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mar abierto / OPINIÓN

Inyección de moral

Foto: EDUARDO MANZANA
30/03/2021 - 

Llevamos ya un año, escuchando cómo se anuncia la siguiente ola covid cuando aún no ha concluido la anterior. Con una sociedad agotada, abatida y, sobre todo, preocupada. Fatiga pandémica, lo llaman. Y sí: resulta descorazonador, aun queriendo mantener el optimismo, oír hablar de la amenaza de una cuarta ola... estando aún en la tercera. Que, a su vez, se vaticinó desde la segunda. Y de la cual, se venía advirtiendo cuando aún hacía daño (y mucho) la primera.

Días estoy, dando vueltas a esto de las “olas”. A veces, dudando que nos estén contando toda la verdad. Otras, pensando si son una excusa bajo cuya espuma esconder la incapacidad de controlar la enfermedad; y de resolver las graves ‘cepas’ socio-económicas en que ha mutado. O si no estamos, en realidad ante el mismo ‘tsunami’, troceado en tramos para hacerlos más digeribles o, peor aún, para eludir responsabilidades.

Porque si algo ha quedado desmentido, es el falaz discurso del mismísimo presidente del Gobierno Pedro Sánchez: no era -ni es- cierto, que hayamos vencido el virus, como proclamó justo antes de irse de vacaciones. Desde entonces, instalado en un Estado de Alarma de larga duración y escaso control, hace varias ‘olas’ que ha puesto el piloto automático y se ocupa más de las censuras maquinadas que de las vacunas inyectadas.

Foto: EFE

Un Gobierno de España que deja al descubierto sus prioridades, destinando únicamente 700.000 euros a investigación concreta de antídotos al virus, mientras dedica 53 millones a rescatar una aerolínea de mayoría bolivariana y nula operatividad. Con tantas pymes, comercios, autónomos, hosteleros y profesionales al borde del cierre, para cuya supervivencia sería vital recibir, de ese abultado importe, ayudas directas, rebajas de impuestos y bonificaciones a las cotizaciones de la Seguridad Social.

Acabamos de saber que la población de Estados Unidos está ya cerca de quedar  inmunizada, mientras España queda aún lejos del 70% que se prometió. ¿Y en la  Comunidad Valenciana? Pues los números en cuanto a vacunación ya completada son frustrantes: en datos del propio Ministerio de Sanidad a 25 de marzo, poco más de 200.000 personas. Además, un 20% de las unidades recibidas sin siquiera administrar. Y aún hay quedan mayores de 80 años por vacunar. Esa es la realidad.

Pero en lugar de centrarse en revertir la  infravacunación, el president Puig dedica parte de su tiempo, y vigor, a confrontar obsesivamente con Madrid (nunca, por cierto, con Barcelona). Mucho más -tiempo y vigor- que el que aplica a reclamar de verdad (como antes) por la infrafinanciación. En eso ha disminuido ostensiblemente sus vatios y  decibelios. Y, básicamente, baja la cabeza. Ola tras ola. 

Foto: Foto: I. CABALLER/CORTS

A otros, como Ribó, que acusó a los vecinos de ‘hipocondríacos’, tampoco se les oye instando a que en la ciudad de Valencia se mejore el ritmo de vacunación, tan bajo y dispar. Una muestra más de que, en realidad, Valencia no tiene alcalde.

Inundados por no-verdades, un año después ni siquiera conocemos ni el numero real de contagiados, ni el de -tristemente- fallecidos. Hemos pasado algunas olas, escuchando que no hacían falta PCRs y números maquillados porque no se hacían bastantes Test para detectar el virus.

Incluso oyendo que no había que usar mascarillas. O que era ilegal bajarles el IVA porque lo prohibía la Unión Europea, cuando ya lo habían hecho muchos países, incluso a tipo 0 como Italia, Bélgica, Países Bajos, Austria o Finlandia. Ocho meses de engaño, para recaudar de los (asfixiados) ciudadanos más de 1.000 millones de euros

Y así seguimos con las FPP2, cuyo uso ha aumentado considerablemente en esta tercera ola porque protegen más, pero que, con el IVA al 21%, resultan inaccesibles para el uso continuo de muchas familias que, en esta situación, no llegan a fin de mes. ¿Quien pueda que se las pague y quien no que vaya por la vida más expuesto al riesgo? Gobiernos que se dicen progresistas, haciendo caja con la salud. Esa es la nueva normalidad.

Confiando en que esto acabe cuanto antes, aquí estamos, esquivando marejadas, ya algo exhaustos, entre la tercera y la cuarta ola. Escuchando, una y otra vez, que en la vacuna está la solución. Pero los números, la realidad, están todavía muy lejos de ese salvoconducto. Esta sociedad, noqueada por el virus y la devastación económica, necesita, sin demora, esa inyección de moral. Y gobernantes centrados en lo que de verdad importa: medidas que salven vidas y empleos. Así que, por favor: no más olas.

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