VALÈNCIA. La intensa vida del socio nº 1 del Valencia CF y la ilusión con la que cuenta su biografía dan para un libro. Hablamos de su profesión, su familia, su afición al tenis y por supuesto, su pasión por el equipo de sus amores.
–¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?
–Los veranos eran estupendos, duraban tres meses y siempre íbamos a un chalet de mi tío Juan en el Vedat de Torrente, ahí estábamos los primos y disfrutábamos mucho. Se organizaban bailes y verbenas todos los viernes, recuerdo como empezábamos los primeros flirteos para conocer a las mujeres. Se hacían fiestas y verbenas en casa Gil, casa Cuadrado, había muy buen ambiente. También recuerdo a Pipo Arnal, que su padre fue uno de los impulsores de la exposición regional en 1909.
–La etapa universitaria sería muy intensa en aquellos años, hablamos de los años 40-50...
–Sin duda, suele ser la época del primer amor, de hecho, tuve una novieta a la que tuve que dejar para irme a Madrid a opositar a los cuerpos nacionales de la administración local, durante dos años viví en Madrid y obtengo la diplomatura, una especie de doctorado de aquella época.
–Cuando obtienes la plaza de funcionario, ¿cómo cambia tu vida?
–Fueron las segundas oposiciones convocadas después de la guerra, los nuevos teníamos que reponer a los que se jubilaban que eran veteranos y era una gran responsabilidad. Mi oposición era de secretario interventor y tesorero de ayuntamiento, mi primera plaza fue en Picassent, luego estuve 19 años en Aldaia, de ahí a Silla, Ribarroja y La Eliana.
–¿Cómo fueron aquellos veranos ya con una plaza fija de funcionario?
–Fueron unos años fabulosos, estuve más de una década veraneando en Viver en una casa magnífica, recuerdo que íbamos a Segorbe a comprar ropa en una tienda que recibía stocks. Por las mañanas nos íbamos de excursión a lugares como Teresa, un pueblo cercano. Es una zona con unos parajes maravillosos.
–¿Cómo empieza tu afición por el Valencia CF?
–Por mi padre, él tenía el carnet de alta del año 1932 y a los nueve años empecé a ir a Mestalla de la mano de mi padre. El primer partido que recuerdo nítidamente fue el Valencia-Barça, con Pio de portero que tuvo que sustituirlo Izaguirre y el Barça tenía un gran delantero, Martín.
–¿La liga empezaba en verano como ocurre ahora?
–No tan pronto, empezaba en septiembre, y en los veranos se fichaban jugadores y se armaban los equipos. Todo era distinto, el amor por el club movía mucho más a los jugadores que el dinero, como ocurre actualmente.
–Cuéntame la historia sobre cómo conociste a tu mujer, que es apasionante.
–Yo era muy amigo de López Rosat, nos reuníamos en la cafetería Oeste y a través de la amistad con el doctor Pedro Malabia, gran psiquiatra y miembro del CSIC, se generó la historia. Él se fue a Alemania por motivos profesionales y la que luego sería mi mujer estaba estudiando en Inglaterra, pero ese verano realizó una estancia en Alemania y casualmente era familia del doctor y acabó viniéndose a Valencia. En el Ateneo donde nos reuníamos todas las noches la conocí, otro lugar que también frecuentábamos mucho era el Hotel Astoria.
–¿Cómo fueron los veranos cuando los hijos crecen?
–Tras la etapa de Viver, durante muchos veranos y por la conexión de amigos, estuvimos muchos veranos yendo a Alemania. Y, por otro lado, siempre me he involucrado en proyectos, yo he sido muchos años presidente de la Federación de Tenis de la Comunidad Valenciana y vocal de la nacional, y ese cargo me posibilitaba viajar mucho por España y en verano se celebran muchos torneos de tenis, aunque sin duda uno de los mejores viajes fue a Roland Garros.
–¿Qué es para ti el Valencia CF?
–Para mí el Valencia ha sido una segunda alma, sinceramente pienso en cuando marcan las reses con un sello de fuego para determinar la propiedad, y yo, salvando las distancias, he estado marcado a fuego en mi alma por el escudo del Valencia.
–¿Algún recuerdo especial de los viajes de verano?
–Con mucho cariño recuerdo los viajes con mi familia, mi mujer y mis hijos, solíamos ir mucho a Madrid porque ahí teníamos muy buenos amigos, y la visita a El Escorial era un clásico. También he viajado a Italia, Suiza, Francia, pero si he de destacar un viaje muy especial para mí, fue una vez para ver una final del Valencia CF porque estaba recién operado por el doctor Gastaldi, tenía el pie hinchado y pese al dolor no dudé en desplazarme a Francia y ver a mi querido Valencia.
–Actualmente llevas una vida tranquila, lógicamente. ¿Alguna rutina especial en verano?
–Intento mantener durante todo el año la misma rutina, me levanto, escribo un rato, ya tengo algunos libros contando algunos relatos de mi vida. Como toda mi vida he jugado tenis, me lesioné de los meniscos y gracias a las sesiones de un magnífico fisioterapeuta he conseguido eliminar dolencias y ganar movilidad. Las tardes suelo acudir al Ateneo Mercantil y jugamos al dominó.