VALÈNCIA (EP). El equipo del doctor del Instituto de Investigación German Trias i Pujol, David Sánchez Infante, ha demostrado que los pacientes sometidos a una cirugía bariátrica con técnica de gastrectomía tubular, no así con el 'bypass' gástrico, consiguen activar este tipo de tejido adiposo 'bueno' y perder peso al año de la intervención.
Los investigadores han llegado a esta conclusión, presentada en el IX simposio científico del CIBEROBN 'Obesidad y Nutrición en el siglo XXI', tras haber hecho seguimiento durante seis meses de 40 pacientes con obesidad mórbida intervenidos quirúrgicamente, antes y después de la operación.
A raíz de estos resultados, los expertos han recomendado la medición de la grasa parda como parámetro de alto valor pronóstico, similar al índice de masa corporal (IMC), colesterol, perímetro de la cintura u otros de carácter psicológico, en valoraciones clínicas prequirúrgicas.
"Dos sencillas y nada invasivas fotos térmicas antes y después de haberse expuesto al frío del agua a 17 grados, permiten detectar y cuantificar la grasa parda que se ha despertado, un procedimiento sencillo y de gran relevancia para la praxis médica", ha argumentado Sánchez Infante.
Durante el encuentro se han expuesto también otros temas de actualidad como el papel de la hormona uroguanilina, producida principalmente en el intestino y capaz de activar la grasa parda, en la regulación de la homeostais energética.
Así, en un estudio publicado recientemente por el grupo compostelano que dirige Luisa María Seoane en la revista 'Scientic Reports' se describe por primera vez la asociación de esta proteína con la obesidad infantil. En concreto, los investigadores encontraron que los niveles de uroguanilina varían dependiendo de distintos factores como el sexo, con una regulación opuesta en niños y niñas, así como del momento de la pubertad en que se encuentran y especialmente de su peso y su composición corporal.
De esta forma, los expertos han demostrado que los niveles de producción de esta hormona se encuentran alterados en menores con obesidad. Se trata de un proyecto que tendrá continuidad hasta 2021 y que ofrece nuevos pasos para la búsqueda de terapias farmacológicas encaminadas a modular la acción del sistema uroguanilina en la obesidad infantil.
Por su parte, la profesora de la Universidad Miguel Hernández de Alicante, Paloma Alonso-Magdalena, ha centrado su intervención en situar los disruptores endocrinos (compuestos químicos capaces de modificar el equilibrio hormonal) en el origen de la diabetes y la obesidad. Una de estas sustancias químicas a la que estamos más expuestos es el BPA, presentes en determinados plásticos y otros envases de uso cotidiano como biberones o botellas de agua.
De hecho, el grupo del CIBEROBN ha descubierto, en animales de experimentación, que la exposición a BPA durante el embarazo, produce sobrepeso, menor sensibilidad a la insulina y un peor control de los niveles de glucosa cuando alcanzan la vida adulta.
Finalmente, la profesora de la Universidad de Navarra, Amaia Rodríguez, ha destacado la importancia de la medicina de precisión en obesidad y la necesidad de un abordaje 'sindémico' de esta enfermedad compleja en la que el entorno social, cultural y económico tiene más impacto en la ganancia de peso que los propios genes, que sólo explican un tres por ciento en la variación del IMC.
"La sindemia se refiere a problemas sinérgicos que afectan a la salud de una población en sus diferentes contextos ambientales, socioeconómicos, ecológicos o políticos. Por tanto, la prevención, diagnostico y tratamiento de la obesidad requiere equipos multidisciplinares que aúnen conocimientos moleculares, clínicos, bioinformáticos y 'sindémicos' para ofrecer una medicina personalizada eficaz", ha zanjado la investigadora.
El diagnóstico precoz de la anemia ya sea de forma aislada, casual o en contexto de otra enfermedad es muy importante para su correcta interpretación diagnóstica y tratamiento