VALENCIA. Decía Dino Segre que un admirador es una persona que se baja del coche para pedirte un autógrafo, pero que no te invita a subirte a él cuando llueve. Entre la admiración y la comprensión empática hay un desfiladero cubierto de suculentas cactáceas. Es por eso que no existe mejor admirador de un artista que otro artista, que comprende los horrores y las maravillas que ocurren cuando los espectadores no están en el espectáculo, que son las antípodas de la vida.
No es por hacerme publicidad (que tampoco creo que sea un crimen) pero esta semana estuve ejerciendo de artista en Madrid con mi cabaré fársico, recibiendo el placer de actuar, junto al violonchelista Pau de Nut y con el vestuario de Isedas, ante los amigos que han desfilado por mi azarosa vida: la muy deseada actriz Maria Luisa San José; Nacho Burgos, primer pintor contemporáneo español que ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Moscú; la rubia y sin embargo artista-periodista Vampirela; compañeros del CQC, de los de verdad, como Sergio Pazos y Mario Caballero; el autor de teatro, cortos y editor Pablo álvarez, que vino acompañado por una activista del PP que quedó fascinada con el personaje; el director de Imagine India Abdur Rahim Qazi, de raíces independentistas gandhianas; el guionista de Radio 2 y musa del primer Almodóvar Jorge González; la reconocible voz del coro de actores de RNE y la Casa Encendida Lourdes Guerras con su marido, el periodista nacido en Oliva, Antonio Peyró; Matesa Bourio lucense esforzada del canal 24 horas; Aurea Lorenzo de Cultura de TVE que fue compañera en Radio 3; Carmen de Armiñan Santonja, hija del escritor Jaime de Armiñan y la recientemente desaparecida Elena Santoja; la ilustre Pilar de Haya Huarte-Mendicoa de la revista Vinos y Restaurantes; Vicenta Calabuig, hermana del delegado del Consell para la UE Joan Calabuig; Amparo Bru de los Bru de Valencia, o la actriz de orígen argentino Aisha Wizuete. Reunidos todos en el amable Teatro del Barrio de Lavapiés de la cooperativa liderada por Alberto San Juan y con la paternal bendición de Josep María Pou o Juan Echanove, a quienes me encontré grabando el Cuento de Navidad de Dickens para la SER.
Y ahora les digo por qué les cuento esto: la versátil actriz y completa como pocas Esperanza Roy, invitada por el director de la obra, Juli Leal, no sólo tuvo para mí unas palabras enormemente halagadoras sino también para el centenario que celebró el Teatro Olympia, escenario valenciano donde recordó haber interpretado “Por la calle de Alcalá II” -un compendio de los números músicales más famosos de la revista española- y su monólogo “Yo amo a Shirley Valentine”, interpretando a una esposa harta de aguantar a su pareja, que curiosamente fue dirigida por su marido en la vida real, el cineasta vasco Javier Aguirre, también presente entre el público, y al que adora.
Como las grandes divas de Hollywood, la inquieta Roy siempre ha sabido intercambiar los circuitos teatrales de grandes superproducciones para acercarse a las esencias del teatro menos comercial. Ella siempre ha asegurado que en su carrera le ha gustado combinar la inteligencia con la gilipollez, tanto mostrar muslamen como interpretar tragedias, que son las dos partes más visibles del juego de fuerzas que componen el teatro. En la vida real la sociedad se decanta bien únicamente por su drama o por su comedia, lo que produce innumerables visitas al psiquiatra por no saber mezclarlas en sus dosis adecuadas, y eso que somos el país que hasta ahora mejor ha sabido reírse hasta de su propia sombra. Quién sabe si en esta era en la que los memes se están prohibiendo en algunos países y donde Bankia hace en sus cuñas publicitarias apología contra el teatro griego, se nos cierre la única válvula de escape que nos queda.
Pero -usando el imperativo en primera persona- no me ande yo por las ramas: el caso es que el Olympia hizo el lunes la apoteosis de sus muchas celebraciones con una gala de clausura en la que toda la sociedad de nuestra polifacética Comunitat y del ámbito artístico nacional estuvieron rindiendo el merecido homenaje a la labor empresarial -de gestión privada, no lo olvidemos- y pasional de los hermanos Maria Ángeles y Enrique Fayos. Los dos estuvieron presentes ocupando su espacio, sentados informalmente sobre la moqueta roja a un lado del escenario, y agradeciendo las bondades del público y los medios en su discurso de bienvenida.
Sería más fácil contar los que no pudieron acudir esa noche que los invitados a la gala, pero cojan lápiz y papel y anoten los que sí estuvieron presentes: el president de la Generalitat, con su permanente sonrisa, Ximo Puig; la vicepresidenta, Mónica Oltra, con un traje inspirado en el uniforme de las Teresianas; el conseller de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, siempre impecable como recién salido de la cabina de un avión comercial, Vicent Marzà; la directora general de Patrimonio, Carmen Amoraga con un modelo de flores campestres combinado con cazadora de motorista; Glòria Tello y Carlos Galiana, concejales de Cultura y Comercio del Ayuntamiento; el director artístico del Palau de les Arts, Davide Livermore; la delegada de Teatres de la Diputación, Rosa Pérez; el discreto director del Institut Valencià de Cultura, Abel Guarinos y todo el Consell Valencià de Cultura, con Manel Chaqués al frente así como el líder de la formación Ciudadanos en Valencia Fernando Giner, Manuel Mata o Carmen Alborch. Mucho arropamiento a la Cultura, por fin, por parte institucional; que no se diga. Seguiría más allá de este lacónico “que no se diga”, pero me tomaría varios párrafos más y estamos en la era del Twitter.
Aunque no pudieron venir ni ser localizados todos ellos, muchos famosos de los que han pisado o no las tablas de este ya mítico teatro acudieron a la conmemoración desde Madrid y aledaños y muchos con abrigos de visión nocturna: el incombustible Arturo Fernández, Emilio Gutiérrez Caba, Moncho Borrajo, cuyos inicios fueron en Valencia y que acudió con sombrero, Josema Yuste y señora María José Vázquez Camino, Carles Sans, Joan Gràcia y Paco Mir, Raúl Sender, Verónica Forqué, la cada vez más expansiva Norma Duval -muchos fans de la Cultura con ce mayúscula y con a final se quedaron esperando a La Cantudo y a Paloma San Basilio, gran aficionada a la joyería de nuestra ciudad- Teté Delgado con un peinado de altura, Adriana Ozores, el periodista y amigo Carlos Calero y, como no, valencianos como la veterana María Fernanda d'Ocón, Alfred Picó, Ximo Solano, Lola Moltó, Diego Braguinsky con sombrero, Pilar Almería, Alfred Picó, Ferran Gadea, Rosita Amores, Noelia Pérez, Josep Zapatero, Xavi Castillo, Clara Esmeralda, Maricruz Navarro, Toni Benavent, Rafa Ridaura, Josep Lozano, Miguel Brass, Jorge Sanchís Nebot, Javier Muñiz o el propio Enrique Fayos Padre y Victoria Fayos hija.
De otros ámbitos sociales, más de la parte de espectadores y amigos, Juan Roig con su esposa, Hortensia Herrero; Andrés y Jorge Sanchis; Jaume Costa y Coral Cubells; Francis Montesinos, Ana Bonmatí de la NAU, la cantante Soledad Giménez, Salomé, Javier de Andrés, Mariola Cubells con su inseparable Ana Mansergas, o la escritora Marta Querol.
Por cierto que en una parte de la velada, Josema Yuste y Arturo Fernández tuvieron una vehemente conversación que dejó patente la marcada personalidad de los actores cuando defienden sus ideas, algo muy habitual en el mundo de la interpretación. O tal vez fue una pequeña trifulca, es difícil de dilucidar. También hay mucho amor detrás de los telones, pero eso ya corresponde al mundo rosa, es decir, de la ficción. Culminó todo, como guinda, con un cóctel en el Ateneo Mercantil de Valencia.
Hasta el 8 de enero seguirá abierta -nunca mejor dicho- la Sala Oberta del Centre cultural La Nau con la muestra de la inauguración del Teatro Olympia hace cien años, el 10 de noviembre de 1915, y que lleva como original título Teatre Olympia: Cent anys en escena.
Se trata de un repaso a su historia a través de un centenar de piezas entre fotografías, carteles, folletos y otros materiales provenientes de colecciones privadas y públicas, algunos que nunca se habían mostrado como un cartel modernista del artista J. Bellver, propiedad del coleccionista Díaz Prósper, o programas de teatro y de cine cedidos por Rafael Solaz, Juan Monsell o José Huguet. En la muestra también figuran fotografías de pioneros como Barberà Masip, Lázaro Bayarri o Luis Vidal, así como de profesionales del periodismo como el histórico Antonio Calvo y, los más recientes que van camino de históricos, José Marín, Daniel García Sala, García Poveda “El Flaco”, José Aleixandre, Manolo Molines o M. Angeles Valenciano. La asociación Valentiga ha colaborado en las labores de documentación y la elaboración de este tejido que une la sociedad valenciana de este último siglo con la sala de la calle San Vicente. En la inauguración del viernes estuvieron Tricicle, Antonia Sanjuan, Carmen Alborch casi sin aliento porque no para de significarse en todos los eventos culturales como siempre, Lucas Soler, el artista Javier Calvo, Josevi Plaza, Francis Montesinos, Carles Alfaro, Antonio Ariño, Toni Picazo y los hermanos Fayos con toda la familia.
La bodega de Utiel-Requena Dominio de la Vega ha estado presentando sus vinos y cavas de una manera particular: a través de la literatura y las historias. Esta semana fue en el restaurante El Poblet de Quique Dacosta en la calle Correos, que se convirtió de manera efímera en un club neoyorquino visitado por Hemmingway, Borges y Dorothy Parker. Se trató de compartir los momentos vividos alrededor del vino en una experiencia gastronómico-cultural y abrir los sentidos a los que nos rodean. Invitados del mundo del periodismo y hostelero: la presencia del propio Quique Dacosta fue una agradable sorpresa porque es un hombre al que le gusta la conversación y tratar bien a todo el mundo.
Para ello su equipo elaboró una propuesta especial, con platos que reflejaban desde el arraigo a la tierra, como “raíces y hojas secas”, con otros característicos de su cocina como el cubalibre de foie, el clásico buñuelo ligero de bacalao, la siempre espectacular piedra de parmesano, la “gallina de los huevos de oro”, el arroz en ceniza o el postre formado por el campo de cítricos. La artista Raquel Rodrigo, bordadora callejera de punto de cruz, creó una obra para la ocasión inspirada en la etiqueta de Finca La Beata. Asistieron, entre muchos otros, Rosana Alcayde, Eva Peydró, Pedro G. Mocholí, Daniel Expósito, enólogo de la bodega, Agustín Álvarez, de la taberna Alkazar o Pablo Chirivella, del restaurante Tavella.
Cuando caía la tarde sobre la congestionada calle Colón el jueves 10 de noviembre, la firma Aristocrazy se puso todo su brilli-brilli para presentar su nueva colección FW2016. A través de lo que se conoce como fashion show (tienda de moda y tendencias de modernidad joyera) pasaron por las principales cuestiones de la moda e hicieron referencia a las musas que, a lo largo de la historia, nos han llevado por las formas, colores y materiales utilizados en petit comité por la joyería desde el origen de la Humanidad tras la Edad de Piedra.
Joyas para el esperanzador futuro que está ya a la vuelta de la esquina: cadenas, brazaletes y anillos voluminosos combinados con topacios, amatistas y citrinos pusieron los ojos como platos a las asistentes: Tani Ivars y su marido el registrador y notario Manolo Uña, Mª José Albert, presidenta junta de apoyo de Fuvane, Mayayo Gomez-Lechón, Victoria Marco, Beli Botella, Santi Aguilar, madres y profes del colegio Mas Camarena: Reyes Gimeno, Pepa Martinez, Fabila Gutierrez, Lupe Torres, Mónica Monllor, Mª Angeles Sala, Beatriz Amargós, Maribel Castillo, Inma Grau, Mª Dolores Badía, la diseñadora Hortensia Maeso acompñada de su pareja, los estilistas Nuria Daviu y Rafael Moreno acompañado por José Alandes de Zadig et Voltaire y sus inseparables amigos, David López del Levante UD y su mujer, Cristina, la cirujana Chelo Sebastian, la fotógrafo Lola Alarcó, la periodista Begoña Clérigues de “la hora del Té” y Joseca, polítólogo de referencia de Es radio, o Yolanda Solano de Valencia Plaza. Todo ello auspiciado por Emiliano Suárez, uno de los propietarios de la firma, que sospecho que debe ser de la joyería Suárez de la calle Serrano Madrid, una de mis favoritas para rememorar a Truman Capote y olvidarme de que hay ancianas en Reus a las que les cortan la luz y arden a la luz de las velas, como en el cuento de la cerillera de Andersen. Al fin y al cabo, todos brillamos, de alguna u otra manera.
La tarde del jueves la pasé en el renacentista Monasterio de San Miguel de los Reyes, sito en el muy inmigrante barrio de Els Orriols. Las paredes de sus hermosas salas de piedra encierran desde el pasado día seis la exposición “Prensa Satírica, desde els col.loquers a la cibersàtira”; un recorrido por los populares restos documentales, portadas, dibujos, textos y fotos, que a lo largo de cinco siglos hemos dejado los valencianos en nuestra socarrona manera de ver el mundo, desde la prensa satírica al teatro popular.
Acudí para hablar en la mesa que versaba sobre la sàtira en internet y las redes sociales, moderada por Emili Piera y en la que participaban Raúl Salazar, joven y canoso autor del blog https://unrespetoalascanas.com/ e integrante del grupo Cinemascupe de humoristas-comentaristas de mediometrajes de La Cabina; Manolo Jardí, periodista de diversos medios de comunicación valencianos desde su personal prisma irónico; Salvador Bolufer, hombre de la farándula, poeta satírico con versos llenos de burradas y experto radiófonista de Pego. Actuaban el excelente cantautor de L´Alcudia,Toni del l´Hostal, con sus canciones sobre clásicas costumbres valencianas y servidor de ustedes. Me arranqué con el cuplé sicalíptico “aquí te ofrezco el higo”, acompañado por la guitarra de Miguel Anda, para confirmar la etimología de los frotamientos del fruto de la higuera, una canción que nació en 1931 para la revista musical La pipa de oro compuesta por el alicantino Ernesto Pérez Rosillo y que estaba dedicada a demostrar que el pecado original no había sido cuestión de manzanas sino de higos. Tras hablar de los nuevos valores mediáticos y de nuestra sociedad, tacaña y disminuida en humor, y varias disgresiones que pusieron los ojos de Salazar como platos, hubo una visita guiada por Enric Nogués, de la Biblioteca Valenciana, a la impagable expo. Lo crean o no, Carmen Amoraga no estaba en el edificio, porque había tenido que acudir a otra cita cultural.
Este miércoles se estrenó en la Rambleta una película X maravillosa, “Bigas X Bigas”, cinéma-vérité del de verdad, obra póstuma de este gran director, con sus propias imágenes personales de las que no podía sustraerse y con la ayuda de Santiago Garrido. No pude ir a pesar de que su productora, Lourdes Reyna, que presentó su cinta en el festival de San Sebastián, me invitó personalmente. Tras la proyección tuvo lugar una conversación con Carles Sans de El Tricicle, Carmen Chaves Gastalvo y Celia Orós. Por cierto, aprovecho para felicitar a Quique Medina, de comunicación de Rambleta, que acaba de ser padre esta semana.
También acabó el día 16 La Cabina, el Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia, organizado por el Aula de Cinema de la Universitat de València, CulturArts-IVAC y Conselleria de Cultura a través de la Dirección General de Cultura y Patrimonio, de cuyas cifras y resultados todo el mundo parece haberse interesado mucho.
Por esta multitudinaria edición han pasado interesantísimos invitados que se han llevado el calor del público valenciano: José Antonio Fernández Romeo, director de “Tres noches; Lander Camarero, director de “A Revenge Story”; Víctor Gonca, director de “Rosalía”; David Varela, director de “Freedom to Kill the Others Children”, y extranjeros como el polaco Miłosz Sakowski, director de “El día de la abuela”; Inas Chanti, actriz y coguionista de la francesa“Haramiste”; Pia Andell, de Finlandia, directora de “Discos y fotos”; Thomas Aufort, director de “The Mouth” que fue la favorita de los espectadores; Vincent Le Port y Zoé Cauwet, director y actriz franceses de “La Gruta” y Tatiana Fedorovskaya y Rosten Samigullin, directora y productor de “La broma de Mendel”. ¡Hasta la próxima Cabina!