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Isabela Alfaro: “Para que la cultura sea un bien de primera necesidad aún falta mucho recorrido”

21/06/2020 - 

VALÈNCIA. Al móvil de Isabela Alfaro, bailarina y gestora cultural, llegaban muchos vídeos de profesionales de la danza durante el confinamiento. En lugar de un escenario, una terraza; en vez de una sala, un modesto balcón. Alfaro, enérgica e impulsiva -se le nota en la voz a través del teléfono-, decidió que tenía que hacer algo al respecto para dar a conocer esas maravillas a las que tenía acceso. Así nació Cápsulas creativas, un proyecto que forjó junto con Rambleta y AVED (Asociación Valenciana de Empresas de Danza) y que tiene como objetivo dar a conocer el trabajo de las compañías artísticas de la comunidad valenciana a través de piezas audiovisuales que se están difundiendo de forma virtual.

Mientras tanto, la bailarina no le quita ojo al próximo otoño, fecha de celebración de Circuitos Bucles, festival de danza que capitanea en València. Todavía con el lema y el eslogan cocinándose (“de momento no puedo decir nada”), confía en tomar las calles dentro de unos meses para demostrar que la danza está más viva que nunca. A la también gestora, a la que se le han caído tres proyectos debido a la crisis sanitaria, no le faltan las ganas. Y, si no puede ser al aire libre, declara, ya hay un plan B. Será por aquello de que el talento siempre, de una forma u otra, sale adelante.

-Las artes escénicas, y en concreto la danza, dependen mucho del público: del vivo y en directo, que hemos perdido estos meses. ¿Cómo se ha vivido desde dentro?
-Sí, claro. Las producciones, los ensayos, las clases, las actividades escénicas… todo eso se ha visto paralizado por las circunstancias sanitarias. A mí se me han caído tres proyectos como gestora (afecta a mi equipo de producción, a las compañías que se han dejado de programar con las que hubiera contado…), pero no he estado parada porque una tiene motor, energía y ganas de hacer cosas. Hay que darle vueltas, reinventarse, tener paciencia e ir probando con otros proyectos. Un ejemplo es Cápsulas creativas, el proyecto con la Rambleta: si tiene que ser virtual, que así sea. Pero no podemos permitirnos el lujo de estar parados porque la mayoría de nosotros, por ejemplo, no podemos recibir un ERTE. Hay que buscar formas de afrontar la situación.
Todos, en mayor o menor medida, tenemos que adaptarnos. A la música y los festivales, por ejemplo, también les está afectando muchísimo lo que ha pasado; nosotros aún podemos lanzarnos a la calle a bailar (esperemos que no haya rebrote) o programar en teatros con aforo controlado poco a poco… Confiamos en que vayamos a tener un trimestre siguiente más normal. Ojalá.

-Mejor estar en estos canales virtuales que no estar, ¿no? Pese a que se pierda la magia del vivo.
-Las artes escénicas, como sector, estamos obligadas a estar en cualquier plataforma posible. El proyecto de Cápsulas creativas ha tenido tan buena acogida porque las compañías de danza tienen ganas de estar presentes, aunque sea de forma online si no puede ser en las salas, la calle u otros espacios no convencionales. Entramos como sea en tu casa [ríe].
Por lo que respecta a las instituciones públicas, no me parecido bien algunas actuaciones. Como decía, a mí se me han caído tres proyectos. Uno, que iba dirigido al sector educacional, lo puedo entender, porque tenía relación con el público infantil… pero los otros dos, en lugar de aplazarlos, los han anulado directamente hasta el 2021, es decir, hasta dentro de un año. Eso no da ninguna garantía de que se vaya a reactivar. Me da rabia que no exista un mayor compromiso por parte de las instituciones públicas, en este caso, de ayuntamientos. Ahora, precisamente, es cuando necesitamos más apoyo. El hecho de que se aplace es lógico, pero, si no es mayo/junio (como se tenía previsto), siempre se puede adaptar a septiembre, a octubre, a noviembre, incluso a las Navidades haciendo una versión de ese estilo.

-El caso de eventos como la Feria del Libro, que se aplaza, pero no se ha cancelado.
-Dicen que “después”…, pero si no hay por medio un convenio, una documentación, un compromiso por escrito, se queda en agua de borrajas. Creo que hay miedo e incertidumbre, pero no hay que dejar que nos venza. Ahora estamos afrontando una nueva realidad, fase por pase, con cuidado; y creo que este tipo de iniciativas tienen que ir a la par con lo que está sucediendo, no cancelarse. No creo que sea por falta de fondos, porque ya estaban destinados, pero sí por miedo. A mí, personalmente, me hubiera gustado un poco más de tacto.

-¿En qué lugar estaba la danza antes y cómo ha quedado afectada tras todo lo que está pasando?
-Es la pescadilla que se muerde la cola. Desde mi humilde opinión: si no hay una educación en cultura, desde la escuela, no hay interés cultural. Por eso la danza, como la música u otro tipo de disciplina, se debería impartir en los colegios como asignatura: para que no sea la gran desconocida de los niños y niñas. Tampoco las artes escénicas se apoyan de forma sólida por el gobierno y las instituciones municipales, autonómicas, locales… Todo eso provoca que, al final, haya una precariedad en el sector unida a la falta de conocimiento.
Yo me siento respaldada (y mis compañeros también) porque sabemos que las asociaciones están trabajando por nuestros derechos, que se está avanzando y estamos en estrecho contacto con otras entidades a nivel autonómico y nacional, pero, ¿qué sucede? Que, para llegar a países como Francia y Alemania, donde la cultura es un bien de primera necesidad, aún falta mucho recorrido. Evidentemente, ha cambiado la situación de diez años hacia aquí a mejor y seguimos trabajando para que los jóvenes tengan más oportunidades…, pero va lento. Todavía hay mucho por hacer.

-¿Y en el caso concreto de València?
-Yo aprecio un gran cambio si lo comparamos con lo que pasaba hace veinte años. Ahora puedes hablar con políticos, asesores o técnicos y te cogen el teléfono: hay un acceso directo a ellos. Eso antes era impensable. Los partidos políticos que ahora llevan la parte cultural en el Ayuntamiento de València se comprometen: tienen interés. Y es algo que agradecemos y esperamos que dure mucho.
Hay mucha gente que ha pasado de no poder vivir de esto a tener, al menos, un poco de respaldo económico detrás. Este es un trabajo que nace de la pasión, eso está claro; pero al menos que haya un poco de interés por parte de las instituciones.

-¿Qué futuro le auguras a la danza en los próximos meses? ¿Qué va a pasar, por ejemplo, con Circuito Bucles (que se celebrará entre octubre y noviembre), del que eres directora?
-A nosotros no nos ha afectado para este festival porque siempre lo tenemos programado en las mismas fechas. Si hay un rebrote, nos reinventaremos. Tenemos un gran compromiso con la comunidad de danza valenciana (que representa un 75% del festival, y el resto es nacional). Si no sacamos la danza a la calle, lo haremos de forma virtual.
En las artes escénicas, estamos obligados a reinventarnos y a sacar fórmulas que conecten con la sociedad y la gente. Como agentes culturales y profesionales del sector, tenemos que detectar carencias y convertirlas en oportunidades y nuevas fórmulas de consumo. Ya hay muchos ejemplos: Russafa Escènica, Cabanyal Íntim, FAP, Mostra Viva del Mediterrani, Circuito Bucles, 10 sentidos… Todos nos hemos puesto las pilas con esto, hemos sacado la danza a la calle, la hemos contextualizado en barrios; y hemos hecho combinaciones entre la sala y la calle; en el caso de Russafa Escènica, Circuito Bucles y Cabanyal Íntim, usando también espacios no convencionales. Este año, por el momento no, porque la gente no está receptiva para recibir en su casa a gente, y es normal, pero sí quizá en la calle y en la sala. En definitiva, seguimos adelante y, si no, tenemos el plan B de lo virtual.

-¿Cómo una sigue entrenando y bailando sin poder salir de casa?
-Sobre todo, marcando rutinas. Cuando llegamos a la fase 2, decidí ponerme en contacto con un entrenador personal. Ahora estoy a tope [ríe]. He perdido, eso sí, masa muscular. Lo que sí he hecho durante el confinamiento es yoga, mínimo tres sesiones a la semana, incluyendo Ashtanga Yoga, que es bastante cañero. Y cuando no podía más bailaba, porque si no me subía por las paredes. También tengo alumnos a los que les estoy dando clases ya en el río [de València] y estoy montando una coreografía en pareja. Poco a poco y desde la calma.

-¿Se han tomado las suficientes medidas por parte del Ministerio de Cultura para respaldar al sector?
-De momento no echo nada en falta porque están aumentando los presupuestos. El miedo viene por lo de después: ¿Qué pasará en 2021? ¿Se destinarán las mismas cantidades a la cultura? ¿Se mantendrá el interés?

-¿No crees que quizá hay una dependencia excesiva de las ayudas públicas?
-Modelos como el de Alemania o Francia funcionan perfectamente. Allí destinan una parte muy importante a nivel estatal para la industria cultural; o la Ley de Mecenazgo. Que, por ejemplo, en lugar de poner una crucecita para apoyar a la Iglesia, se pudiera también destinar un porcentaje a la cultura por iniciativa privada. Muchas empresas y bancos, por ejemplo, se desgravan. Si esto fuera más generalizado, habría más cantidad destinada a la cultura.

-Más todavía después de estos meses, donde se ha ofrecido cultura de forma desinteresada, generosa y gratuita.
-La cultura lo es todo, ¿cómo no va a ser importante? Para mí va desde el diseño de una calculadora hasta el cartel que ves pegado en una pared al salir de casa. Es una industria al fin al cabo con muchos puestos detrás, que genera riqueza… Diseño, música, arte, ilustración, pintura, grafiti… Y va más allá de ir a un teatro: es una conciencia. Todos deberíamos estar concienciados con la cultura, de la misma forma que cada vez lo estamos más (por fin) con el medio ambiente.

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