VALÈNCIA (EP). Con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que se celebra el 14 de noviembre, el médico de Cinfa, el doctor Julio Maset, ha planteado los principales pilares para garantizar un buen control de la diabetes infantil, entre los que se encuentran la administración diaria de la insulina, seguir una dieta adecuada y realizar ejercicio físico.
Tal y como ha alertado el doctor Julio Maset, "la incidencia de la diabetes tipo 2 entre los niños -muy ligada a obesidad y sobrepeso- ha crecido de forma alarmante en los últimos tiempos". Se trata de una enfermedad que no tiene edad: su variante tipo 1 es la tercera patología crónica más común en la infancia, y en España, afecta a unos 30.000 niños menores de 15 años, según datos de la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE).
En la diabetes tipo 1, el páncreas no es capaz de producir insulina, una hormona que regula cómo nuestro organismo aprovecha el azúcar que contienen los alimentos, y cuánta cantidad de ese azúcar (glucosa) hay en la sangre. Al dejar de producir insulina, la glucosa en sangre (glucemia) aumenta (hiperglucemia), mientras que un exceso de insulina puede producir una bajada de azúcar (hipoglucemia).
"Ambas situaciones pueden ser graves, por lo que resulta clave que el niño y su familia y cuidadores, a través de una estrecha relación con el médico, sean capaces de manejar correctamente el uso de la insulina y controlar que la glucemia se sitúe en valores normales", ha explicado el doctor Maset.
Dado que hay que administrar la insulina de forma artificial, la diabetes tipo 1 se denomina insulinodependiente, "pero se puede tener una gran calidad de vida pese a esta circunstancia", ha subrayado.
El doctor ha advertido que los padres deben estar atentos a posibles señales de diabetes en sus hijos, sobre todo entre los cinco y los diez años de edad y durante la pubertad, cuando la enfermedad suele ser más común entre la población infantil.
"Si observamos que el niño orina con mucha frecuencia, incluso mojando la cama por la noche; si bebe mucho y tiene sed excesiva; si vemos que pierde mucho peso en un plazo de 6 a 8 semanas aunque tenga hambre todo el tiempo y coma incluso más de lo habitual, debemos ponernos en alerta y consultar inmediatamente a nuestro médico", ha destacado el experto de Cinfa.
Así, ha valorado que, a pesar de que hoy en día no es posible hacer que el páncreas vuelva a producir insulina, los avances en el control de la glucosa y la administración de insulinas permiten muy buen control de la diabetes. Para ello, el experto ha destacado tres pilares: n tratamiento basado en la administración diaria de insulina, mediante jeringas o bombas; alimentación y deporte; y una correcta educación diabetológica para toda la familia.
Como ha detallado el doctor Maset, "la administración de insulina, adecuada a cada caso, permite al niño diabético llevar una vida prácticamente normal, por lo que para disfrutar de una buena calidad de vida solo necesita regular algunos aspectos indispensables, como la dieta y el ejercicio físico". También es muy importante educar al niño y a su entorno en las características de su enfermedad y enseñarle a autocontrolarla en el día a día.
En primer lugar es importante normalizar la enfermedad y sensibilizar al hijo sobre ella. Cuando un hijo ha recibido el diagnóstico de diabetes tipo 1, se precisa de un trabajo de educación en la enfermedad, tanto para el propio niño -el que mejor debe conocer su salud-, como para sus familiares, amigos y profesores, quienes también deben informarse sobre el control farmacológico y emocional de la diabetes. La labor de sensibilización y normalización en todo su entorno es básica para que el menor se adapte, aprenda a convivir con su enfermedad y pueda seguir adecuadamente su tratamiento.
En segundo lugar hay que seguir fielmente la dieta prescrita, evitando los hidratos de carbono simples, como el azúcar. Resulta fundamental limitar al máximo la cantidad de azúcares simples que el niño ingiere; es decir, los que se absorben rápidamente por el intestino y que provocan subidas rápidas de la glucemia, como azúcares refinados, zumos, miel o dulces (caramelos, pasteles o repostería industrial en general).
En cambio, sí puede consumir hidratos de carbono complejos o de absorción lenta -patata, pan, legumbre, pasta, arroz, etc.-, siempre llevando a cabo un recuento de la cantidad que toma en cada comida para poder realizar el cálculo de insulina necesaria.
Tanto en casa como en el colegio, se debe moderar el consumo de grasas con el fin de evitar el sobrepeso y que disminuya la acción de la insulina. En cambio, los alimentos ricos en fibra, como la fruta con piel y verduras frescas o cocidas, son muy aconsejables, ya que esta sustancia ralentiza el paso de la glucosa a la sangre.
No obstante, no hay que olvidar que sus necesidades de vitaminas y minerales son las de cualquier niño, por lo que también las proteínas, presentes en carnes, pescados, huevos, queso o leche (bajos en grasa), deben estar en su dieta. Además, realizar cinco comidas diarias (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena), en horarios regulares y llevando un registro es clave para equilibrar los niveles de glucosa.
Paralelamente, es aconsejable vigilar su peso, ya que todos los niños, pero especialmente los que sufren diabetes, deben mantener un peso normal que concuerde con su edad y características físicas. Si los padres detectan variaciones de peso es posible que sea necesario ajustar la cantidad de calorías que su hijo consume al día.
También es importante apostar por el ejercicio físico. Los niños con diabetes pueden practicar deporte como cualquier otro menor, siempre y cuando se hagan antes un control de la glucemia y realicen un cálculo para valorar un ajuste de la insulina necesaria e incluso un aporte de hidratos de carbono para realizar esa actividad.
En este sentido, el ejercicio conlleva varios beneficios extra para ellos: favorece la disminución de glucemia, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a perder peso. Se recomienda el ejercicio aeróbico frecuente (correr, nadar, jugar en el patio a deportes de equipo, bici) frente a los deportes anaeróbicos (pesas, carrera de alta velocidad).
En el control de la diabetes infantil el control de los niveles de glucosa/glucemia tiene un peso central. En general, los niños con diabetes necesitan realizarse varias veces al día un autoanálisis de glucosa que les aporte información sobre su nivel de glucemia, lo cual permite su autonomía y el autocontrol de la enfermedad.
Los controles deben realizarse a determinadas horas (antes y después de comer, al acostarse, antes de realizar ejercicio físico o cuando se sospecha de una variación brusca de glucemia). Una vez que se estabiliza el tratamiento y el niño desarrolla hábitos recomendables, la frecuencia de los controles disminuye.
También habrá que enseñar al niño a aplicarse las inyecciones necesarias, con la supervisión de los padres o la de sus profesores en el caso de los más pequeños. Habitualmente, se emplean autoinyectores fáciles de manejar y prácticamente indoloros.
Si se produce una hipoglucemia, es crucial subir rápidamente los niveles de glucosa dando al niño algún alimento azucarado, como azúcar, un refresco, un zumo de frutas o galletas, dejando que descanse y monitorizando la glucemia con más frecuencia. En caso contrario, cuando el nivel de azúcar en sangre es muy elevado, se habla de hiperglucemia, debe aplicarse tratamiento con insulina, siempre que se haya medido la glucemia.
Por último, es fundamenta establecer una relación de confianza con el médico especialista que lleve el caso de su hijo y consultarle cualquier duda que surja sobre el manejo de la patología.