Vivimos tan rápido que en solo una docena de días del nuevo año hemos asistido ya a unos cuantos “momentos históricos”. Si creíamos haberlo visto todo en 2020, prepárense porque 2021 viene fuerte.
Un temporal llamado ‘Filomena’ ha dejado una ola de frío polar y mantos de nieve a su paso por la Península. Imágenes inéditas en la Comunidad Valenciana y esquíes, raquetas y trineos en la Gran Vía madrileña. Hemos contemplado atónitos a ‘trumpistas’ bajo una piel de bisonte asaltando el Capitolio al ritmo del ‘I love you’ del aún presidente de los Estados Unidos de América. Y, por supuesto, hemos vivido la Noche de Reyes más atípica de la historia, marcada por la tercera ola de esta maldita pandemia que, por primera vez, nos privó de esa foto junto a nuestro Rey favorito o de pillar al vuelo los caramelos lanzados desde carrozas engalanadas.
Pero la Noche de Reyes fue especialmente histórica -por negligente- en la ciudad de Valencia. Justo el mismo día en el que se registraba el récord de contagiados y fallecidos por el coronavirus y la Generalitat comunicaba medidas restrictivas adicionales para frenar al virus tuvo lugar la Cabalgata de Reyes, organización que congregó a miles de personas en la Plaza del Ayuntamiento para ver a Sus Majestades de Oriente. Algo inaceptable cuando se está pidiendo responsabilidad a los ciudadanos y un esfuerzo extra a los autónomos, empresarios y trabajadores del sector de la hostelería.
Si todos coincidimos en que vivimos una serie de circunstancias históricas y excepcionales, deberíamos también estar de acuerdo en que las respuestas que den las autoridades públicas sean de igual grado de excepcionalidad y contundencia. Sin embargo, nos encontramos con que se han decretado medidas restrictivas sólo para el sector de la hostelería (cierre obligado a las cinco de la tarde, aforo del 30% y sólo grupos de cuatro personas), estigmatizando de nuevo a este sector -que ya venía de una situación complicadísima- y llevándolo prácticamente a la ruina. Si se trata de frenar la tercera ola de forma contundente, ¿por qué no se decreta el cierre de todas las actividades no esenciales? ¿Por qué la Generalitat sólo apunta hacia la hostelería? Más preguntas: ¿Por qué se toman estas medidas drásticas sin consultar con el sector previamente? Y más grave aún, ¿por qué se toman estas medidas sin haber concretado con antelación un plan de ayudas para el sector afectado?
En casi un año que llevamos de pandemia, sus graves consecuencias económicas se han llevado por delante a 4.500 empresas valencianas. Un número elevado que desgraciadamente aumentará, porque decretar medidas drásticas para preservar la salud pública sin contar con un plan de compensación y ayudas a los sectores más afectados es un torpedo explotando en la línea de flotación de miles de negocios que ante esta nueva situación ya no se debaten en si cerrar o no el negocio, sino en cuándo hacerlo. Hay que recordar que en la Comunitat hay unas 40.000 empresas de hostelería, 9.000 de ellas en la provincia de Valencia.
Estamos en una situación crítica en la que toda medida para salvaguardar la seguridad sanitaria debe ir acompañada sí o sí, y de manera urgente, de otras propuestas de apoyo económico, con el objetivo de que ningún establecimiento se vea en la situación de tener que cerrar. Desde la Generalitat ya se ha anunciado que se aprobará una línea de ayudas para los sectores afectados -sólo faltaba- pero una semana después de entrar en vigor las restricciones, seguimos esperándolas.
No creo que el retraso se deba a una escasez de ideas, sino más bien es un ejemplo más de la de la improvisación tanto del Gobierno central como autonómico que adoptando, semana sí semana también, nuevos cambios y medidas restrictivas con diferentes horarios y aforos genera un mensaje confuso hacia el empresariado y la ciudadanía. Medidas y cambios que revelan una falta de previsión y anticipación en la toma de decisiones y que desde Ciudadanos hemos demandado y exigido en todas nuestras negociaciones, como seguir la línea de actuación de otros países europeos –véase el caso de Alemania- que acompañan las medidas restrictivas a la actividad económica con ayudas directas a las empresas.
Es por esto que exigimos que se ponga ya en marcha el fondo de ayudas directas de 76 millones de euros impulsado por Ciudadanos y aprobado recientemente en los presupuestos autonómicos. Además de la bonificación del cien por cien de las cuotas empresariales a la Seguridad Social y de la necesidad de flexibilizar los ERTE y ampliar su vigencia durante todo el tiempo que se haga necesario en las empresas que se van a ver afectadas ante las nuevas restricciones.
Creo que la Generalitat debería demostrar un mayor interés hacia este sector que representa el 6,8% del PIB, porque no cabe duda de que la hostelería una vez más actuará de forma responsable cumpliendo con todas las restricciones impuestas como lo ha venido haciendo desde el inicio de esta crisis. Pero también creo que los sectores clave de la economía valenciana, como la hostelería, el comercio y el turismo, se van a enfrentar en los próximos meses a unos niveles de facturación extremadamente bajos y la situación se puede alargar todavía demasiado tiempo, por lo que es necesario invertir todos los esfuerzos disponibles para paliar los efectos de la pandemia en el tejido productivo de la Comunitat Valenciana.