El codirector de Proyecto Inestable y presidente de la Red de Teatros Alternativos hace balance de la pasada edición del IETM en Valencia
VALENCIA. Un rápido repaso a la agenda de los dos últimos años basta para constatar que en Valencia ha florecido un nuevo espíritu de debate. Iniciativas como València Vibrant, la Feria Valenciana de la Música Trovam! -que arranca hoy mismo en Castellón-, o el festival urbano MUV!, donde este sábado se debate si Valencia reúne las cualidades para ser una “Music city”, son solo algunos ejemplos de movilizaciones civiles y sectoriales que tratan de ordenar ideas y sacar conclusiones de un momento muy fecundo culturalmente, pero también particularmente caótico.
Pallarés habla con CulturPlaza apenas unos días después de echar el cierre al plenario de otoño Internacional Network for Contemporary Performing Arts (IETM), una de las redes internacionales de artes escénicas contemporáneas más importantes de Europa. Tras veinte años sin pasar por España, este Encuentro Internacional de Artes Escénicas Contemporáneas ha recalado por primera vez en la capital del Turia, donde se ha acogido a un total de 763 profesionales del sector (representantes de productoras, festivales, compañías, teatros, centros de investigación y recursos, universidad y otras instituciones) procedentes de 45 países de los cinco continentes.
Este evento itinerante -que no se corresponde enteramente como el concepto de feria, festival o congreso, aunque tiene un poco de todos ellos- se reúne cada seis meses en una ciudad distinta para debatir sobre cuestiones como la conveniencia o no de la implementación de estrategias clásicas empresariales en la producción artística, sobre el papel de las artes escénicas en los procesos de gentrificación de los barrios o sobre el camino a seguir en un entorno globalizado y absolutamente condicionado por las nuevas tecnologías.
El balance de Pallarés es muy positivo, pero curiosamente no se centra tanto en el contenido de las ponencias, talleres y grupos de trabajo, como en la “buenísima impresión que ha dejado la organización del evento y sobre todo el alto nivel de creación artística de las compañías españolas”. La programación artística del IETM incluía a 23 compañías -nueve de las cuales eran valencianas-, y se ha saldado con un porcentaje de ventas del 76,38% en todas las salas, “excepto el Rialto”. Concretamente los espectáculos “No half measures”, de Taiat Dansa; “Cul Kombat”, de Cia. Patrícia Pardo; “El Entretenimiento”, de Sleepwalk Collective, y “Molar”, de Quim Bigas, llegaron a agotar todas las entradas.
Involucrado en el mundo teatral desde sus inicios en 1997 con la compañía universitaria Tres Teatre, Jacobo Pallarés siente que el paso del IETM por Valencia nos acerca un poco más a la idea de internacionalización real que él viene acariciando desde el Espacio Inestable y desde 2014 como presidente de la Red de Teatros Alternativos, que engloba a 44 salas privadas de todo el país. “Lo mas importante no son las ponencias del Encuentro, sino las posibilidades que se abren en los pasillos, en los cafés, durante las comidas… no somos conscientes de todo lo que se teje. Lo que se ve es solo la punta del iceberg. Por ejemplo, antes de que acabara el encuentro una compañía valenciana ya había conseguido cerrar tres bolos fuera de España”.
“En España se entiende desde hace mucho tiempo que la internacionalización de las artes escénicas consiste solo en buscar ayudas europeas, sin más trasfondo -lamenta Pallarés-. Hay que entender que Europa es nuestro territorio, no es un extraño, y que tenemos que trabajar al mismo nivel que nuestros vecinos. No se trata de ir mirando a ver si hay suerte y enviando un dossier conseguimos que nos compren un bolo como si fuésemos algo exótico. No se trata de salir fuera siempre a través de instituciones como la Casa de España. Lo que interesa es posicionarse en esos mercados, y que se cuente con la creación española de manera natural”. Una de las pruebas de que no vendemos bien nuestro producto cultural es, en su opinión, el hecho de que los profesionales extranjeros que han participado en el IETM “se han quedado impresionados con el potencial de la creación española, sencillamente porque no se lo esperaban. Parecemos desde fuera un país subdesarrollado, cuando no lo somos para nada”.
Nos queda claro que ha quedado una buena sensación en el equipo organizativo, pero ¿adónde van las reflexiones e ideas que se han vertido durante las cuatro jornadas del IETM? ¿Se traducen en algún tipo de medida concreta o se diluye todo en una mera declaración de intenciones? “Hemos querido que esto no sea efímero, que no sea como quemar la falla. Creo que a partir de ya tiene que notarse en las conversaciones que mantengamos con las administraciones públicas. Tienen que ver que esto ha sido un éxito y quieran ser promotores de los proyectos que emprendemos desde aquí a nivel privado, como la creación de una red europea de creación emergente, capaz de unir a más de 200 espacios de exhibición de toda Europa. Cosas así. Tenemos que salir del estigma de la queja y el lamento y empezar a construir desde otro lugar, con un pensamiento positivo”, concluye.
Mientras en otras ediciones, como la última que tuvo lugar en Amsterdam, los contenidos del IETM inciden especialmente en el cambio de paradigma tecnológico y cómo éste afecta a las nuevas tendencias de las artes escénicas, en el de Valencia se optó por una línea más crítica. Una de las cuestiones de interés global abordadas, que además toca muy de cerca nuestra realidad, es la de si los festivales pueden o deben cambiar la idea de una ciudad. “A nivel artístico es interesante que haya tantos festivales en Valencia, y que se quiera impulsar la vida de los barrios –explica Pallarés-, pero hay que preguntarse si es realmente necesario, o si están haciendo una labor que ya hacen las salas durante todo el año”.
“Ahora se trabaja en lo urgente, pero no en lo importante, que es un plan a largo plazo que articule este caos. La realidad es que todos vivimos con el teatro, pero no del teatro. Todos trabajamos como bomberos, apagando fuegos. Creo que deberíamos reflexionar sobre si al crear audiencias para festivales estamos eclipsando la de las salas, que además trabajan con precios y estructuras de costes distintos. Hay que averiguar si podemos vivir todos con los recursos que hay, y si no es así, por qué unos sí y otros no. Con toda esa información, le corresponderá a la administración tomar decisiones y planificar a largo plazo, como hace Europa”.
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