Las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo están cada vez más presentes en el ánimo de los inversores como advierte el experto
MADRID. La actividad económica y las necesidades de financiación asociadas a ella ofrecen amplias oportunidades a los inversores que aplican una lente ESG (cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) para distinguir entre las empresas que están bien posicionadas para esta transición y las que no. Los flujos de fondos y la acción de los precios ya se están transformando hacia la alineación con un mundo ESG, que seguirá adquiriendo importancia como motor a largo plazo con un ámbito de influencia en expansión.
El impacto generado por la pandemia en los activos de riesgo debería disipar cualquier duda persistente sobre si el interés en las estrategias ESG podría perdurar ante las condiciones de estrés del mercado. Mientras que la industria de fondos sufrió salidas netas durante el primer semestre de 2020, en particular en la gestión activa, las estrategias centradas en inversión sostenible siguieron registrando entradas. Esta resistencia de la demanda es una muestra de su rentabilidad durante el periodo de volatilidad. Los índices de renta variable con criterios ESG registraron, por lo general, resultados superiores en comparación con sus homólogos que no son ESG, tanto por la ausencia de empresas de combustibles fósiles como por factores individuales de las empresas.
Los inversores institucionales exigen que se tengan en cuenta las consideraciones relativas a ESG en el proceso de inversión como parte de su deber fiduciario. El cumplimiento de la creciente lista de reglamentos relativos al cambio climático y otros objetivos es ya una obligación. Los inversores también están tratando de minimizar el riesgo reputacional. Lo más importante es que el análisis de las empresas utilizando un marco de análisis ESG se considera cada vez más parte integral de la evaluación de los riesgos de inversión a largo plazo que sirven como clave determinante para la rentabilidad.
La taxonomía de la UE, el sistema de clasificación para identificar actividades económicas ambientalmente sostenibles, es uno de los avances normativos más destacados que promete influir en la toma de decisiones de empresas, así como en el precio de los activos. Las empresas y sociedades que ofrecen productos financieros en la UE tendrán que revelar la cantidad de ingresos/gastos de capital de sus actividades o carteras de valores, que estén alineados con la taxonomía.
En el futuro, esta rúbrica puede servir de guía para alcanzar los objetivos que impulsan a las empresas y a los inversores hacia actividades y valores alineados con el logro de objetivos ambientales. Es probable que la taxonomía otorgue primas de valoración a aquellas empresas que obtengan las mejores puntuaciones, fomente la dispersión intraindustrial basada en puntuaciones relativas, sirva de aporte para las necesidades de capital, afectando así al coste del mismo, y, con el tiempo, proporcione suficientes datos que ayuden a que los productos ESG pasivos adquieran más relevancia.
Sin embargo, en el corto plazo, la taxonomía ofrece importantes oportunidades a los grandes gestores de activos que cuenten con los recursos necesarios para realizar sus propios análisis. También será de utilidad determinar qué empresas tienen los medios necesarios para llevar sus puntuaciones de la Taxonomía en la dirección correcta a medida que se vaya implantando la nueva normativa.
La ampliación de la cobertura de los datos sobre ESG está ayudando a generalizar rápidamente su integración y adopción entre los profesionales. La G (gobernanza) ha contribuido durante mucho tiempo la rentabilidad del mercado de valores, pero la E (Environment / medio ambiente) y la S (Social) están adquiriendo una mayor influencia en la rentabilidad relativa. La huella ESG de una empresa o un sector también contribuye a la delineación de los factores.
A medida que el mundo se mueva hacia los objetivos perfilados por el Acuerdo de París, se producirá un cambio en el comportamiento de los consumidores, en las decisiones corporativas y en el dinero invertido, lo que creemos que generará oportunidades de inversión a largo y a corto plazo en las próximas décadas.
Álvaro Cabeza es Country Manager de UBS AM Iberia