil. Baste como ejemplo el caso de los aviones, utilizados en su origen en la Primera Guerra Mundial para tareas de reconocimiento aéreo y ataque y el salto, casi inmediato, al nacimiento de compañías aéreas para la aviación comercial. Es lo que se conoce en este ámbito como tecnología dual o de doble uso.

Por otro lado, la industria nacional de defensa se considera un sector estratégico. No solo para garantizar la seguridad del país, sino también por su valor económico. Según la Asociación de Industrias Aeroespaciales y de Defensa de Europa (ASD), el sector europeo de la defensa factura anualmente en torno a los 55.000 millones de euros y da trabajo a más de 300.000 personas. 

Pero, al igual que todas las industrias, también la de defensa y seguridad sufre una revolución, impulsada por la digitalización y la irrupción de nuevas tecnologías. Es aquí donde entra en juego el ecosistema emprendedor, más acostumbrado a estas lides. A Israel, seguido de Estados Unidos, se le presupone el país donde mayor simbiosis existe entre el emprendimiento y las Fuerzas de Defensa. Según Mark Eric Kavelaars, CEO del fondo de capital Swanlaab Venture Factory respaldado por el principal grupo de capital de riesgo israelí, Giza Venture Capital, esa conexión se debe a dos motivos principales: “ser un país obligado a hacer de la necesidad virtud y, segundo, contar con un servicio militar muy provechoso donde los soldados/as, además de recibir instrucción militar, son formados en otras habilidades estratégicas útiles para toda la vida”.

También en España se procura ese acercamiento entre ambos mundos. A ello obedece, por ejemplo, el Foro Ejército-Empresas que, desde 2018, se celebra anualmente en Toledo con el que se persigue abrir un diálogo directo “entre Ejército, universidad e industria, fuera del ámbito comercial y contractual, para fomentar el intercambio de opiniones sobre cómo afrontar los retos del futuro con el horizonte 2035”.  Muchos de estos retos a futuro son compartidos, pero lo que diferencia a la industria militar es que, en su caso, la innovación tiene que ir un paso por delante. Al ámbito militar se le atribuye el origen de los aviones no tripulados, hoy derivado en la potente industria de los drones, el GPS, los satélites artificiales, el uso de la realidad virtual y aumentada para sus simulaciones…Hasta internet nació de un proyecto militar de Estados Unidos en colaboración con las universidades. 

Sin embargo, conforme el ecosistema emprendedor mundial crece en robustez y disrupción, a la par que los gobiernos enflaquecen sus presupuestos militares, la tendencia parece invertirse. Ahora es el ejército el que se nutre de la innovación y los ingenios que desarrollan otros.

Cuando tu cliente son las fuerzas seguridad

Un tema que siempre ha preocupado al entorno militar, espacialmente en el ejército de tierra, es el camuflaje. Con vistas a esta demanda, la empresa canadiense especializada en biotecnología, HyperStealth, concibió un tejido inteligente que ellos denominan ‘capa de invisibilidad’ precisamente por eso, porque el soldado que se cubre con ella se hace imperceptible a la vista del soldado que tiene al lado. Aunque el ingenio está todavía pendiente de recibir la patente, la capa forma ya parte de los uniformes de los ejércitos de Jordania, Chile, Estados Unidos, Afganistán o Emiratos Árabes, entre otros.

Ya en España, también el Instituto Tecnológico Textil AITEX, desarrolla un tejido inteligente que le hizo merecedor del Premio ‘EDA Defence Innovation’ de la Agencia Europea de Defensa. Se trata de un un sistema de “computación portátil” integrado por varios dispositivos electrónicos (incluyendo sensores capaces de monitorear parámetros ambientales y personales) totalmente integrados en soluciones textiles. El desarrollo se conoce como ‘Narices Electrónicas’.

Otra empresa española que encontró en los cuerpos de seguridad del Estado un buen aliado comercial fue Agnitio. Especializada en soluciones biométricas de voz, empezó vendiendo sus servicios al sector gubernamental para inteligencia y forense. El primer cliente de Agnitio fue la Guardia Civil que supo apreciar la utilidad de la herramienta para identificar voces en los procesos periciales. 

Su tecnología se utilizó, por ejemplo, en el caso del secuestro de Anabel Segura. A la Guardia Civil le siguieron la Policía Nacional y otras instituciones de Seguridad del Estado, tanto nacional como de otros muchos países. Tal vez por eso, años más tarde, el nombre de Agnitio apareciese en los papeles de Wikileaks de Asange y fuera categorizada por algunos como “empresa de espionaje española”, una catalogación que nadie haría a día de hoy, cuando la huella vocal la utilizan hasta los bancos. Es lo que tiene la tecnología, que tanto puede ser utilizada para hacer el bien como el mal, pero lo cierto es que la suya fue en su momento una tecnología única y tan buena que se extendió por gran parte del mundo. La empresa acabó protagonizando una doble desinversión, una con la electrónica estadounidense Cirrus Logic y, la segunda, con Nuance Communications, ambas del Nasdaq.

Cuando te alegras de que existan esas sinergias

Pero esa transferencia de conocimiento y tecnología se produce también en el sentido inverso, especialmente ahora, en una economía de sistemas con un mundo global e hiperconectado. Una consecuencia de la digitalización es que ha añadido una capa de complejidad a los ámbitos de defensa y seguridad. Ahora, además del mundo físico, tienen que velar por la seguridad en el ciberespacio y es aquí dónde más se ha avanzado. Los profesionales de los distintos cuerpos policiales llevan años entrenándose en este terreno, pero ello no ha impedido que los ciberdelincuentes se hayan cebado con España durante la pandemia, uno de los países que más delitos de este tipo está padeciendo.

Uno de los afectados ha sido la plataforma financiera 2gether, especializada en trading en criptodivisas. Al finales de julio la startup sufrió un hackeo que supuso la sustracción de criptodivisas por un valor equivalente a 1,2 millones de euros. Pese a contar con una plantilla con perfiles muy tecnológicos, la primera reacción fue recurrir “a una empresa especializada y en estrecha colaboración con la Policía Nacional y con la Guardia Civil para unir todas las capacidades a aprovechar todas las posibilidades que ofrece el blockchain en términos de  trazabilidad y transparencia para recuperar los fondos”, declaraban. A día de hoy, la plataforma ha fortalecido la plantilla con talento especializado en ciberseguridad.

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