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Juliana Abaúnza: "'And Just Like That' es como un accidente de coche al que no puedes quitarle ojo"

16/02/2022 - 

VALÈNCIA. La periodista colombiana Juliana Abaúnza piensa en series. En realidad, muchos lo hacemos. Si Jonás Trueba dijo aquello de que Todas las canciones hablan de mí, ahora podemos ver nuestra vida a través de las series, que cuentan milimétricamente las aristas de la sociedad occidental actual. De esta pulsión nace Series largas, novios cortos (Temas de hoy), un libro que combina autoficción y análisis de series -con un énfasis en la cuestión de la representación-, poniendo en el diván hitos de la televisión como Las chicas Gilmore, Sexo en Nueva York, o las más recientes Bojack Horseman o I may destroy you.

- La actualidad manda: ¿Qué tal And Just Like That?
- Siento que fue como ver un accidente de automóviles del que no puedes despegar tus ojos porque es algo que necesitas ver, pero no es necesariamente algo bueno ni necesario. Fue una experiencia muy rara. Puedo decir que no fue aburrida, pero sí bastante desastrosa durante varios episodios.

- En el libro hablas de la representación y de lo problemática que es la serie original de Sexo en Nueva York, y nos encontramos con un personaje -Che Díaz- que, de alguna manera, intenta representar todo lo woke, pero de una manera desastrosa.
- Sí, es como si hubieran tenido una lista para chequear de todo lo que faltó la vez anterior: "A cada una le vamos a dar una amiga: a ella le vamos a dar una amiga negra; a ella, una amiga asiática; a ella, una amiga latina" Entonces, en últimas se sentía como que se estaban esforzando demasiado por representar lo que no hicieron la vez pasada y no se sentía natural. Y de todas formas, pusieron a estas mujeres de otras razas que no son blancas a hacer de personajes secundarios de nuestras protagonistas. No se centraron mucho en sus vidas, sino que estaban en función de Carrie, Miranda y Charlotte.

'And Just Like That'

- Tu libro son dos en realidad, uno que analiza series y otro que es un ejercicio de autoficción. ¿Cuál empieza antes en el proceso creativo?
- Antes de que mi editora me propusiera el libro, tenía muy clara la parte de ensayo y análisis de series porque eso es lo que he hecho toda mi vida profesional. Fue mi editora la que me propuso hacer esta mezcla de autoficción con análisis de series. Yo generalmente no hablo de mi vida personal, así que fue un reto. Primero intenté  arrancar con el análisis de la serie y luego conectarlo con alguna historia. Y no estaba funcionando porque estaba pensando de qué series quería hablar (The Wire, Breaking Bad, Fleabag), y resulta que no había historias tan personales con las que pudiera conectarlas. Todo fluyó mucho mejor cuando empecé primero pensando en qué historias quería contar y después con qué serie podía conectarlas. Había unas en las que la conexión era súper obvia (como la de Bojack Horseman, porque la historia está presente en la historia personal) y en otras, como la de aborto, me planteaba de qué series quiero hablar.

- Tratas las series como signo de nuestros tiempos, ¿son un artefacto cultural que, de alguna manera, puede estar más pegado a la actualidad o a esos cambios sociales que vamos viviendo y que cada vez parecen más bruscos?
- Si, creo que cualquier artefacto cultural puede desenvolverse y te puede ayudar a leer la cultura de esa época. Por ejemplo, Sexo en Nueva York (la de hace 22 años) hablaba mucho de quiénes eran los gringos a principios de los 00, y ese consumo desenfrenado y qué tipo de cosas valoraban, qué tipo de cosas despreciaban, en qué estado estaba el feminismo en la cultura popular... Y esta nueva serie, And Just Like That, habla mucho de las ansiedades de esta época y de este afán de tratar de parecer ser super woke -"Miren, los escuché, voy a resolver todos los problemas y voy a tratar de representar a todo el mundo”-. La televisión la puedes tomar como entretenimiento, no siempre se necesita hacer un análisis profundo de qué dice esto de nosotros como sociedad, pero también se puede hacer y eso es lo chévere.

- Hace 20 años se dio el fenómeno HBO, que de alguna manera abrió muchas puertas en la cuestión de la representación. ¿Qué ha pasado ahora con las plataformas?
- Siento que las plataformas solo han aumentado el volumen de series disponibles. Ahora es imposible consumir todas las series que se estrenan, así te dediques a escribir dos series. Ese es el primer aporte que hicieron: se triplicó la cantidad de series que tenemos disponibles y, por el simple hecho de que hay más series, pues también hay más representación y más diversidad. La cantidad de hombres blancos heterosexuales en el mundo es finita, entonces es como, bueno, “¿a quién más le damos la oportunidad de escribir una serie?” Entonces, sí se expande la representación, aunque esto no quiere decir que hace veinte años no hubiera series con diversidad y hechas desde otros puntos de vista. 

'I may destroy you'

- Hablando de la sobreproducción de series y volviendo al tema de la representación, en las décadas de los 80 o los 90, al haber menos series que eran extremadamente populares, cuando había esas bocanadas de aire fresco en las tramas (se trataba el aborto o la homosexualidad, por ejemplo), generaban casi un shock en la sociedad. Me pregunto si esta sobreproducción, de alguna manera, también nos encasilla a los espectadores en lugares cómodos y ya no hay una gran serie que pueda generar esa repercusión popular.
- Lo que se ha perdido un poco es esa experiencia comunal de "todos estamos hablando los lunes del mismo tema durante todo el día". Creo que la última vez que pasó fue con Juego de Tronos. Ahorita puede pasar con Succession o Euphoria, pero no es tanta gente como antes. Puede ocurrir entonces, como dices, que es que se crean nichos. Hay series para todo el mundo, así que si a ti te gustan los dramas de misterio españoles, entonces solo consumes dramas de misterio españoles y no tienes ni la urgencia ni la necesidad de ver otra serie de la que todo el mundo está hablando, porque a ti lo que te gusta es esto. Pasa esto, no solo con el consumo de las series, sino con nuestra presencia en las redes sociales en general, que se crean estas burbujitas en las que satisfago mis necesidades sin salir de mi círculo de confort. Yo por eso aliento siempre a experimentar y salir de vez en cuando y ver algo diferente.

- Hablemos de series de las que abordas del libro y menos problemas le pones en tu análisis. La primera, I may destroy you. Qué importante una serie como esta, a la que se le puede tachar tan pocas cosas.
- Muy pocas. Obviamente, tiene el beneficio de que, cuando la escribí, era una serie de ese año, así que le lleva un ventaja de 22 años a una serie como Sexo en Nueva York y está escrita con un enfoque del mismo año en el que yo estaba con mi libro. Quizás en 20 años la revisite y le encontraré cosas problemáticas, pero en este momento estoy 100% sesgada y me parece una serie perfecta.

- Y cómo fue abordar un capítulo que también es doloroso de escribir, en el que recopilas testimonios de agresiones sexuales.
- Fue el último que escribí y al principio arranqué como con los otros, haciendo autoficción, pero muy rápido me di cuenta que me estaba quedando corta si solo hablaba de mí, porque -en la serie- Michaela Coel está centrada en Arabella, que es el personaje principal, pero además habla de muchas otras. Habla de su compañerita del colegio que acusó a su amigo de abuso y está su mejor amiga de esta época y está su mejor amigo... Hay muchos personajes, entonces sentía que si la serie me estaba hablando de esta multiplicidad de situaciones grises y yo solo iba a hablar de un par mías, iba a haber un desbalance. Pensé abrir un poco la puerta. Primero pensé en abrir la pregunta en redes sociales, pero luego pensé "no, yo no estoy dispuesta a recibir 2.000 historias terribles, creo que esto me afectaría mucho”, entonces cerré un poco el enfoque y decidí que ni solo yo ni el mundo entero: voy a hablarle a mis amigas, mis hermanas, mi mamá... Mujeres cercanas a mi vida. Fue duro de escribir, pero creo que más que tristeza me provocaba rabia. Es muy frustrante ver que hay tantos patrones que se repiten en mujeres de 70 años o 20. Es muy decepcionante.

- Otra serie de la que hablas en el libro: BoJack Horseman, una serie que se plantea en un principio como una serie de comedia, y de repente te encuentras en una espiral de la que no puedes salir y en la que estás en pijama, en el sofá, atrapado, llorando y preguntándote por qué te has metido en esta serie.
- Yo no quería verla, estaba un poco prevenida porque... ¿otro personaje que es un hombre (bueno, hombre-caballo) que trata mal a todo el mundo? Luego, forzosamente, me tocó verla y vi que no era lo que yo pensaba. Tuve la fortuna de que, cuando tuve que verla, ya estaba muy adelantada. Ya era la cuarta temporada y pensé "¿esto qué es?" y terminé así como tú: espiral en pijama y viendo Bojack Horseman llorando sin poder parar. Y me di cuenta de que es una serie animada, con animales antropomorfizados, muy ridícula y muy absurda visualmente a veces, pero precisamente porque son animales y no son humanos, y no estás viendo actores, creo que puede ir directo al grano de la condición humana y nuestro sufrimiento de una forma que, a veces, muchas series actuadas por personas no lo logran. Esta es otra serie con la que estoy completamente parcializada y no puedo siquiera encontrarle defectos.

- Como si fuera un ex, están volviendo las series en un ataque de nostalgia y reuniones. Y como todos los encuentros con un ex, pueden parecer buena idea en un primer momento, pero no están saliendo bien. Las plataformas han visto ese filón de sacudirnos desde la nostalgia…
- Sí, y yo soy 100% partícipe de esto. O sea, critico cada vez que anuncian que van a hacer un remake o reunión, pero, cuando ya la estrenan, la veo. Entonces, en última, yo soy parte del problema. Digo "¿por qué lo hacen?", y luego lo veo y digo "por esto es que lo hacen, porque yo les doy mi dinero". Pero como tú dices, muy pocas funcionan. Se me ocurren solo un par de remakes, como Hannibal o Fargo. Pero cuando reúnen a los de Friends, The Office, o Sexo en Nueva York... Saben que cuentan con nuestros ojos y nuestra curiosidad de a ver qué tal está, pero creo que son ideas (por lo grandes, además, que fueron estas series) que están destinadas a fracasar y que tienen todo en su contra: la gente va a criticar que todos se ven viejos, que ya nadie actúa como antes, que es raro, que se ve incómodo... Pero porque no caemos en que es nuestra nostalgia lo que nos está moviendo a darle play a esta serie, aunque realmente lo que queremos es volver a vivir lo que sentimos hace 20 años. Y eso es imposible, como con las relaciones. Si te volvés a ver con tu ex no te vas a sentir como te sentías hace diez años, va a ser solo incómodo. Entonces, me gustaría salir de este ciclo con las series, porque pienso como "no, yo no quiero ver esto, porque luego ellos van a entender que sí me gusta y van a seguir haciéndolo con más series".

- Y entonces habrá segunda temporada de And Just like that. Quiero acabar la entrevista preguntándote a ti como espectadora. Muchas veces cuando se habla del cine y de la experiencia de la sala, de alguna manera se denosta a las series porque, mientras las vemos, estamos con el móvil al lado y más distraídos... Es una experiencia diferente, pero no por ello peor, ¿no? ¿Cómo abordas tú la experiencia de ver las series cuando, por tu propio trabajo o por tu propia experiencia vital, sabes que una serie te puede atravesar?
- Yo respeto que cada quien vea series a su modo. Hay gente a la que le encanta ver series en la mañana mientras está barriendo o trapeando el apartamento, hay personas que miran el celular, hay personas que les gusta verlas mientras comen... Yo soy súper cansona y soy una ortodoxa para ver las series. Odio cuando alguien toma el celular y lo empieza a mirar, entonces prefiero -generalmente- ver las series sola. Las únicas personas con las que disfruto ver series son mis hermanas y mis papás porque son como yo. Trato de prestar mucha atención al acto que estoy viendo, y si quiero mirar mi celular, entonces es que no está funcionando, apago la serie y ya. Tengo mi ritual: me gusta como tener el teléfono lejos, tener una buena cobija, que las luz no esté ni completamente apagada ni completamente prendida... No creo que sea la persona más fácil para sentarse a ver series al lado. Si eres una persona muy distraída, creo que yo te odiaría, necesito ver series con personas que sean igual de intensas.

- Hay una afirmación muy pomposa que dice que la cultura puede cambiar el mundo. ¿Las series pueden cambiar el mundo?
- No creo que una serie pueda tumbar a un presidente o algo así, pero creo que sí cambian a las personas, y al cambiar a las personas, cambian el mundo. No me lo estoy inventando, está comprobado. Hay estudios de personas a las que entrevistan que tienen hijxs LGBT, y los papás dicen que viendo una serie pudieron entender más y aceptar más a personas diferentes. Como la ficción en general, las series también te pueden abrir a mundos y experiencias de vida distintas y así cambiar tu percepción sobre esas experiencias y esas otras personas a las que tal vez no tendrías chance de conocer y escuchar en tu vida cotidiana. Creo que se pueden cambiar el mundo cambiando a las personas, en relación 1:1.

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