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crónicas por los otros / OPINIÓN

La África de Eduardo Lostal

En días complicados y convulsos como los que vivimos poner la mirada e intentar desviar la atención de Cataluña hacia otras realidades es complicado. Y más aún si hablamos de realidades africanas.

28/10/2017 - 

Me gusta hablar de África y que otros hablen de África. Sobre todo cuando se tata de viajeros incansables y con experiencia sobre el continente africano como es el caso de Eduardo Lostal. Y aún más cuando comparto percepciones y vivencias similares y opiniones que van en la misma línea.

Conversar con Lostal me lleva a compartir con él varias visiones como que hablar de África en general, o como concepto genérico, no dice nada porque son muchas realidades diferentes y todas son reales. África es imposible reducirlo o intentar simplificarlo. África son muchas realidades cada una con sus particularidades y sus diferencias por religión o por tribus.

Poner en duda lo que el desarrollo puede aportar a estas sociedades que viven felices también es otro de nuestros puntos en común porque hay parte de la sociedad africana que vive feliz con estilos de vida diferentes. Estilos de vida más rudimentarias o básicas pero no peores, sencillamente felices y con expectativas de vida cubiertas es otra de las visiones que compartimos. Eso sí, como puntualiza Eduardo Lostal, la sociedad africana se divide entre quienes sufren y quienes sufren y quiénes no.

Existe una línea imaginaria que divide a la sociedad africana y que la marcan las guerras, la hambruna y las injusticias más severas.

Para el autor de la obra Hijos de un país sin Dios, África es un sentimiento y ese sentimiento es el de libertad. Es la sensación de libertad en estado puro. Algo en lo que coincido totalmente. Una reflexión que me traslada a la libertad que siento cada vez que piso África. Libertad entendida de otra manera. Una libertad salvaje o menos encorsetada por leyes pero más encorsetada por sus tradiciones. Como destaca Lostal puede que nosotros tengamos un tipo de libertad más legalizada y que se reconoce más a nivel individual como la que protege y defiende la libertad en torno a la homosexualidad o a la mujer, dos realidades atrasadas todavía en el continente africano. La libertad de África es más primaria, son reglas que puedes saltar y que no pasa nada.

En África se viven en un caos natural donde por un tiempo te puedes sentir muy cómodo. Allí hay reglas que no ahogan la sensación de libertad.

La realidad del hombre y de la mujer es diferente. La realidad de la mujer es más dura y más difícil de entender y respetar o al menos, no juzgar. Aunque hay determinados temas que no se deberían silenciar como la ablación, por ejemplo. Se trata de prácticas que se mantienen por no romper con ciertas tradiciones y realidades religiosas pero no por la maldad del ser humano porque, si algo destaca Eduardo Lostal de África, es la tremenda humanidad.

África es muy humana. El factor humano se está perdiendo en este sistema y allí prevalece para lo bueno y para lo malo. Son las dos caras del ser humano, sin dobleces. Cuando allí sonríen, sonríen de verdad y cuando enfurecen, enfurecen de verdad.

Es la visión sobre África de un gran viajero con una cámara como compañera de viaje. El origen de todo es el viajero que está interesado en culturas tribales y en adentrarse en realidades poco convencionales y silenciadas. Sobre todo si se tratan de realidades silenciadas donde viven héroes silenciados como el conflicto de Sudán.

Hijos de un país sin Dios

En la presentación de su libro en Valencia, Hijos de un país sin Dios, Lostal destaca de otros autores que África vive mirando al pasado y el mundo occidental vive mirando al futuro. Los africanos andan despacio, de espaldas y mirando al pasado y el occidental anda deprisa, de frente y mirando al futuro por eso nunca llegaran a un punto en común. Se trata de una de las reflexiones de las que bebe Lostal y que le viene de uno de los escritores de referencia africanos.

Lostal aborda en su libro el gran olvidado conflicto de Sudán. Poco conocemos de este conflicto. Hablamos del silencio de éxodos masivos que huían. Éxodos que entonces iban a otros países africanos y que ahora vienen hacia países fuera de África.

El conflicto de Sudán del Sur se trata de una de las realidades silenciadas. Una de esas realidades que no interesa. Una de esas realidades que duele. Una de esas realidades que destapa lo peor del ser humano.

La historia que cuenta este libro es real. Una historia contrastada y vivida en primera persona porque aunque los personajes los crea el propio autor se basa en historias reales. Y así de duro es. Son realidades que existen, que pasan, que se sufren aunque las leamos en los libros o las veamos en películas. No son ficción. Y ahí está la gravedad del asunto. Se trata de un libro que no acerca esta realidad tremendamente dura con un fondo de esperanza, con una capacidad de superación... Son los niños perdidos de Sudán una comunidad de jóvenes que tuvo que buscarse la vida desde la huida. Pocas situaciones más difíciles se me ocurren.

Isaac Luo Makol es uno de los 4.000 refugiados sudaneses, conocidos como Chicos Perdidos, que llegaron a Estados Unidos a principios de siglo, huyendo de la cruenta guerra civil que llevaba más de una década asolando su país. En Estados Unidos, Isaac ha rehecho su vida… un día recibe una llamada inesperada que le pide que vuelva a Sudán del Sur” (Hijos de un país sin Dios)

La mayoría eran niños huérfanos que tenían que recorrer muchos kilómetros hasta los campos de refugiados en Etiopia y en Kenia. Estos dos hermanos se ven obligados a huir de dejar sus casas.

Se trata de una nación africana que tiene los más altos niveles de desplazamiento de población del mundo. Y viven sin salir en los medios, sin ser noticia, sin existir para la gran parte del mundo.

 La semana que viene… ¡más!

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