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El expresidente de la Diputación de Castellón sigue difundiendo su pasión por la filosofía

José Martí: "En las encuestas los políticos son un problema; eso nos tendría que hacer reflexionar"

6/01/2025 - 

CASTELLÓ. Pese a los años que lleva vistiéndose de pensador, de fraile o de ilustrador clásico, sigue sorprendiendo ver a José Martí enfundarse la túnica y la peluca para dar una charla con la que intentar acercar a la calle los conocimientos de la filosofía. Así lo ha hecho recientemente en el Menador, desde donde reivindicó, en este caso, la figura de Emmanuel Kant. Profesor y político, político y profesor. Es difícil concretar qué va primero en su caso.

Cuando finalice la legislatura Martí acumulará dos décadas como alcalde de Sueras y, todavía hoy continúa dando clase en el IES Penyagolosa de Castelló, centro del que ha sido su director durante más de 20 años. Ha dirigido la Asociación de Directores de Institutos de Educación Secundaria de Castellón y presidió la Diputación provincial desde 2019 a 2023. El día que tomó posesión de su cargo en el Palacio de las Aulas ya lo advirtió en su discurso: "Hoy llega a la Diputación un profesor de filosofía, alcalde de un pueblo de interior y socialista, socialdemócrata: ¡Danger!", pero sus intentos para que el diálogo y los consensos marcaran la hoja de ruta de su mandato no dieron el resultado que deseaba.

No tiene muy claro si conseguirá que alguien continúe su legado de lucha por popularizar la filosofía, pero la intención de Martí es seguir trabajando para concienciar de la importancia de darle el sitio que merece en el día a día. Apunta que a sus alumnos les pregunta, de broma, si hay algún influencer filósofo, "porque quizá esa sería la solución". Su próxima cita será en unas semanas en la UNED de Vila-real, donde subirá al estrado al fraile dominico Francisco de Vitoria.

-¿De dónde surge la idea de disfrazarse de filósofo para dar conferencias?
-Todo comenzó en el instituto. Siempre he estado preocupado por llevar la filosofía a la calle y que sea algo cercano porque, en realidad, ese es su verdadero sentido. Ya en esa época busqué formas didácticas y de metodología para aproximarme a los alumnos y ese es el origen de lo que vino después. Como yo en Sueras he hecho teatro, pensé que podía ser un elemento interesante para concitar la atención de los alumnos y que, en lugar de dar la clase el profesor, lo hiciera el filósofo in person. La iniciativa tuvo bastante éxito porque, en el aula, todo lo que suponga romper la rutina suele captar la atención de los chavales. Empecé haciendo de Platón, con túnica y barbas, y luego seguí con Kant.

-Pero el repertorio fue ampliándose con el tiempo, ¿no?
-Si. Luego amplié el repertorio pero no ya en el centro educativo, sino en asociaciones culturales, en la UNED o en residencias para adultos. La propuesta de dar este tipo de conferencias también me ha servido mucho, a mí, para aprender. Por ejemplo, en el Aula Isabel Ferrer me invitaron a dar charlas y escogí a un pensador del siglo XVI, otro del XVII y un tercero del XVIII. Elegí a Fray Bartolomé de las Casas, un personaje interesantísimo como defensor de los indios; a Baltasar Gracián y a Gregori Mayans i Císcar. Este último fue una sorpresa porque no lo conocía en profundidad y desde entonces he intentado difundir su trabajo y el del grupo al que pertenecía, els novators.

-Hace muy poco se le pudo ver y escuchar en el edificio del Menador de Castelló.
-María Teresa Calderón, compañera mía y persona muy ligada al Ateneo de Castellón, siempre comenta que yo soy el continuador de su labor, que por cierto fue muy importante, y gracias a ella di recientemente esa charla sobre Kant.

-¿Tiene alguna conferencia más agendada en breve?
-Este enero visitaré la UNED para viajar hasta el siglo XVI, que fue una época en España muy interesante gracias a la Escuela de Salamanca, en su día centro de la intelectualidad del mundo. Recuperaré a Francisco de Vitoria, un gran pensador y padre del Derecho Internacional, y para ello me vestiré de fraile dominico. En la UNED hay un grupo de personas, responsables de las conocidas como Conferencias Blancas, y la verdad es que con ellos trabajo muy a gusto.

-¿Qué pueden hacer los profesores ante el escaso índice de popularidad que tiene la filosofía sobre todo entre los jóvenes?
-Académicamente estamos bastante bien, porque gracias a la ley actual contamos con Filosofía como asignatura obligatoria en primero de Bachillerato y ahora también en segundo. Además, hay otra asignatura en cuarto de la ESO como optativa, aunque como tiene muchos competidores no la elige mucha gente. Pero, aún así, podemos decir que en los institutos no estamos mal del todo.

"Con tanto líder de opinión que da su parecer sin fundamento, los filósofos tenemos que estar más presentes en el día a día"

-¿Cómo se puede revertir ese casi nulo interés de los alumnos por la filosofía un profesor?
-Yo intento que, tanto la filosofía como los filósofos, estén más presentes en la sociedad. Con tanto líder de opinión que da su parecer sin mucho fundamento, creo firmemente que en el día a día social y cultural los y las filósofas tendríamos que estar más presentes.

-Es curioso lo mucho que se emplea la palabra filosofía en términos deportivos, económicos o laborales. Se puede encontrar en titulares de periódicos y declaraciones de personas que tienen un altavoz en los medios de comunicación, pero eso no le da popularidad a la materia.
-Así es. La palabra como tal se utiliza en muchos ámbitos, pero escasea su presencia real. Vivimos en una sociedad de frases cortas y de tuits en la que no se da una reflexión meditada, tranquila o razonada, y eso hace que apenas haya predicamento del mensaje filosófico. A veces les pregunto a mis alumnos si hay algún influencer que sea filósofo… esa sería una solución.

-Durante sus cuatro años como presidente de la Diputación de Castellón intentó trasladar al terreno político ese espíritu y ese talante que tienen los filósofos...
-Si. Me alegro de que me lo comentes porque verdaderamente lo intenté. Lo intenté a diario.

"Como presidente de la Diputación mi intención fue ir por el camino del diálogo y el consenso, pero el resultado fue el que fue"

-¿Consiguió algo positivo? Porque al final no se logró ni el diálogo ni el consenso que en algún momento comentó que quería alcanzar...
-Guardo muy buen recuerdo de mis cuatro años al frente de la Diputación. Y eso que no fue una etapa fácil, pero mi intención siempre fue ir por el camino del diálogo y el consenso. En mi primer discurso, el día que tomé posesión del cargo, ya dije con algo de humor que había que tener cuidado porque llegaba un presidente que era de pueblo y que era filósofo. Mi intención en ese sentido fue siempre firme, pero pasaron los años y finalmente el resultado fue el que fue. Nunca ha calado esa reflexión que ya hizo Kant en su momento cuando apuntó que urge en la sociedad la reflexión, el diálogo y la tolerancia.

-¿Lo intentó?
--Yo lo intenté. Gobernamos en coalición con Compromís y trabajamos sin ningún problema. Ciudadanos puntualmente también nos apoyó en la aprobación de los presupuestos de la institución, pero con el Partido Popular fue más difícil. Algún año se abstuvieron a la hora de dar luz verde a las cuentas anuales, pero la cosa no pasó de ahí. Aristóteles dijo que la amistad cívica tiene que estar siempre por debajo, y yo lo intenté. También tengo que resaltar que muchos alcaldes del PP me han comentado que agradecieron ese talante que intentamos darle a la Diputación durante esos años. Creo que ese es el talante que tendría que estar más presente en nuestra sociedad.

-¿Hasta que punto marcó la pandemia la legislatura en la que presidió la Diputación?
-Aquello fue un golpe. Lo que hicimos fue marcar unas líneas de ayuda que se basaban en la premisa de estar al lado de los ayuntamientos en los momentos más duros. Esa intención continuó más tarde durante el tiempo de la recuperación. Si hablamos de recursos y de medios económicos no podemos comparar la Diputación ni con la Generalitat ni con el Gobierno de España, pero en la medida de nuestras posibilidades sí que pienso que sacamos adelante iniciativas y propuestas. Destacaría las reuniones que mantuvimos, ya todos enclaustrados, con los sectores sociales para escuchar lo que a ellos les llegaba y valorar las necesidades que había y las prioridades que había que fijar.

-¿Vivió el encierro en Sueras?
-Si. Y desde entonces estoy allí siempre. Llevaba muchos años viviendo a caballo entre Sueras y Castelló, y tras la pandemia me quedé definitivamente allí.

-Quería ser un presidente que pusiera su foco en la despoblación del interior de la provincia. ¿Consiguió las mejoras que reivindicó al inicio de tu mandato?
-Hay que explicar que, aunque en otros puntos de España piensen lo contrario, en la provincia de Castellón también tenemos el problema de la despoblación. Hay una asimetría total entre la costa y el interior. Vale mucho la pena luchar por el interior y por obtener recursos para toda esta área que no es costa. En este sentido, tuvimos algunas ideas mientras estuvimos al frente de la institución que no se han podido llevar a cabo. Una de las cosas que siempre que tenía ocasión reivindicaba es que fiscalmente no se tratara de igual manera a toda la provincia. No creo que tenga que sufrir la misma carga alguien que tiene un pequeño negocio en un pueblo del interior que alguien que lo tiene en la capital, por poner un ejemplo. Y esas ventajas fiscales que yo reclamé para los municipios más despoblados no se pudieron hacer realidad. Aún así, hubo logros que sí se consiguieron, como la ayuda económica que reciben las familias que están en el listado de pueblos en riesgo de despoblación. Pero en esa línea, y miro también al Gobierno central, se tendría que practicar una política más activa a favor de los pueblos del interior. Sería una verdadera lástima que una parte tan importante de nuestra provincia, o de otras provincias de España en similar situación, quedara despoblada.

"En la Diputación dejamos una estela de asuntos que la Administración actual está continuando pese a que quieran esconder, como el consorcio del agua"

-¿Se fue del palacio de la Plaza de las Aulas con un sabor agridulce?
-No. La sensación que queda fue y es muy agradable, pese a lo difíciles que fueron esos años. Conseguí reunir a un buen equipo de trabajo, y yo, que soy tan kantiano, soy una persona muy optimista humanista y progresista. Quiero pensar que dejamos una estela de asuntos interesantes que la Administración actual está continuando pese a que quieran esconder que así es. En temas como el agua, por ejemplo, planteamos la posibilidad de hacer un consorcio del agua, algo muy necesario. Y también hubo otros temas relativos a los fondos europeos que considero esenciales. Guardo muy buen recuerdo de esa época, insisto.

-¿Sigue creyendo como antes en el municipalismo o ve las cosas de otra manera tras los cuatro años al frente de la Diputación?
-Soy una persona que cree firmemente en el municipalismo. Cuando acabe esta legislatura llevaré ya 20 años como alcalde de Sueras. Por eso siempre he insistido en que la Diputación es una Administración local, con todo el orgullo y el sentido de la palabra. En otros tiempos podía parecer que la Diputación era el virreinato de alguien [en alusión a Carlos Fabra], pero la institución es una Administración local con toda la fuerza, con todo el sentido y con todo el significado que tiene ser ayuntamiento de ayuntamientos, y esa función es muy bonita. Respecto al municipalismo, defiendo la figura del alcalde, y más si es de un pueblo pequeño, donde está siempre en primera línea de batalla y en vanguardia. Tiene sus disgustos pero también recibe satisfacciones.

"el mayor disgusto que tuve en la Diputación fueron los sindicatos que hay en la institución; Me defraudaron mucho"

-¿Cuál fue su mayor alegría y su mayor disgusto como presidente de la Diputación?
-La mayor alegría que tuve fue trabajar en contacto directo con los pueblos del interior y visibilizar y dar presencia a esas zonas despobladas. Y el mayor disgusto que tuve fueron los sindicatos que hay en la Diputación. Me defraudaron mucho.

-Ampliando la mirada y tras su paso por la Diputación, ¿cómo analiza el filósofo la política actual?
-No puede ser que políticamente se esté tan polarizado. Como ya tengo una edad, comparo lo que sucede hoy con los años de la Transición. Hay un filósofo alemán que es continuador de Kant, Jürgen Habermas, que representa a la perfección su legado de la ética del diálogo, del consenso y de la comunicativa, y es justo lo que hace más falta en nuestras sociedades. Creo firmemente que la gente lo agradecería porque se va continua y constantemente al enfrentamiento, a la descalificación y a la negación del contrario, cuando en democracia la persona que tienes enfrente no es tu enemigo sino tu adversario. Y si verdaderamente creemos en el pluralismo político, la oposición tiene que serlo, pero siempre desde unos consensos de base muy amplios que nos lleven a que estemos de acuerdo en algunas cuestiones. 

La política es la organización de la convivencia en común pero resulta que hoy en día identificamos la política con algo malo, y eso para una sociedad es terrible. El hecho de que en las encuestas los políticos sean uno de los principales problemas de los españoles nos tendría que sumir en una profunda reflexión.

-¿Si leyéramos más filosofía nos iría mejor?
-Absolutamente. Por eso surgió la idea de llevar la filosofía a la calle en su día, y por eso sigo dando estas conferencias.

-Ya que nos ha dicho que si leyéramos filosofía a las personas nos iría mejor, recomiéndenos alguna lectura...
-Soy socialdemócrata convencido, y uno de mis grandes referentes intelectuales es Fernando Savater, aunque ahora con la edad ha derivado un poco a posiciones distintas a las que tenía. Pero recomendaría Ética para Amador. Está escrito con un lenguaje que no es complicado de entender. Hay otros pensadores como Javier Gomá o Jose Antonio Marina que han publicado análisis y lecturas también muy interesantes.

-Por último, ¿ha descubierto ya la razón por la que cuesta cuesta tanto entrar en el mundo de la filosofía?
-En ocasiones la terminología asusta, y a veces se escribe más para la academia que para la calle. José Ortega y Gasset supo verlo y, aunque escribía para la academia, lo hizo de manera que sus libros y sus conferencias fueron muy leídas. Él fue quien señaló que la claridad es la cortesía del filósofo. Y así es, en verdad, por lo que todos tendríamos que hacer lo posible para comunicarnos con un lenguaje con el que la gente nos pueda entender. Quizá hay culpa repartida en las dos partes.

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