VALÈNCIA. La dama de picas ha levantado el telón, con éxito, de la nueva temporada del ciclo de ópera de Les Arts. El teatro musical es una de las instituciones culturales más relevantes de la Comunitat Valenciana y, por supuesto, no vive de espaldas al contexto que le rodea. En lo espacial, a menos de un kilómetro y medio de distancia, acaba de reabrir el Palau de la Música, con el que comparte puntos en común, público y repertorio. En lo político, hace unos días tuvo lugar el primer contacto con el nuevo equipo de gobierno en la Conselleria de Cultura. En lo institucional, el proyecto de Iglesias Noriega cumplirá en unos meses cinco años y ya se encuentra muy asentado, dejándose ver en algunas transformaciones importantes. Sobre todo eso y más cuestiones de actualidad, responde a las preguntas de Culturplaza.
- Empecemos con lo más inmediato. Las críticas de La Dama de Picas han sido muy buenas. ¡Qué buen inicio de temporada!
- Sí, es una obra difícil que salga bien porque tiene muchas trampas y es muy complicado encontrar un reparto que encaje tanto como lo hemos hecho. Por otra parte, es un título que también le permite brillar a la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el Cor de la Generalitat Valenciana. La producción que trajimos es un clásico; te puede gustar más o menos, pero es uno de los grandes títulos de Richard Jones [el director de escena]. Los ingredientes los teníamos y afortunadamente todo ha salido muy bien. Ahora, después de las críticas, espero que eso nos ayude a convencer a esa gente que puede tener sus dudas porque no conoce el título o el tipo de música.
- En la presentación de la temporada, destacaste la cantidad de títulos inéditos que podremos ver estos meses. ¿Cómo va esta tensión entre abrir el abanico de los nuevos repertorios y un público que, especialmente en València, está muy acostumbrado a un canon más concreto y escueto?
- La ampliación del repertorio formaba parte de los objetivos del proyecto con el que me presenté al concurso público. Es una pauta que estaba desde el primer momento, como lo estaba también el abrir el abanico de direcciones de escena y de estéticas y también se ha hecho. Yo tengo por orgullo haber presentado un proyecto y estar llevándolo a cabo --con sus dificultades, con sus matices.
Obviamente siempre tienes que buscar el equilibrio, pero Les Arts es una institución muy joven, por lo que claro que hay lagunas en el repertorio. Esta ampliación es más normal que en otro teatro que tenga 50, 100 o 200 años de historia, pero también es verdad que, en años anteriores, se había centrado —quizás demasiado— en el romanticismo italiano y francés. Era momento de abrir el abanico y esta temporada. De todos los títulos de ópera y zarzuela, todos son nuevos, menos La Flauta Mágica.
Nuevos, pero no desconocidos. El ejemplo es Un ballo in maschera, el único Verdi que, curiosamente, nunca se había representado aquí, a pesar de ser un título importante que se representa con mucha frecuencia en otros teatros.
A todos nos encantan los grandes títulos, y hay que hacerlos cada cierto tiempo, pero como teatro público también tenemos la obligación de ofrecer a la gente cosas nuevas, repertorio nuevo. Es nuestra obligación enriquecer la oferta cultural. Lo importante de eso es que la gente, poco a poco, también se vaya dando cuenta de la calidad que hay más allá de lo popular. Creo que estamos fracasando un poco (iba a decir los teatros, pero creo que en otros muchos ámbitos) en conseguir fomentar la curiosidad de la gente. A la gente le cuesta venir: luego se atreve, ve La Dama de Picas, y se convierte en un gran éxito.
Y lo que pasa en València más concretamente… Bueno, también es lo que la gente está acostumbrada a ver. A veces juzgamos València como si fuera una ciudad con una tradición lírica enorme y no. El problema que planteo, en todo caso, es una tendencia general.
- También en la presentación diste un dato: en cuatro temporadas se había rebajado la edad media del público diez años, hasta los 47. ¿Este dato es un espejismo, un milagro, solo es una cuestión de la Preestrena fins als 28,...?
- Va mucho más allá de la Preestrena. La empresa que hace el análisis de nuestras ventas nos comentaba en una reunión que la evolución de Les Arts, en cuanto a la diversidad del público y la bajada de la media edad, era un caso muy llamativo y positivo. Posiblemente toda esa política de apertura, de acercamiento, de intentar que la institución sea más cercana a la gente más allá de las acciones puntuales, está teniendo su efecto.
Para un teatro de ópera, rondar los 40 es un dato muy relevante de hacia dónde va la institución, y dónde quiere ir. Además, a la gente joven la puedes llegar a captar, pero luego tienes ahí un periodo de 10 años (la treintena) en el que la gente suele formar una familia y su tiempo de ocio es mucho menor. Ya después los hijos empiezan a tener vida propia y vuelven.
Seguiremos apostando con acciones como la Preestrena, o las tarifas planas a menores de 35. Gracias a esto último estamos muy orgullosos por la evolución del público en el ciclo sinfónico. Aquí costaba mucho vender los conciertos sinfónicos, incluso siendo de una gran calidad. La gente no nos asociaba al mundo sinfónico; ahora los conciertos siempre están llenos de gente joven y eso nos garantiza el futuro.
- En esta temporada tendrá el estreno absoluto de una nueva producción en la que participa Les Arts, Un ballo in maschera. ¿Qué supone este hito?
- En los primeros años de Les Arts, casi todo eran nuevas producciones, incluso de óperas, porque tenían el presupuesto para ello. Cuando llegué, la realidad era otra y me encontré con una dicotomía: o hago nuevas producciones, posiblemente de bajo presupuesto y no tanta calidad, o presento producciones de nivel internacional alquiladas, en las que yo me incorporo como coproductor.
En mi caso, solo había hecho estrenos absolutos más que en la Martín y Soler. Pero esto no debería ser noticia, debería ser normal, porque un teatro es en sus nuevas producciones donde marca también su personalidad y gana visibilidad y notoriedad. No debería ser una noticia, pero con el presupuesto que tenemos, y los gastos que genera, por ejemplo, el propio edificio, no es tan fácil hacer más.
- ¿Cuál es el siguiente hito entonces?
- Todavía hay espacio para continuar asentando el modelo. Los hitos dependerán también de los recursos que tengamos. Y bueno, también tenemos que terminar la renovación de la Orquestra. Ya hemos dado un paso enorme: yo llegué y había 54 miembros fijos; ahora estamos en 76.
Nos falta un último paso, que es una reestructuración adecuada de esas 76 personas porque, como consecuencia de procesos anteriores (como el ERE), hay ciertas plazas claves que todavía hay que crear. Además esto requiere ampliar la masa salarial. Lidiar con la administración y sus corsés es complicado, pero sería una pena no conseguirlo. La Orquestra, en cada actuación, demuestra que se merece dar ese paso.
- Cuando se dan a conocer los presupuestos anuales del Ministerio de Cultura, los periodistas tendemos a comparar el presupuesto de Les Arts con el del Liceu, el Teatro Real, la Maestranza… Me pregunto si Les Arts tiene que aspirar a esos presupuestos, o realmente qué presupuesto o qué implicación necesita del Ministerio Les Arts.
- La mayor implicación posible, eso siempre. A veces no es solamente económica, sino también facilitar el soporte legal y administrativo en el que tienes que trabajar. Una buena Ley de Mecenazgo depende del gobierno central, por ejemplo.
En los últimos años, el apoyo financiero del Ministerio de Cultura a Les Arts ha crecido (de 600.000 euros a 2,5 millones de euros) pero sigue siendo desigual, sobre todo con otras instituciones y teatros. No podemos pretender tener las mismas funciones que el Teatro Real o el Liceu, pero sí necesitamos un apoyo mayor para crecer.
Si otros teatros lo reciben y Les Arts está en la misma liga y está cumpliendo con su objetivo, ofreciendo una de las cuotas de calidad más importantes que hay en España en este momento, pues también merece ser tratado —insisto, presupuestariamente— como se merece. Incluso si nos pusiéramos en proporción al número de funciones, el actual está muy desproporcionado.
Ahora estamos trabajando en un entorno complejo. Para nuestras funciones viene mucha gente de fuera y el presupuesto de los viajes ha subido enormemente. Esto tiene unos efectos presupuestarios importantes. Además, incluso las pequeñas trabas de los procesos administrativos te permiten adaptarte menos al mercado.
- Hace unos días tuviste la primera reunión bilateral con una persona responsable de la Conselleria de Cultura. En este caso, la Secretaria Autonómica Paula Añó. ¿Cómo fue?
- Bien. Obviamente son primeros contactos: poner en común información, transmitirles las necesidades. Hasta ahora el contacto ha sido bueno. Desde la Conselleria han sido receptivos a lo que se les ha planteado. Ahora hay que construir una relación, el proceso normal de conocerse y de ir trabajando conjuntamente.
- Que se haya dilatado un par de meses el encuentro, ¿es tan solo una cuestión de verano?
- Yo me imagino que sí. Llevan poco tiempo en sus cargos. Supongo que primero tienes que tener una visión global y luego ya entrar en los detalles. Creo que es positivo decir que no hay nada que destacar porque significa que los procesos son naturales.
Nosotros como institución tenemos que intercambiar con ellos cuál es nuestro proyecto, qué es lo que necesitamos, si hace falta hacer algún ajuste del proyecto… Y obviamente ganarnos también su confianza, como nos la tuvimos que ganar con la administración anterior.
Seguro que por ambas partes hay voluntad de colaboración, de trabajar juntos y de trabajar porque Les Arts siga creciendo y siga siendo uno de los buques insignia de la Generalitat Valenciana.
- ¿Una institución artística como Les Arts tiene que estar por encima de estos cambios políticos tan bruscos?
- Yo creo que sí debería ser así, y la tendencia general es esa. Cuando eres un profesional, los cambios políticos no deben afectar. Habrá momentos en que, con una administración o con un gobierno de un color o de otro, hay que discutir (en sentido positivo), comparar criterios o confrontar ideas, pero eso forma parte también del propio crecimiento del proyecto.
Hay tantas cosas, como el proceso de la Orquestra, u otros frentes que no me competen tanto pero me afectan (la titularidad del edificio, o gastos estructurales que se han ido liberando también…). Necesitamos ese apoyo político.
Con el gobierno anterior fue así. Y yo no los conocía de nada antes, vivía en Ámsterdam… Hicimos un buen equipo porque creo que ellos querían lo mejor para nosotros. Con la nueva gestión, creo que también será lo mismo.
- No puedo dejar de preguntarte por el Palau de la Música, que se acaba de reabrir. Han pasado muchas cosas en estos cuatro años en el Palau de la Música y también en Les Arts. Ahora, ¿cómo tiene que ser la relación entre los dos auditorios?
- Ya lo dije en una rueda de prensa y estoy convencido de ello: que el Palau de la Música estuviera cerrado, por el motivo que sea, no es positivo para nadie en la cultura; que al Palau de la Música le vaya bien es positivo porque genera público y consolida al que tiene que, en muchos casos, es común a nosotros.
Compartimos ciudad, público y entorno. Creo que es muy importante el entendimiento para que, conjuntamente, cubramos las mayores lagunas posibles de repertorio y ofrezcamos una oferta rica, sólida, en el terreno de lo sinfónico, de la música clásica, de la ópera.
Ya hemos ido hablando de diferentes cosas que nos competía y que afectaban a lo más urgente. Y ya tenemos agendada una reunión más formal. Esto de buscar el enfrentamiento es muy español. Una cierta competencia es positiva, claro, pero no el enfrentamiento. El público nos lo agradecerá y los dos nos beneficiaremos. Y no tiene nada que ver con ningún paternalismo de una institución hacia otra, se trata de un trabajo conjunto.