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Khavaj, el deportista checheno que perdió la voz al ser amenazado de muerte por homosexual

Se llama afonía psicógena o mutismo. Cuando alguien sufre una experiencia traumática, pierde la voz. Le ocurrió a Khavaj, un luchador de artes marciales que, en el contexto de las campañas anti-homosexuales que tuvieron lugar en Chechenia en 2017, fue amenazado de muerte por su hermano y repudiado por su madre. Como refugiado, pudo iniciar una nueva vida en Francia y Bélgica. El autor del documental que se rodó sobre él, Silent Voice, también oculta su nombre por miedo a represalias del gobierno

12/11/2022 - 

VALÈNCIA. Me imagino que tiene que haber de todo entre los escribientes y columnistas que en España se posicionan directa o indirectamente a favor de Rusia en su invasión criminal. Algunos creerán sus razonamientos, mirarán el mundo desde una perspectiva en la cual tiene sentido la política de Moscú, otros simplemente estarán trasnochados y más de uno da rienda suelta a sus delirios neonazis. No voy a entrar en sus motivaciones, pero sí en sus planteamientos. Es frecuente que se hagan comentarios sobre mundos multipolares o unipolares y artificios argumentales de ese tipo que casi entran dentro de lo esotérico. En realidad, hay un hecho palmario. Lo que motiva la política de Moscú es mantener el chiringuito. No hay más. Luego sus actos pueden generar grises en la desestabilización que generan, pero todos vienen de lo mismo en origen, de una concentración de poder y riqueza absolutamente desproporcionada, injusta e ilegítima.

En las sociedades post-comunistas, los grandes artífices de esos latrocinios y tiranías encubiertas han solido presentarse con candidaturas take-it-all. En sociedades que habían sufrido un shock tras el colapso del socialismo, se ofrecía un poco de la seguridad del régimen anterior, un poco de nacionalismo y sobre todo, ante la incertidumbre, una certeza: la tradición. Todos sabemos lo que es la tradición: familia y religión, dos palabras que con frecuencia significan apalear homosexuales y someter a la mujer. De esta manera, el chiringuito se sostiene con banderas muy grandes, kilométricas, las mentiras ridículas que todo nacionalista tiende a difundir y, en el caso que nos ocupa, homofobia salvaje. El odio a una minoría es un elemento que cohesiona al resto. En poblaciones que vieron derrumbarse el mundo que habitaban, es muy fácil vender la homofobia como el punto y final. Ha pasado de todo, pero lo que no va a pasar es que toleremos la homosexualidad. Hasta aquí hemos llegado.

A esta dinámica social interna, hay que sumar también que ahora, como pretexto a la guerra, donde también se ha recurrido al viejo truco de la yihad. A los rusos se les vende que se está luchando contra la degeneración occidental que se les querría imponer, pero nuestra degradación no es otra que la libertad sexual. Graciosamente, cuando cientos de miles de mujeres han tenido que salir de esos países, o han sido sacadas, para esclavizarlas en burdeles occidentales no se escuchó una palabra. Eso, que sí que era degeneración occidental de verdad, les importaba poco.

Es obvio lo que ha logrado esta homofobia activa. El sufrimiento de miles de personas. No solo las que no pueden vivir ni expresar su sexualidad, sino las que han sufrido acoso, palizas, procesos o directamente han sido asesinadas. Sin embargo, aquí, los analistas pro-rusos, cuando conjeturan teorías con un mapamundi en la mano sobre las guerras y sus razones de ser, estos problemas les sobran, porque para esos columnistas ni en Rusia ni en los países que el régimen instalado en Moscú amenaza no viven personas, sino juguetes; juguetes para que ellos, como occidentalitos ociosos, echen el rato o incorporen vagas nociones de lo que ocurre allí a su programa político en España.

En el marco del festival La Cabina se proyecta mañana, domingo 13 de noviembre a las 19:30 horas, en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, el mediometraje Silent voice, de Reka Valerik. Trata de un deportista checheno homosexual, Khavaj, amenazado de muerte por su propio hermano y rechazado por su familia. El joven, refugiado en Bélgica, se quedó mudo literalmente, no en sentido figurado, por el estrés postraumático de la experiencia que sufrió. El fenómeno se llama afonía psicógena o mutismo. En el documental vemos cómo entrena, cómo trata con los trabajadores sociales y voluntarios o activistas de organizaciones que le han asistido en la huida, y cómo lidia con su pérdida de voz y los mensajes del móvil que recibe de su familia.

El apellido del director no es Valerik, se trata de un seudónimo para no sufrir represalias del régimen checheno. Este documental se realizó en el contexto de la campaña desatada contra los homosexuales en Chechenia en 2017. Se llevaron a cabo arrestos masivos y se animó a las familias a asesinar a sus hijos homosexuales, como ocurre en este caso. Cineasta y deportista se conocieron en Rusia, cuando el joven inició su escapada. En un momento dado, aparecen otros refugiados y un trabajador social hablando de su situación y le advierten a Khavaj de que corte la comunicación con su familia, que hay casos en los que se hace chantaje emocional a los huidos para que vuelvan y luego allí son represaliados.

Lo único que podemos escuchar de Khavaj son sus gemidos y sollozos, la impotencia de sus cuerdas vocales, y los mensajes de voz que le ha dejado su madre, que son igualmente terribles. Le dice que ya no es su hijo, que está expulsado de la familia y, con la voz rota, le pregunta por qué le ha hecho eso. En una entrevista en Calvert Journal, el cineasta explicó que pensaba originalmente hacer su película con un planteamiento coral, con más personas que había conocido en su situación, pero que al final se decidió solo por centrarse en él por ese audio en el móvil: “No lo elegí exactamente a él, elegí a su madre. Me conmovió mucho cuando escuché sus mensajes de voz”.

La película fue premiada en el Artdocfest de Moscú, pero no se pudo proyectar por las amenazas de terroristas homófobos. La Cabina brinda la oportunidad de ver lo que se le ha querido ocultar al público ruso. 

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