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Intrusismo laboral y rechazo social: las amenazas al futuro de la taxidermia

Foto: EFE/DOMÉNECH CASTELLÓ
13/10/2021 - 

VALÈNCIA (EFE/María Ronda). ¿Oficio, arte o hobby? La taxidermia no tiene una definición mayoritaria y consensuada y ahora, sin un especial reconocimiento social ni institucional en España, afronta un futuro incierto por el intrusismo laboral y el rechazo social, unido a la desaparición paulatina de sus profesionales.

Este horizonte pone en riesgo el futuro de centros culturales de especial relevancia como el Museo de Ciencias Naturales El Carme de Onda (Castellón), uno de los museos naturalistas con una colección de animales más rica de Europa y que en estos momentos tan solo trabaja con un taxidermista: José Ros.

Desde el famoso toro Ratón a animales exóticos

Ros es uno de los profesionales taxidermistas con mayor renombre en el panorama valenciano y nacional. Con sus manos moldeó el famoso toro ‘Ratón’, un cerril que causó la muerte de dos personas en sendos espectáculos de ‘bous al carrer’.

El taxidermista ha colaborado en una exposición elaborada por su hijo, también profesional del sector, para la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, donde se puede contemplar, entre otros astados, a ‘Chiquitín’, el toro de lidia más pequeño del mundo.

Pese al éxito de la taxidermia en el mundo taurino, Ros añora otros tiempos en los que la tradición a la que ha dedicado su vida no se centraba en la afición al toro ni a la caza.

Y es que este artista valenciano ha naturalizado a lo largo de su carrera, y siempre para la ciencia, animales exóticos como tigres o leones asiáticos.

"El futuro de la taxidermia es muy negativo", reconoce a EFE para advertir de que hay múltiples frentes en contra de este oficio, entre ellos el rechazo social: "La gente asocia la taxidermia con la caza, pero no tiene nada que ver", defiende.

Foto: EFE/DOMENECH CASTELLÓ

Todos los animales que ha naturalizado para El Carme, la Universitat de València u otras instituciones educativas y científicas "han sido donados de zoológicos, centros de recuperación de animales, por la Generalitat, a través de granjas o de clínicas veterinarias después de fallecidos por causas naturales o en algún tipo de accidente".

"No son cazados para ser naturalizados" como sí ocurre en el mundo de la caza, sentencia Ros, y agrega que esa falta de información es, a su entender, una de las principales razones por las que las instituciones estén menos interesadas actualmente en contar con naturalizaciones en sus centros.

Y critica que olvidan que, "en otras épocas, era frecuente que los alumnos de distintas ramas científicas se familiarizaran con los animales a través de estas obras".

Movimientos animalistas en contra

En esta línea se manifiesta también el director de El Carme, Joan Llidó, quien cree que hay "movimientos animalistas o ecologistas que no entienden bien la forma en la que los animales son naturalizados ni su importante función, por lo que castigan a una profesión que no es depredadora en absoluto".

Llidó pone como ejemplo el espacio habilitado para invidentes de El Carme, "donde las personas con problemas o falta de visión pueden tocar diferentes tipos de animales salvajes gracias a la taxidermia".

El gestor del museo insiste en que lugares como El Carme permiten tocar y "ver animales que, de otra forma, solo podríamos hacer a través de la televisión".

El intrusismo laboral, otra amenaza

Ros considera que, pese a la "opinión general", la tradición lleva años alejándose del mundo de la caza. "Hace años existían tiendas donde se vendían cabezas de piezas de caza, o animales enteros, disecados", apunta.

"La gente iba y los compraba. Hoy se ha perdido este interés incluso entre los cazadores, que no quieren exponer más piezas que las que han abatido ellos mismos", según el taxidermista.

Esta tendencia ha hecho, por otra parte, que surjan muchos taxidermistas "ilegales o principiantes" que se dedican "de forma aficionada a una parte muy reducida de la taxidermia, como el blanqueo de cráneos, por ejemplo", indica.

Lamenta que, pese a ello, la comunidad científica y educativa tampoco muestran visos de "devolver" a la taxidermia el reconocimiento y el esplendor que le confirieron en tiempos pasados.

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