Durante este mes se van a resolver tres interrogantes que pueden tener consecuencias dramáticas sobre el futuro de la UE
Hay meses en los que los acontecimientos se concatenan de forma que su resultado conjunto lleva a situaciones impensables inicialmente por la importancia aislada de cada uno de los hechos. Normalmente un accidente aéreo, ferroviario o la escalada de un conflicto armado son inexplicables racionalmente por una sola causa. Tienen que producirse distintos acontecimientos inesperados de rango menor que, al enlazarse de forma caótica, generen efectos imprevistos de mucho mayor calado.Durante este mes de junio se van a resolver tres interrogantes que, dependiendo de cuál sea su desenlace, pueden tener consecuencias dramáticas sobre el futuro de la UE.
El hecho de que en España nos enfrentemos, entre el hastío y la indignación, a una nuevas elecciones generales, nos ha hecho olvidar o, al menos relegar a un segundo plano, otros dos acontecimientos de gran calado en el proceso de integración económica y política en Europa. El primero se conocerá el 21 de junio próximo. En esa fecha está previsto que el Tribunal Constitucional alemán haga pública su sentencia sobre la legalidad (desde el sistema jurídico alemán) del programa de compra directa de bonos (OMT) que constituye la piedra angular de la actual política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) para poder contener la crisis de deuda. Tan sólo dos días después, el 23, se producirá el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE, en unos términos que aunque indefinidos (no sabemos cuál sería la futura forma de relación económica y política con el resto de la UE), en el mejor de los casos, supondrán un incremento enorme de la incertidumbre sobre el futuro de Europa. Por último, tres días después, el 26, se celebrarán la elecciones generales en España, un país con suficiente tamaño y desequilibrios macroeconómicos acumulados para poder generar una crisis sistémica en la Eurozona.
"Si el TC mantuviera esta misma posición respecto al programa OMT, podría fácilmente argüir que dicho programa mina la independencia presupuestaria de los gobiernos"
Analicemos cada uno de ellos por separado. El hecho de que el Tribunal Constitucional alemán antes de tomar una decisión haya preferido conocer la opinión del Tribunal de Justicia de la UE y que éste se haya mostrado favorable, nos hace ser inicialmente optimistas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es precisamente el Bundesbank el que ha presentado esta consulta ante el Tribunal Constitucional y que en otra consulta sobre la legitimidad de la política de “flexibilización cuantitativa” (quantitative easing) del BCE, el alto Tribunal ya señaló que había que excluir de forma efectiva la mutualización de riesgos por parte de los bancos centrales que participaran en el programa de compras de bonos. De hecho, sólo un porcentaje muy bajo está mutualizado (al menos, en teoría). Si el Tribunal Constitucional mantuviera esta misma posición respecto al programa OMT, podría fácilmente argüir que dicho programa mina la independencia presupuestaria de los gobiernos (del alemán, en este caso) y por tanto, que viola los artículos 123 y 125 del Tratado de la UE. Esto tendría claras consecuencias sobre la prima de riesgo de la deuda pública emitida por los distintos países de la Eurozona, aumentando el coste de financiación de los más endeudados.
Si a los dos días, esto se concatenase con un refrendo de la voluntad del Reino Unido para dejar de ser miembro de la UE, es evidente que podría generar no sólo un aumento de la prima de riesgo sino un incremento notable de la volatilidad en los mercados financieros europeos y, seguramente, mundiales. No voy a entrar en el análisis sobre las consecuencias para la economía real y para la financiera del Brexit, pues ya ha sido objeto de mucha literatura en los últimos tiempos, pero evidentemente, me gustaría pensar que estamos viviendo simplemente un capítulo más de la tumultuosa relación que siempre ha mantenido el Reino Unido con el resto de socios europeos para poder ubicarse en un proyecto de integración que implica trascender de la mera cooperación económica intergubernamental para pasar a ceder soberanía nacional a otros niveles de gobierno. Sea cual sea el resultado del referéndum, el debate sobre una Europa a la carta, donde los distintos estados busquen establecer en qué nivel de integración se encuentran más cómodos, está abierto.
Por último, sólo tres días después del referéndum, cuando aún se estarán valorando las consecuencias inmediatas de su resultado, se celebrarán las elecciones generales en España. Nuestra nación no ha sido ajena al auge del populismo, bien de izquierdas o de derechas, que está asolando los principales países de la Unión. Nuestro país tiene un tamaño que hace que, en caso de necesidad, difícilmente pueda ser rescatado por el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Por lo tanto, necesitaría el apoyo del BCE a través del programa de compras directas bonos (OMT). Si su uso estuviese limitado por la sentencia del Tribunal Constitucional alemán, España se encontraría ante un serio desafío para poder mantenerse en la Eurozona. Por tanto, necesitamos, más que nunca, ser capaces de encontrar soluciones de gobierno que permitan constituir un ejecutivo diligente, reformista y centrado. No sabemos exactamente cuales serán los resultados de estas tres incógnitas que se nos presentan durante este mes de junio. En unos días el panorama estará más claro y, en una de ellas, nuestro voto puede ser decisivo. Reflexionemos. Es nuestra responsabilidad.