CASTELLÓ. Kerajet, la empresa castellonense que fue capaz de inventar e implantar la impresión digital en la industria cerámica mundial, afronta una nueva revolución que vendrá marcada por la necesidad de crear unas plantas productivas con cero emisiones de CO2. ¿Cómo lo hará? Para ello ha puesto en marcha el proyecto Helioker, hoy ya algo más que una idea que se sustenta en el uso de electricidad procedente de energía cien por cien renovable y que tiene como principal objetivo hacer un producto de calidad y de máxima eficiencia gracias al uso de la tecnología.
El CEO de la compañía, José Vicente Tomás, habla de esta nueva realidad en la industria desde la óptica de quien ha sido juez y parte, y por su condición de estar a la vanguardia de unos cambios que ha posicionado a Kerajet como actor necesario para entender el proceso de transformación que ha vivido y vive la cerámica en este siglo XXI.
-Ustedes han trasladado su know how en la cerámica a otros sectores...
Así es. Entiendo que nuestra presencia en el textil seguirá creciendo, mientras que en la cerámica el crecimiento será inferior en los próximos años. Y tiene una explicación, ya que en el azulejo veníamos con un ritmo muy alto que, lógicamente, tenderá a estabilizarse. Esto llevará a este último sector a reinventarse para mantener su situación privilegiada en cuanto a su llegada a los diferentes mercados, como lo hemos estado viendo en estos años.
Siempre es clave hacer un producto cerámico más innovador si cabe e, incluso, entrar en sectores o ámbitos donde hasta ahora no estaba o cuya presencia era mínima.
Con todo, hay que decir que la cerámica es el material del futuro. Es un material que es lo más y estoy convencido de que cada vez se va a vender más cerámica en el mundo. Esto no significa que las empresas del sector vayan a tener un futuro difícil, pero si tomas en cuenta los costes energéticos y que los pedidos se normalizarán, si no se hace nada para mejorar y asegurar las actuales altas cotas de posicionamiento de las que se disfruta hoy, intuyo que tendrán una bajada de ventas e incremento de precios. Es algo que está ahí.
Por otro lado, no hace falta decir que la obligación de las empresas es ganar dinero, ganar riqueza y, si ese objetivo peligra, al final esto repercute en todo el entramado económico y social que rodea a esa empresa.
-La energía nos marcará el futuro, entonces...
Quizá sea el factor determinante. El precio del gas difícilmente volverá a los valores bajos del pasado. Lo vemos con la gasolina, que no baja lo que suele subir y cada día es más cara. Lo mismo pasa con el gas. Será difícil una bajada progresiva de los precios a futuro. Y a todo esto hay que remarcar que el coste energético en el azulejo hoy ya es muy alto.
-Explíqueme cómo es el proceso en este cambio.
En lo que estamos es en el montaje de una planta piloto, completa. Con un horno de 170 metros, eléctrico, para demostrar que todo el proceso es funcional, que desarrolle y fabrique un producto comercial y destaque por su eficiencia. Hay que recordar que nosotros no nos dedicamos a producir azulejos, lo que queremos es que los fabricantes vean que lo que les ofrecemos es para ellos una oportunidad para seguir produciendo a través de una planta autosuficiente energéticamente, sostenible y ecológica.
Estamos trabajando en un aspecto muy importante de esas plantas que tiene que ver con el almacenamiento de esa energía eléctrica a través de batería cerámicas. De este modo, ofrecemos no solamente todo el equipamiento eléctrico, sino también el equipo de almacenamiento, y ésta es la clave de nuestro proyecto.
-¿Y para cuándo su implantación?
Estamos en contacto con clientes nacionales e internacionales y nuestro propósito es ya, el año que viene, proceder a la instalación de plantas y que la gente empiece a tener desde ese momento una pequeña planta de fabricación cien por cien eléctrica, menos dependiente, ajena totalmente a las emisiones de CO2 y con la capacidad de elaborar productos especiales. Así, Kerajet da la posibilidad de que estas empresas puedan ofrecer un producto cien por cien digital, con más valor añadido y unos costes de fabricación más bajos. Ese es el objetivo que nos hemos marcado.
-¿Cómo cree que afectarán las diferentes regulaciones de los mercados a esta 'revolución' que propone?
Para cualquier mercado que tenga una buena red de distribución comercial y que tenga unas condiciones adversas para determinados modos de fabricación, como es el caso de la cerámica europea, ésta es una solución ideal. Instalar un horno e instalaciones a gas, que lo hace todo el mundo, digamos que es lo fácil. Nosotros queremos que la gente vaya más allá, que busque soluciones de presente, pero con perspectivas de futuro, que apueste por productos diferentes, mayor cualificación… la diferenciación marcará en buena parte este recorrido del que estamos hablando. Competir de otro modo se antoja muy difícil.
-Si la impresión digital en la que ustedes fueron pioneros supuso una revolución para la industria cerámica, ¿cuál sería para usted la próxima?
La energética [contundente]. Es que ya la tenemos aquí y la tendremos a lo largo de los próximos 20 años. Pero lo es a nivel industrial, que es donde nosotros estamos, pero también a nivel doméstico. Esa revolución energética nos va a cambiar la vida, desde la movilidad hasta los aspectos más básicos. Lo que queremos en esta revolución es aportar eficiencia, porque lo necesitamos. Vamos hacia una sociedad energéticamente más eficiente. No debemos desperdiciar esta oportunidad. Es decir, si puedes producir lo mismo o mejor y hacerlo con menos energía o con energía respetuosa con medio ambiente, pues mucho mejor.
-Usted es un firme defensor de la I+D, va en su ADN, y es un valor que siempre destaca del azulejo...
La cerámica, como producto de revestimiento, es el mejor que hay y lo es en múltiples aspectos, pero uno de los más importantes es que es muy compacto, escasa porosidad que repercute en su fácil limpieza e higiene…. Permítame que le diga que siempre pongo un ejemplo: en la mayoría de los hogares a nivel internacional se elige la cerámica en la cocina y los baños, lugares que requieren la mayor higiene, nadie usa la madera, la moqueta… Ningún producto tiene las bondades de la cerámica. En este sentido, con la tecnología digital, nosotros hemos aportado que estos productos sean más estéticos, agradables, sostenibles y duraderos y que se asemejan con bastante perfección a elementos naturales como el mármol, la madera, incluso con efectos que parecen moqueta… lo que se desee, pero, en definitiva, es cerámica, un producto que destaca por sus características de durabilidad, salubridad, que es ignífuga, etcétera. Es el material de revestimiento del futuro. Las casas en cualquier país serán, sin duda, básicamente de cerámica.
La industria lucha a diario para que el producto cerámico sea mejor en cuanto producto y en cuanto a estética se refiere. Está claro que el mundo crecerá en consumo cerámico, pero se tienen que adaptar para que su fabricación pueda ser más respetuosa con el medio y ganar en eficiencia.
-Kerajet aporta la tecnología, algo que ha transformado a toda la industria mundial...
Es verdad que a nosotros nos reprochan -por así decirlo- que hemos dado la oportunidad a empresas de cualquier tamaño, el acceso a la tecnología, igualando mucho a las posibilidades de las empresas, porque las máquinas digitales han llegado a todas (pequeñas y grandes). Cuando nosotros diseñamos las primeras máquinas ya nuestra intención era que éstas dieran a las empresas fabricantes la flexibilidad de pensar un modelo y, con mucha facilidad, ese modelo poderlo trasladar a una realidad de producto cerámico en unas tres o cuatro horas. Ese era el proyecto, que cada uno fuera con su idea y creara sus propias líneas de producto. Básicamente porque le dábamos la facilidad de hacer un producto muy rápido y de una forma creativa. Hubo gente que esa rapidez la usó para copiar, no para crear… Es decir, ahora tenemos una gran facilidad para poder crear y no se utiliza por la falta de personas creativas y la falta de la originalidad necesaria para la creación de un producto diferenciador. Desgraciadamente es así, pero yo siempre intento que la gente use la tecnología que hay para ser más creativos y que se logren productos innovadores. Tienen la herramienta tecnológica ideal y con una potencialidad brutal para hacer un producto que les diferencie del resto y mi deseo es que se utilice.
Hay que resaltar que la cerámica tiene un componente estético muy importante. La gente compra estos productos porque les gusta, pues esa parte creativa es la que deberíamos potenciar y que la copia fuera menos habitual de lo que es ahora.
-Se habla mucho de la falta de esos perfiles profesionales que suele demandar la industria. ¿Cuál es su reflexión al respecto?
Pues que deberíamos mirar al pasado para aprender de cara al futuro. En mi caso, empecé a trabajar a los 14 años. Mi padre era agricultor. Muchos amigos comenzamos a trabajar en verano en empresas de cerámica. Eran trabajos puntuales, a turnos, pero a esa edad venía bien esas pagas. Sin saberlo, estos chavales estaban aprendiendo un oficio. Y hay que decir que la figura del aprendiz se ha perdido. Era ese primer contacto con los talleres, con la empresa que, al que le gustaba, se incorporaba y recurría a la Formación Profesional. Tras estos estudios, podían mejorar su posición en la industria. Era, en definitiva, un proceso natural de aprendizaje.
Lo que veo con la perspectiva de los años es que a nadie nos hizo daño empezar de esta manera para adquirir un oficio y tener nuestro primer contacto con la empresa y seguir estudiando para conseguir un crecimiento profesional.
-O sea, que cree en las posibilidades de la Formación Profesional...
Desde luego. Como anécdota le contaré que, hace tiempo, en una visita a una empresa alemana vi a gente muy joven trabajando y al preguntarles qué hacían allí, me comentaron: esos son los futuros ingenieros de esta planta. Eso es lo que quiero yo para mi país, que la formación profesional se realice a pie de las fábricas, para la empresa y con la empresa, porque haremos profesionales con mucho oficio y esto supone un capital de enorme valor para nuestra economía y el bienestar de toda nuestra sociedad.
"Hay que promocionar a edad temprana la idea de que el trabajo es algo muy bueno, que es esencial para el porvenir de cada uno, también de la empresa y de la sociedad".
Cuando esos chavales que están aprendiendo en fábrica llegan a una formación reglada prácticamente ya conocen el oficio, poco o nada les viene de nuevo. Hay que promocionar a edad temprana la idea de que el trabajo es algo muy bueno, que es esencial para el porvenir de cada uno, también de la empresa y de la sociedad. Tenemos que aproximar a los chavales a la industria y no alejarles de ella. Sería ideal que, a una edad temprana, se inicien en las actividades cotidianas de las empresas y compaginarlas con la formación intelectual tal y como se realiza en el modelo de Formación Profesional en Alemania. Si somos capaces de fomentar la Formación Profesional y darle todo su valor, esto nos posibilitará el crecimiento de nuestra industria, ser más competitivos y, desde luego, que podamos generar empleo de calidad. El trabajo nunca puede ser un castigo, sino una oportunidad de crecimiento personal, pues influye directamente en el bienestar de los nuestros y de nuestra sociedad y esta oportunidad que se nos brinda debemos aprovecharla cada día y hacerlo con el mejor ánimo posible.