En Les Arts los jóvenes menores de 28 años han encontrado el espacio definitivo para disfrutar de la ópera. Las golosas entradas a 10€ de las preestrenas han logrado que, desde que nació la propuesta en la temporada 2019-2020, los jóvenes llenen las salas. Desde Culturplaza analizamos el caso de éxito de esta propuesta a través de quienes le dan vida y quienes la disfrutan
VALÈNCIA. La ópera ha dejado de ser cosa para públicos elitistas y espectadores con un alto poder adquisitivo. Gracias al programa de preestrenas de Les Arts los jóvenes valencianos menores de 28 años pueden disfrutar (desde la temporada 2019-2020) de todas las óperas emblemáticas que se cuelan en la programación de Les Arts. Desde el principio de la temporada hasta la actualidad las cifras han rozado constantemente el 100% del aforo de sala… ¿A qué se debe este éxito rotundo? Varias son las claves a analizar, pero se podrían resumir en tres puntos clave: el regalo de ir a la ópera con una entrada muy económica (por tan solo 10 euros), la desacralización de la ópera y el sentimiento de grupo que se genera.
Para comprender las claves de este nuevo evento social que mueve a la juventud cultureta valenciana Culturplaza cuenta con la visión de espectadores, organizadores y hasta una intérprete, la jovencísima Marina Monzó, quien al ser menor de 30 años ofrece también su visión como público. Pero antes de subir el telón y que suenen las primeras notas cabe comprender las cifras, analizando los datos desde que se planteó la propuesta por primera vez: en octubre del 2019. Todo comenzó con la zarzuela La tabernera del puerto, un doble riesgo según lo considera el director artístico de Les Arts, Jesús Noriega, al presentar la zarzuela de primeras a los jóvenes. Aún así se logró que se completara más de la mitad del aforo previsto. Poco más tarde, en marzo del 2020 llegaría Il viaggio a Reims, con un 95% de aforo, y desde ahí no se ha vuelto a bajar del 90% de ocupeación: Falstaff con un 100% de aforo en enero del 2021, lo mismo sucedía con Requiem en septiembre del 2021 y se bajaba a un 91% con Wozzeck. Sin embargo, los números no han parado de ir hacia arriba, con lo que se ha conformado un caso de éxito.
Para comprender el inicio de todo Noriega atiende a Culturplaza en su despacho, entre muchos papeles. Cuenta que desde joven le ha gustado asistir a eventos culturales, y cree que el disfrute surge cuando los jóvenes pueden asistir a la ópera sin una invitación concreta o sin que sus padres les sugieran acompañarles: “Gracias a esta propuesta los jóvenes pueden encontrarse con personas de su propio grupo de edad con los mismos intereses. Es una propuesta hecha para que encuentren su espacio. Da igual como vayan vestidos y lo que pase en su alrededor, se respeta mucho el ambiente y se percibe mucha tranquilidad en el entorno”. De la misma manera lo ven los asistentes a estos eventos, Adrián Silva y Julia Caro intentan no perderse ni una obra, e intentarán no hacerlo hasta que cumplan la edad límite. Para Silva el factor económico es en parte lo que le motiva a asistir al evento, ya que es la forma en la que puede permitirse este tipo de presentaciones. Sus primeras sensaciones fueron de “emoción, nervios y expectación” a la hora de hacer algo que se saliera más de su rutina, y poder introducirlo en su calendario como un evento señalado.
Noriega considera que esta rebaja de entradas a un precio simbólico es la que permite que los jóvenes las compren por ellos mismos, sin suponer estas un regalo o un valor que sea inculcado a la fuerza: “Los jóvenes van a verlo todo, por el mero hecho del espectáculo y el evento que se genera”, reflexiona, y considera que además llegan con muchas ganas de experimentar con todo ello, sin ningún tipo de expectativas, “lo bonito es cuando la gente pierde los prejuicios, y va sin ideas preconcebidas. Los jóvenes ven barroco, Wozzeck… están abiertos a experimentar todo y a dejarse sorprender”, y la única manera de hacer esto es conseguir que sea accesible. Para Caro la preestrena es la oportunidad de permitirse ese tipo de producciones que normalmente le resultarían inaccesibles: “Voy a las preestrenas porque son las únicas obras de ese calibre que me puedo permitir, ya que generalmente las producciones tan elaboradas no suelen bajar de los 50€”, explica a Culturplaza, y añade su punto de visión crítica: “Siento que todos los que vamos querríamos que la cultura accesible se extendiera lo más posible. También se oye mucho entre los asistentes la ironía con la que los boomers hablan de nuestra generación como la que “no quiere cultura” y aún así llenamos el teatro”.
Noriega, director artístico de Les Arts, lo tiene bien claro, la ópera está dejando de ser algo elitista y que solo va dirigida al público de “los ultras de la música”, tal y como bromea hablando sobre un sesgo del público adulto. Les Arts emplea un gran esfuerzo en poder generar nuevas funciones que atraigan a todo tipo de perfiles: “Tenemos la función social de atraer a todo el mundo, y eso solo se logra derribando barreras. Cada vez la propuesta va más hacia lo teatral y nos vamos actualizando”. Para ello es clave generar todo tipo de contenidos, aunque según considera Monzó realmente prevalece, sobre el contenido, el valor social que le dan los jóvenes a la ópera: “Digamos que el público más joven viene a la ópera para dejarse sorprender y para disfrutar, para descubrir qué les puede mover cuando van a estas representaciones. Creo que eso es algo que mucha gente que puede ir a una función “normal” ha perdido. Lo que más marca la diferencia para mí es el entusiasmo y la gratitud por parte del público”.
Esta aproximación tranquila y natural llega desde las nuevas vías para acceder a este tipo de eventos, que la jovencísima soprano sigue considerando como “elitistas” en según que casos, pero que gracias a los nuevos públicos (y al ambiente que se genera) el público menor de 28 se va desprendiendo de esa idea: “Otro motivo por el cual se ha visto siempre elitista es por la falsa creencia al “no voy a entender nada” y esa idea se ha desvanecido totalmente al ver la reacción del público joven, simplemente hay que tener un poco de interés por lo que vas a ver y dejarse llevar”. De esta manera los jóvenes descubren las preestrenas y se aficionan, tal y como Monzó explica, sus amigos llegan a tener sus óperas favoritas y comienzan a comprender qué les gusta y qué no. Por su propio juicio, sin presiones externas y sin miedo a no saber a qué se enfrentan, solo por el mero hecho de disfrutar.
En la sala se respira un sentimiento de grupo, el público no debe sentir que va a algo inaccesible o sagrado. Para Noriega es fundamental que el público haga “lo que quiera y cuando quiera”. Conversando con directores musicales, tales como James Gaffigan, estos resaltan que la energía que da el público de las preestrenas es increíble, y que es importante tener en cuenta que el público forma parte clave del escenario. Entre aplausos y caras de sorpresa también se respira un ambiente de emoción, Caro comenta que el momento de ir a la ópera es un "must social" en toda regla: “A la hora de asistir siento que es la oportunidad de disfrutar de algo que no se ve todos los días, buscar el outfit, hacerse un vino y disfrutar de ver en directo producciones tan espectaculares”. Silva no perdona nunca su vinito blanco antes de cada función, y tiene claro que una vez cumpla los 29 se apuntará a la tarifa joven de Les Arts.
Para Noriega, si el sentimiento de grupo está bien instaurado, los jóvenes son los que renovarán los públicos de cierta forma: “Una vez estén inmersos en esto verán la manera de no perderse las funciones. Durante los últimos años hemos visto una bajada de edad en nuestro público muy considerable, lo que es señal de que algo está funcionando bien”. De esta manera existen las tarifas para jóvenes hasta 29 años y menores de 35, en las que a veces se pueden encontrar entradas también por 10 euros. Monzó opina, como espectadora, y contempla que se puede generar el efecto cadena gracias a estas funciones: "Sin propuestas como esta no habría tanto público joven interesado en la ópera ni de lejos. Al final todo es una cadena, los que ahora van al preestreno y les guste, mañana se comprarán el bono joven con el que puedes ver una ópera por 10 o 20€ y vendrán a una función “normal”, o sea para adultos”.
Se une a la conversación Antonio Aranda, encargado de la gestión y de las taquillas, y explica que los jóvenes son más previsores del que llamaríamos el “público adulto” y tienden a adquirir sus entradas una vez se da el anuncio completo de la temporada: “Están muy pendientes y compran las entradas con bastante antelación, algo que el público adulto ha dejado de hacer desde la pandemia, debido a la imprevisibilidad”. Si bien está claro que desembolsar 10€ por entrada puede suponer un riesgo menos grave para los jóvenes estos ya saben a qué obras si que quieren asistir, y lo saben con muchísima antelación.
Mejor pasarse con los aplausos. Tal y como lo explica Noriega según opiniones de algunos directores el público joven es el que más vive todo desde abajo. Para Noriega esto se puede deber a que “los jóvenes reaccionan naturalmente a lo que les llega”, sin ser necesario que comprendan el contexto a la perfección. Desde arriba del escenario lo percibe la jovencísima Monzó, quien define la experiencia de actuación como “un intercambio de energía entre el escenario y el patio de butacas que a todos les deja fascinados”, detalle que suelen comentar con el propio equipo de Les Arts. Además, tras haber podido actuar en tres preestrenas y haber acudido de espectadora a otras tantas funciones, asegura que no percibe que el público se exceda en los aplausos: “Si que es verdad que suelen aplaudir con más efusividad al final de las arias por ejemplo o al final de un acto, pero siempre desde el absoluto respeto. Nosotros desde el escenario de verdad que lo agradecemos”.
Aranda y Noriega desvelan un dato curioso: los mayores de 28 intentan colarse en las preestrenas. Debido al tentador precio muchos intentan adquirir las entradas y colarse en una función que no está hecha para ellos. Tal y como aclara Noriega para ello se establece un control en la sala, tratando de evitar esos casos: “Cuando hay una persona que no es de la edad que toca la gente se queja, hay personas que de verdad compran la entrada e intentan colarse y son localizados por los jóvenes”, esto se debe según el director a la identidad de grupo que sustenta todo, y que hace que “salten las alarmas” en estos casos.
¿Qué es lo que falta?
Julia Caro: “He de decir que las posfiestas y los coloquios hacen que la experiencia sea mejor, porque al acabar tienes ese rato de estar con el resto de gente joven del público y hablar de lo que acabas de ver, podrían hacerse más cosas de este tipo”
Adrián Silva: “Sería genial que se pudieran organizar eventos o actividades en donde haya más interacción con los asistentes, como fue en el caso de la posfiesta de Wozzeck. También se podría generar un comité de jóvenes que compartan interés en este tipo de eventos y que organicen quedadas, coloquios, cenas.... Al fin y al cabo es una actividad poco común en personas menores de 29 años, por lo que conocer más gente con la que se pueda compartir la experiencia estaría genial”.
Jesús Noriega: “De cara al futuro me gustaría que se instaurara un pequeño coloquio después de las funciones. Habría que probar con una obra que no sea demasiado larga y que pueda generar un buen diálogo entre el público y los mismos actores que forman parte de esto. La idea es que siga la interacción después de la obra. También se volverá a repetir el formato posfiesta, que es de gran éxito”.