Ni es la primera vez que escribo de Lamu, ni será la última. Me resulta muy difícil no hablar de Lamu y más aún cuando de algún manera formas parte de esta isla . Desde aquí, desde Lamu, todo se ve distinto, el enfoque de las cosas cambia, y la filosofía de vida se cuestiona de manera inevitable. Lamu es uno de esos sitios que te atrapa sin darte cuenta. Un lugar fácil y difícil al mismo tiempo, que engancha y aburre, que gusta y cansa , que adoras y detestas, que enamora y desenamora... Porque Lamu es intenso y espeso, en ocasiones, pero siempre maravilloso, único y auténtico. Un lugar para perderse
16/07/2016 -
Es uno de esos lugares donde tienes la sensación de desaparecer del mapa, uno de esos lugares que parece que no exista, que te hayas perdido y, sobre todo, que hayamos retrocedido en el tiempo. PorqueLamu es aquel paraíso donde se detuvo el tiempo. Y desde entonces aquí se vive sin reloj. La vida es fácil si la entendemos como una vida básica, tranquila, lenta... Pero, al mismo tiempo, es difícil acostumbrarse a su ritmo y a su idiosincrasia si no vienes de ella.
Hace casi un año que no volvía a Lamu y ahora he vuelto. Todo sigue igual, como siempre. Como siempre que te vas de un lugar y vuelves. El mismo olor, la misma fotografía, los mismos paisajes, los mismos rincones, sus burros, sus dhows, su gente, sus casas y sus calles estrechas, decadentes , sucias... Todo sigue igual. Y todo junto tiene su encanto.
Sin olvidar el encanto de sentir que en esta isla el tiempo no existe, se detiene, no hay reloj que valga. El encanto de vivir sin hora, sin prisas. Pero para sacarle el encanto a esta realidad hay que valer pues a veces, muchas veces, vivir sin tiempos desespera.
Vivir sin tiempos
Aquí las cosas funcionan sin tiempos y mientras no salgas de aquí o esos tiempos no arrastren otras consecuencias no hay problema. Es el Pole Pole y el Hakuna Matata como filosofía de vida. En Lamu estas frases cobran su sentido más auténtico, de hecho vienen de aquí. En swahili Hakuna Matata significa " No hay problema" y "Pole Pole" sería algo así como "tranquilo" o " Take it easy". Pero cuando esos tiempos los invade el sistema y las rutinas de fuera de Lamu, empieza el desespero. Sobre todo cuando la burocracia administrativa entra en juego. Aunque eso solo desespere a quien viene de fuera, no a quien ha crecido con esos tiempos, o mejor dicho, con esos "no tiempos".
En Lamu experimentas el valor del tiempo, la importancia de vivir con tiempos y la libertad que supone vivir sin ellos. Y aprender a vivir de otra manera. Pero cuesta.Quien viene de fuera necesita aprender a vivir sin ellos. En Lamu se hace realidad la anécdota que cuenta Kapuściński en uno de sus libros con respecto a la manera de entender los tiempos.
El tiempo divide a las personas en dos grupos, quienes preguntan el tiempo de las cosas y quienes no. Cuando llevas un tiempo en la isla de Lamu, en África en general, resulta extraña la pregunta típica de quién viene de fuera y es novato en estos lares. El " mzugungu" (turista blanco) de turno siempre preguntará la hora de las cosas. Una pregunta que no tiene ningún sentido pues, aunque obtengas la respuesta, nunca será la correcta. Nunca será la hora que te digan. Una vez aprendes eso, África se disfruta de otra manera.
- "¿A qué hora sale el autobús?"
- "Cuando esté lleno. Ni antes, ni después"
Vivir sin conexión
Lamu es un paraíso si entendemos paraíso como un lugar donde desconectar. Vivir Lamu desconectado del mundo es una experiencia brutal y bien fácil de conseguir por lo difícil que es conectarse al mundo exterior. En pleno siglo XXI y con un mundo enganchado al desarrollo tecnológico, llama la atención que en Lamu siga siendo complicado conseguir una conexión con la realidad exterior tanto por lo absorbente del lugar como por la falta de infraestructura, acceso a internet, escasas televisiones, etc. Estoy convencida y me atrevo a afirmar que habrá pocos lugares en el mundo con esta realidad tan acusada.
Aunque esta ausencia de contacto con la actualidad mundial es más acusada entre los visitantes a Lamu. Me da la sensación que aquí su gente no echa en falta la actualidad pura y dura, sobre todo, porque poco les afecta a su día a día. Su vida no tiene ningún punto de conexión con el mundo. Nada depende de lo que hay fuera de los límites geográficos que separan Lamu del mundo. Como mucho, están interesados en las noticias que llegan de Nairobi y poco más.
Las televisiones no abundan en la isla, los periódicos se alejan de la actualidad más rigurosa porque se leen el día siguiente, y la radio es difícil de seguirla si no hablas swahili ( aunque hay algunos canales en inglés). Además en Lamu las conexiones a internet no son especialmente accesibles a todos, tampoco está en la realidad de la su población. Siguen utilizando los móviles de siempre, los de antes, los que ya no existen en España. Y muchos ni siquiera tienen telefonía móvil. Solo un porcentaje bastante reducido accede a los smartphone. Los famosos "Beach boys" y quienes tienes contacto con turistas son los más duchos en este universo que les conecta con Europa y América , sobre todo, por redes sociales como Facebook o Instagram.
En Lamu hay algún ciber perdido por el pueblo donde puedes tener acceso a internet, hay dos restaurantes con wifi y poco más. La mejor opción para estar conectado al mundo exterior es un contrato de telefonía móvil para poder tener 3G en el móvil. Es en ese momento cuando se pierde el encanto total de Lamu, cuando conectas con fuera. Pero bien es cierto que al principio crea cierto desasosiego vivir desconectada del mundo, aunque cuando aprendes a vivir así entras en otra dimensión que resulta imposible explicar. Y eso fue precisamente lo que me enganchó a Lamu.
Un lugar para perderse
A veces me gusta acordarme de la primera vez que pisé Lamu. Además de ser un lugar donde sus burros, sus barcos, sus mezquitas, sus mujeres, sus rutinas del día a día, y su manera de vivir me impresionaron mucho, lo que me cautivó de Lamu fue la capacidad de desconexión. Es una sensación altamente recomendable que nunca he vuelto a repetir.
Viajar a Lamu es viajar al pasado. En Lamu viven como hace años, salvo algo de conexión por internet, la luz que llegó en los 90 y el agua que en algunos lugares se sigue sacando del pozo, lo demás podría ser una recreación de años anteriores . Digno de ver resulta sus medios de transporte en barcos o en burros o el proceso de la construcción en Lamu con carretillas, andamios de madera, espaldas de hombres que hacen de carga y descarga, ningún transporte a motor, burros que van y que vienen, y con mucho esfuerzo y mucha paciencia se levantan las casas y lo que haga falta.
Lamu me sigue sorprendiendo, seguiría fotografiando cada uno de sus rincones, cada una de sus caras, de sus rutinas, sus maneras de hacer, etc. En Lamu hay poco que hacer y mucho qué observar y qué aprender. Hay poco entretenimiento, el entretenimiento es contemplar. Ver la vida pasar.
Dicen que cuando tienes hijos e hijas, la vida la cuentas en función de sus cumpleaños. Mañana mi hija cumple 3 años y hoy hago balance de estos tres años. Tengo la sensación de haber volado y soñado... Todavía no doy crédito de estar soplando tres velas ya
Las casas de construcción swahili son un auténtico lujo aquí en Lamu. Son casas que podríamos definir como " la elegancia de la simplicidad". Son casas majestuosas, amplias, grandes y abiertas aunque desde fuera no se aprecie la inmensidad y los tesoros que descubres dentro. La mayoría de ellas se construyen con coral
Nacho, Carmina, Julia, Lirios, Ana, Merche y Amparo son un grupo de valencianos y valencianas que han venido a la isla de Lamu en Kenia. Para algunos es su primera vez, para otros la segunda e incluso la tercera... Porque Lamu engancha. Es el Lamu valenciano